DOLOR

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Existe cierta particularidad en la forma en la que algunas personas suelen aferrarse al dolor, al dolor de estar vivos; porque para nosotros, quienes hallamos refugio en él, sólo es un recordatorio constante de estar vivos.
Es lo único que conocemos.
Es lo único a lo que estamos expuestos.
Puede parecer un acto morboso, regocijarse en el dolor, pero no existe algo más verosímil que lo anteriormente descrito.
Es lo único seguro.
Existe cierta desesperación, para el acto de querer, para el acto de vivir, al sentir la caricia del riesgo, tener de frente al peligro latente y, por supuesto, ver la fijación desmedida de la oscuridad absoluta cerniendose sobre ti con olor a muerte.
Incluso la felicidad es un sentimiento tan efímero que pareciera nunca haber existido.
Extinta.
Un mito esperanzador de la abuela para sacarte una sonrisa.
Lo que casi todos ignoran es el factor clave de la jugada maestra.
Aquello incluso más fuerte que el dolor, algo sin lo que la vida, solo sería algo menos que la muerte; el tiempo.
No existe nada más incierto.
He aquí el marginado.
Solo quién vive, ha sido huésped del dolor que lo alentó a tomarselo en serio y, únicamente quién vive de verdad, es conciente de que su tiempo es hermano de su felicidad y que, por ende, es tan fugaz como para desperdiciarse.
Hemos dado por sentado el privilegio de una vida asegurada con al menos décadas de tiempo a nuestra disposición,
cuando jamás se nos ha garantizado nada más que dos días,
uno para nacer y otro para morir.

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⏰ Last updated: Apr 22, 2019 ⏰

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Como canta el corazónWhere stories live. Discover now