Suspiro de porcelana

1.1K 110 89
                                    


Valeria...

Valeria...

Valeria abrió los ojos y se halló en el suelo junto a la cama.

Se incorporó con la cabeza dándole vueltas entre libros y cojines. Volvió hacía la puerta de la recamara que permanecía abierta, justo cuando esa voz revoloteó por el pasillo:

Oye, Valeria...

Entonces, Valeria se puso de pie y un dolor extraño apresó su cuello. Se llevó la mano hacia el punto de dolor mientras abandonaba la habitación. La alfombra del pasillo se estiró sin nadie a quien culpar por haberla despertado a esas horas de la madrugada. Comenzó a desplazarse con la pálida luz de la luna infiltrándose por las cortinas. Cuando Valeria estuvo a punto de convencerse de que aquel llamado era producto de un sueño, una risita rechinó dentro de la habitación de Lili.

Valeria no dudó en inspeccionar el lugar. Lili descansaba bajo su edredón rosa, y la suave luz de la lámpara iluminaba su cabello con matices purpúreos.

Al fin, Valeria...

No era Lili quien hablaba dormida como Valeria hubiera esperado, pero no había duda de que esa voz provenía de esa habitación. Escudriñó en todas las direcciones posibles.

Valeria... ven...

—¡¿Quién está ahí?! —Valeria gritó sin importarle que Lili despertase, sin embargo, la niña no lo hizo.

No te pertenece... —una voz cantarina se unió.

Libérala... —dijo otra con tono desdeñoso.

Valeria rodeó los juguetes dispersos por el suelo. Echó un vistazo bajo la cama y luego se acercó a la pequeña mesita de té puesta en un rincón. Allí, cinco muñecas de porcelana presumían coloridos vestidos florales (y un muñeco de acción de extraña procedencia) alrededor de bandejas de té y postres de plástico bastante apetecibles a la vista. A pesar de estar congregadas en la penumbra, sus ojitos resplandecían como el almíbar, emocionadas por ver al fin a Valeria.

—Tienes que déjala ir —esa voz emanó de la que tenía un sombrero rosa de encaje y rulos blancos—

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Tienes que déjala ir —esa voz emanó de la que tenía un sombrero rosa de encaje y rulos blancos—. No te corresponde, querida.

Las muñecas aclamaban la integración de Valeria en la mesita de té.

Regresa a donde perteneces.

Tu tiempo ha terminado.

Suéltala.

El cuello de Valeria concibió un dolor extremo al correr hacia la puerta y cruzar el pasillo y precipitarse contra la puerta, cerrada bajo llave, de sus padres.

—¡¡¡Papá!!! ¡¡¡Mamá!!!

De pronto miró hacia sus pies y pegó un grito al estibar una sombra sujetando sus tobillos.

Oasis NocturnoWhere stories live. Discover now