Capitulo 12

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Ámbar y su hermana estaban en el coche, en la entrada de la ciudad. Su hermana quería seguir adelante, pero a Ámbar le había entrado la histeria y le había obligado a detener el coche.

- Ámbar, ¿Estás bien?
- ¿No ves que estoy en pleno ataque de nervios? - exclamó, mirando a todas partes, en busca de Simón.
- Pues relájate de una vez, que me estás poniendo histérica a mí.
- Ya... Lo intento. - dijo mirando a su prima. - Pero solo con pensar que hoy podría ver a Simón, me entra el tembleque por todo el cuerpo.
- Tranquila.
- ¿Qué narices estoy haciendo yo aquí?
- Luchar por el amor de tu vida. - tomó la mano de Ámbar, intentando tranquilizarla. - Yo estaré contigo, ¿vale? - Ámbar asintió con la cabeza, ya que no le salían las palabras. - ¿Quieres que llame yo a Jazmin? - asintió de nuevo.
Su hermana llamó a Jazmin mientras Ámbar bajaba del coche y comenzaba a dar vueltas alrededor del coche. Respiró hondo y miró a su alrededor. Estaba a punto de encontrarse con Simón y aun no sabía lo que le iba a decir.
- Simón va a un gimnasio que está por aquí cerca. - dijo, saliendo del coche. - Dice Jazmin que vayamos directamente a allí.
- Ok
- ¿Estás lista?
- No.
- Si.
- Que no!
- Ámbar...
- Bueno, vale. Vayamos. Pero solo porque ya estamos aquí.
Aparcaron el coche a dos calles y fueron a pie hacia la dirección que les había dado Jazmin. Cada vez estaba más nerviosa, pero con su hermana a su lado, sentía que era capaz de cualquier cosa.
Cuando llegaron a la puerta del gimnasio, Ámbar se quedó en la calle, dando vueltas, intentando calmarse, mientras su hermana preguntaba por Simón en la recepción.
Se quedó mirando a una pareja que había a un lado de la recepción. Un chico alto y moreno con media melena y una chica un poco más bajita que él. Estaban hablando, pero la chica no dejaba de acariciarle el brazo. Sonrió. Se les veía tan bien, que les envidió al instante. Ojala ella pudiera estar así con Simón.
...
Simón estaba hablando con Jim en la recepción del gimnasio cuando notó que el corazón se le paralizaba. Tuvo que mirar dos veces a la chica que estaba en la recepción. Había creído ver a Ámbar, pero se dio cuenta de que la chica solo se parecía a ella. Suspiró de alivio al instante.
- ¿Estás bien, Simón?
- Si. Es que creí conocer a aquella chica. - dijo, señalando a la chica con la cabeza. - Pero no es quien yo creía.
- ¿Una ex?
- Si, pero no ex novia. Ex amiga.
- Bueno... Entonces... ¿Crees que podríamos salir a tomar algo? Esta noche, tal vez. - dijo Jim, acariciando de nuevo el brazo de Simón.
Simón suspiró. Aun le ponía nervioso esa situación, pero Jim era una mujer muy simpática y ello le agradaba.
- O tal vez podríamos ir a cenar. - dijo, tomando la iniciativa por primera vez en la vida.
- Eso sería maravilloso. - Jim sonrió. . Cenando podremos charlar con más calma.
- Exacto.
Simón sonrió y Jim besó su mejilla.
- Disculpen. - dijo una voz a su lado. Ambos se volvieron hacia la chica que Simón había confundido con Ámbar. Realmente se parecía mucho a ella, pero era unos años mayor. - ¿Es usted Simón?
- Bueno, me llamo Simón.
- ¿En serio? - dijo la chica, alucinada. Ese chico no se parecía nada a la foto que le había enseñado Ámbar.
- ¿Nos conocemos de algo?
- Disculpa. No nos conocemos. Me apellido Smith.
Simón se tensó. Claro que esa chica se parecía a Ámbar. Era su hermana.
- Jim, luego te llamo. - dijo Simón, alejándose.
No podía creerse lo que estaba sucediendo. Primero había sido Jazmin y ahora la hermana de Ámbar. "¿Es que no me pueden dejar ser feliz?!
- ¡Simón, espera!
Ámbar oyó a su hermana llamar a Simón. Se volvió para verle, pero solo vio a Bella correr tras alguien a quien no llegó a ver.
- ¡Ámbar, corre, que se escapa! - gritó su hermana, corriendo por el gimnasio.
Ámbar no supo qué hacer. Al final, decidió rodear el edificio e ir en busca de la puerta trasera. Cuando llegó, un chico pasó por su lado.
- Disculpe. - dijo Simón, pasando por al lado de Ámbar, a la que no reconoció.
- No se preocupe. - dijo Ámbar, que tampoco había reconocido a Simón.
Ambos estaban muy cambiados y estaban tan nerviosos, que no se fijaron en la persona que pasaba por su lado.
Simón aceleró el paso y cuando ya estuvo en la calle, echó a correr de camino a su casa. La chica había gritado el nombre de Ámbar, lo que significaba que estaba allí, lo que le dio más fuerzas para correr más deprisa y huir de allí.
- Ámbar, ¿por qué no le has detenido? - dijo Bella, respirando con dificultad, cuando llegó al lado de su prima.
- Pero si no le he visto, ¿Cómo quieres que le pare?
- ¿Como que no le has visto? Si acaba de pasar por tu lado!
- ¿Pero qué dices? - Ámbar se volvió confusa, mirando a ver si veía a Simón cerca. - Por mi lado ha pasado el moreno que vimos hace un rato
- ¡Ese era Simón! - Exclamó. - ¿Cómo no has podido reconocerle?
