XXXII

2.4K 131 6
                                    

–Has dicho que no comprendes. Bien, te voy a hablar de Ben.

Ruggero se llevó el vaso a los labios, haciendo una pausa.

–Hace seis años, yo trabajaba en un despacho de abogados en Nueva York y tuve relaciones con una abogada que trabajaba allí también. Martina era un par de años mayor que yo. Había sido modelo de alta costura, pero había dejado la carrera de modelo por la abogacía.

Así que la misteriosa Martina que Carolina había mencionado en la Toscana era una mujer hermosa e inteligente, pensó Karol con dolor. Pero se dio cuenta de que Ruggero seguía hablando y trató de prestar atención a lo que él decía.

–Yo sabía que estaba saliendo con otro antes de que nos conociéramos, pero me aseguró que había roto con él –Ruggero hizo una mueca de disgusto–. Reconozco que estaba loco por ella. Era increíblemente atractiva, ambiciosa, sofisticada... la clase de mujer que me gustaba –suspiró–. Aunque no estaba a favor del matrimonio, quizá por los problemas entre mis padres, cuando Martina me dijo que se había quedado embarazada, me alegré y le propuse matrimonio. Y aunque no había pensado tener un hijo, me ilusionó la idea de ser padre.

Ruggero volvió a beber un sorbo de whisky y prosiguió:

–Asistí al parto y le tuve en mis brazos a los cinco minutos de nacer. Adoré a Ben desde el primer momento. Estaba loco por él y muchas veces me quedaba con él, cuidándole, porque Martina quería ascender en su profesión. Incluso le llevé solo a Casa di Colombe en varias ocasiones, Martina se había quedado en Nueva York.

Ruggero hizo una pausa.

–Anetta le quería tanto como yo. Pero durante una estancia en la Toscana, cuando Ben tenía dos años, Martina apareció de improviso y anunció que nuestro matrimonio se había acabado. Así, sin más. Acabó admitiendo que tenía relaciones con su exnovio desde hacía unos meses, que quería divorciarse de mí y casarse con él.

Ruggero volvió a llevarse el vaso a los labios, el fuego líquido le bajó por la garganta.

–Estaba enfadado con ella por haberme engañado, pero lo que más me importaba era Ben e intenté convencerla de que probara a seguir conmigo, por nuestro hijo –la mandíbula se le tensó–. Fue entonces cuando me lo soltó, cuando me dijo que yo no era el padre de Ben. Durante los primeros tiempos de nuestra relación también se había acostado un par de veces con su exnovio. Al quedarse embarazada, estaba segura de que el otro era el padre. Pero como él había roto con ella y además no tenía dinero... En fin, yo tenía un gran futuro por delante, era rico. Y Martina decidió hacerme creer que Ben era mi hijo hasta que su padre natural volvió a aparecer tras haber cobrado una herencia y dispuesto a hacerse responsable de su hijo.

–Oh, Ruggero...

A Ruggero le pareció increíble que en dos palabras pudiera haber tanta compasión. Y sintió algo extraño en lo más profundo de su ser al ver la expresión de los ojos de Karol.

Karol se puso en pie, se acercó a él y le puso una mano en el brazo, un gesto con el que quería ofrecerle consuelo. Él tragó saliva, consciente de que la había tratado vergonzosamente; sin embargo, Karol le había ofrecido apoyo sin titubear.

Por la expresión de él, Karol se dio cuenta de que Ruggero no había superado el engaño de su esposa ni verse separado del niño. A pesar de no ser su hijo, debía seguir queriendo mucho a Ben.

Deseos Saciados {Adaptación/Ruggarol}Where stories live. Discover now