-¿Moonbin? ¿En serio? -me miró con ambas cejas arqueadas. -¿Te está empezando a gustar este chico?

Rodé los ojos por su pregunta y en un gesto rápido y ágil le arrebaté mi teléfono.

-Qué te importa si me puede llegar a gustar o no, eso es asunto mío. -contesté de mala gana.

Mi respuesta no le agradó nada a mi amigo, ya que con brusquedad me agarró de la sudadera y juntó su cuerpo con el mío mientras me miraba desafiante. No era normal en él que me acercase tanto a su cuerpo, antes se estaría alejando dos metros. ¿Qué pretendía haciendo esto?

-Olvídate de Moonbin. -ordenó.

Le miré incrédulo por la semejante estupidez que acababa de soltar y me reí sin ganas. ¿Quién se creía que era para mandarme a hacer algo así? Esto era ridículo.

-Tengo edad para hacer lo que me da la gana, no sé si lo recuerdas. -respondí con brusquedad.

Intenté deshacerme de su agarre, pero en vez de conseguir alejarme solo logré que él me acercase más a su cuerpo. Parecía que cuando estaba enfadado o repleto de celos le daba igual la cercanía que tuviésemos. A mi mente estaba volviendo lo que ocurrió la semana pasada y lo avergonzado e incómodo que estuvo al tener su rostro cerca del mío, y ahora que estábamos con nuestros cuerpos tocándose incluso de una forma más seria que cuando me lancé encima de él en la cama, parecía que no le importaba. Y eso me estaba asustando, no comprendía su actitud.

-¿Por qué él? -murmuró, parecía que por unos segundos se había quedado sin fuerza para hablarme con brusquedad.
-¿Y por qué no? -pregunté yo. -Es un buen chico y le puedo dar una oportunidad. Es verdad que siempre me han gustado las mujeres, pero cuando agarré su mano y nos abrazamos no se sintió nada mal. -confesé.

Grave error. No debería haber dicho eso, porque no mejoró la situación, sino que la empeoró por completo. Jaebum deshizo el agarre y dio un par de pasos hacia atrás, luego se giró para dejar de mirarme y se fue con rapidez hacia la habitación donde siempre que se quedaba dormía. Se escuchó un fuerte portazo y como el pestillo era puesto para que no pudiese entrar. Me sentí demasiado mal al haber ocasionado esto, no sabía el por qué le había afectado tanto que dijese aquello, pero alguna razón debía haber. Y una no muy normal, porque el hecho de que mi mejor amigo actuase de esa manera por algo tan simple como esto no era común en él.

Llegué a la puerta de la habitación y pegué mi oreja en esta para ver si podía escuchar algo, pero no, no había ningún ruido que me diese a entender lo que estaba haciendo o cómo se estaba sintiendo. No sabía si solo estaba enfadado o si también estaba triste y dolido.

Llamé a la puerta un poco desesperado porque me abriese. Quería hablar con él y solucionar lo que sea que le estaba haciendo sentir tan mal.

-Hyung, por favor, ábreme.

No hubo respuesta.

-Vamos a hablar bien y solucionar las cosas, ¿vale?

Silencio.

-Jaebum, no me ignores, estoy preocupado y no quiero que las cosas se queden así. Además, en algún momento tendrás que salir y...

La puerta se abrió de repente logrando que me asustase y diese un paso atrás. Observé el rostro de mi amigo y mi corazón se encogió al ver que estaba llorando. Quise acercarme para darle un abrazo, pero fui parado por su mano y por su cabeza negando.

-No te acerques. -pidió con dificultad.

Respeté lo pedido y me quedé quieto en mi sitio mientras esperaba alguna aclaración por su parte del por qué estaba llorando. Me estaba sintiendo muy dolido al verle así y saber que yo había provocado esto.

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