- No lo se... Era distinto... - murmuró. - No parecía él...
- Pues era él.
- ¿Y tú como narices lo sabes?
- Por qué le pregunté si era Simón y, cuando le dije mi nombre, se escapó corriendo. – dijo su hermana. - Ámbar, ese chico no se parece nada al chico de la foto. Ese tío es un Adonis! - exclamó, riendo. Aun alucinada ante el tío bueno que acababa de ver. - Dios, está buenísimo.
- Ya te dije que Simón era perfecto. - dijo Ámbar.
- Sin duda.
- ¿Donde debe de haber ido? No me ha dado tiempo a verle apenas. Ha ocurrido todo tan deprisa... - Ámbar se sentó en un banco que había cerca, intentando calmarse un poco. - Tenemos que hablar con Jazmin. Necesitamos su ayuda.
...
Ámbar y su hermana llegaron al apartamento de Ruggero, en el que solo estaba Jazmin. En cuanto Ámbar vio a Jazmin, se lanzó a los brazos de su amiga. Solo hacía un par de días que no la veía y le había echado de menos.
- ¿Le has visto? - preguntó Jazmin, cogiendo una caja de galletas de chocolate de la despensa.
- ¿Qué haces? - preguntó Ámbar. Nunca antes había visto a Jazmin comer nada que no fuera light.
- Tengo hambre.
- Tú nunca comes nada que no sea integral.
- Pues hoy me apetece chocolate. - dijo, encogiéndose de hombros. - ¿Entonces, qué? ¿Ya le has visto?
- No. - dijo Ámbar, sentándose en el sofá. - Pero mi hermana si.
- Dios, es un bombón! – exclamó su hermana, haciendo sonreír a Jazmin.
- De verdad creo que se han confundido de Simón - dijo Ámbar, mirando a su amiga y a su prima, que estaban comiendo galletas. - Simón nunca ha sido un galanazo, como dices tú,. Bueno, para mí si que lo era... - murmuró.
- Te digo que Simón ha cambiado.
- ¿Pero por qué lo ha hecho?
- Por que el médico le obligó a cuidarse cuando estuvo enfermo. - dijo Jazmin.
Se moría de ganas de decirle la verdad a Ámbar, que habían sido ella y Delfina quienes habían intoxicado a Simón con laxantes, cada vez más potentes, Pero tenía miedo. Mucho miedo de perder a su mejor amiga. "Pero debo decírselo. Tarde o temprano se enterará y debe hacerlo por mí."
- Ámbar, tengo algo que contarte. - comenzó a decir Jazmin.
- Muchas gracias por haber buscado a Simón. - la interrumpió, lanzándose de nuevo a sus brazos. - Gracias por encontrarle.
- No ha sido nada, pero...
- ¿Sabes dónde vive o donde trabaja? – preguntó la hermana de Ámbar.
- Sé donde trabaja su amiga.
- ¿También has visto a Luna? - exclamó Ámbar. Jazmin asintió con la cabeza. - ¿Cómo está? ¿Y Nicolás?
- Luna está bien, está trabajando en la consulta donde trabaja Ruggero. En realidad, ha comenzado a salir juntos.
- ¿Luna saliendo con un chico? - exclamó Ámbar, alucinada. - Debe de gustarle mucho.
- Si... Eso parece... Y a Nicolás le vi en el gimnasio el otro día. Está tan guapo como siempre.
- Debemos hablar con él. Luna es capaz de pegarme si me ve buscar a Simón, pero Nicolás... es él único que puede ayudarnos. - dijo Ámbar, cogiendo una de las galletas, pero la soltó de golpe. - Tenemos que encontrarle.
- Vayamos al gimnasio, entonces. - dijo Jazmin, arrepintiéndose al instante. Había llegado el momento de decir la verdad y tenía mucho miedo por lo que pudiera pasar.
...
Simón llegó corriendo a casa y, tras cerrar la puerta, pegó la espalda en ella. Aun no se podía creer que Ámbar estuviera ahí
- ¿Por qué me hacen esto? - se dijo en voz alta.
- ¿Qué te ocurre? - dijo una voz a su lado. - Simón, ¿te encuentras bien?
- No, Luna. No estoy bien.
- Estás temblando. - dijo, al posar su mano sobre el brazo de su amigo. - ¿Qué te pasa? Me estás preocupando.
- Una chica ha venido al gimnasio. Ha preguntado como me llamaba.
- Bueno, ¿y qué hay de malo? Tal vez era una chica a la que le gustas.
- Me ha dicho que se apellidaba Smith.
Luna abrió la boca para hablar, pero volvió a cerrarla sin decir nada.
- Cuando me he ido, ha gritado el nombre de Ámbar. La estaba llamando! - gritó. Luna seguía en estado de shock. - Está aquí, Luna! Ámbar está aquí!
- Diablos
- ¿Pero por qué está aquí? ¿Qué es lo que quiere de mí? - dijo, sintiendo como le costaba hablar.
- La voy a matar. - Luna fue en busca de su chaqueta y apartó a Simón de la puerta. - Quita.
- ¿A dónde vas?
- Voy a buscar a esa mal nacida.
- ¿Vas a buscarla por toda la ciudad?
- Está claro que Jazmin le ha contado que te ha visto, así que ya sé donde ir a buscarla. - Luna salió del piso y fue como una loba en dirección a casa de Ruggero. Si Jazmin estaba allí, seguro que Ámbar y su prima también estarían allí.
Simón se quedó en el piso, solo, sin poder moverse. Dios, Ámbar estaba allí. No sabía que hacer ni como reaccionar ante tal situación, así que hizo lo que tantas veces hizo en su infancia y adolescencia. Entró en su habitación y se encerró en el armario. Necesitaba estar solo con sus pensamientos.

No Todo Es Lo Que Parece TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora