7.

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Advertencia: contenido explícito sobre el suicidio.

Connor retenía su respiración. Sí pudiera volver a elegir como sería su muerte, le hubiese gustado que fuera por asfixia en los brazos de su madre.

"¡No vuelvas a hacernos esto!" gritó entre lágrimas "hijo... sí algo está mal... solo...estamos aquí, siempre estaremos aquí" habló Cynthia, abrazando cada segundo con más fuerza a aquel hombre que ante sus ojos seguía siendo el pequeño niño de tez pálida que le encantaba jugar con su hermana y adoraba pasar los fines de semana junto a su familia en la heladería.

"Lo siento" sollozó "fui egoísta, fui un idiota...lo lamento, no puedo vivir sin ustedes" habló entrecortado, tratando de mantener en orden todos sus pensamientos.

Zoe se mantenía a su lado agarrando su mano.

"¿Y Evan..?" preguntó casi en un susurro.

Se tensó y miró a su familia, su madre quien lo observaba profundamente queriendo saber todo lo que había ocurrido.

"Yo...es algo complicado de explicar...tomara su tiempo" habló conteniendose e indicándoles que tomaran asiento en aquellos sillones que habían preparado especialmente para las visitas "Termine con él...en un arranque de inseguridad..."

Su padre frunció el ceño

"Pero tu madre habló con él" esas palabras llegaron rápidamente, Connor asintió.

"Evan está aquí...hace más tiempo que yo" suspiró "lo deje solo, rodeado de gente que no conocía, en un lugar enorme sin nada a lo que aferrarse...y él, simplemente...se fue" finalizó soltando lágrimas que aunque lo intentaba, escapaban rebeldes de sus ojos.

"Ambos intentaron... él está aquí, contigo...están juntos" mencionaba Zoe tratando de entender.

"N-no!" Soltó en un gritó sin querer "Ugh, lo siento...no, nosotros...no" la idea contemplaba en su mente, ambos en aquella pequeña cama de hospital, abrazados, y él solo...no podían " lo arruine, totalmente"

Su padre lo abrazo. Había olvidado como se sentían los brazos de su propio padre a su alrededor, la calidez que podía transmitir.

"Ustedes, hicieron algo realmente estúpido" susurró.

"Lo sé"

"Debieron hablar con nosotros "

"Lo sé"

"Te amamos, Connor"

Esas simples palabras, tan normal viniendo de una familia, pero qué al mismo tiempo podían hacer sentir que tu pecho está siendo destruido por un taladro, y todos los restos se atascan en tu garganta. Connor no recordaba la última vez que lloró así, ruidosa y escandalosamente, como si le hubieran arrancado un pedazo de su propia carne.

Su familia diciéndole lo estúpido que era, lo imbécil de tan solo pensar en dejar atrás una vida con personas que lo amaban, Dios, su padre... él hombre más estricto que había conocido lo había abrazado y le había dicho que lo amaba ¿Cómo iba a estar él, de todas las personas, solo en este mundo?¿Cómo podía ser tan desinteresado y solo pensar..?

Amaba a su hermana, ella era tan hermosa, le solía encantar cuando tocaba en aquella estúpida banda de jazz de la escuela...tenía tanto maldito talento. Su madre siempre había creído en él, siempre había querido ayudar..¿Entonces por qué? Cómo podría estar lejos de ella, si tan solo recordaba como era dormir en su regazo mientras acariciaba sus cabellos y veía el canal de noticias.

Cuando salían como familia, cuando él y Zoe se peleaban por llegar a la puerta primero, cuando era invierno, y peleaban por ver a quién le arreglaban la bufanda primero o...bueno, tal vez siempre fueron competitivos, pero siempre llegaban a casa juntos, hablando de algún mínimo descubrimiento hecho durante el día.

Cuando su padre lo llevo a su primer partido de béisbol, ¡No entendía ni un carajo y aún así le parecía tan interesante ver como su padre comentaba cada segundo! cuando le compro aquel guante y a pesar de todo lo guardo tan recelosamente, nunca lo usó pero eso no significaba que era desechable, era el regalo de su padre, quizás uno de los pocos objetos que tendrían en común toda la vida, excepto por el gusto a los a aviones de colección.

Aquella casa, aquel hogar que tantos recuerdos abarcaba, todo lo que lo rodeaba, toda su vida en segundos.

Aquella habitación, donde dió su primer beso con Evan...aquella escalera, ¡donde tuvo por consecuencia sus primeros diez puntos, y aún así se sentía como un soldado de batalla!

Y aún así, ninguna de esas imágenes había estado presente en aquel instante, ninguno de ellos había tenido tanta relevancia en sus pensamientos, ningún objeto ni su propia casa había estado en su mente, ni siquiera Evan.

Sólo él y su traicionera mente, en un ataque de completa locura, tan lejos de todo y tan cerca de nada, como si la seguridad de que aquel esqueleto vestido de negro con una gran oz nunca hubiera sido realmente lejano, porque tal vez nunca lo fue, si no que desde el primer momento en que la muerte tuvo espacio en su mente, habría sabido llegar a él.

Aunque aquel momento hubiera pasado tan rápido, lo recordaba tan detalladamente.

En aquella sucia y pequeña habitación de hotel, con el cabello enredado, el rostro pegajoso y sucio de la sequedad de las lágrimas, los ojos rojos e hinchados, la piel pálida...todo tal y como hace unos años.

La habitación encogiéndose a su alrededor...los sonidos, incluso sin haber ruido alguno, era tan fuerte, pareciera que el fin del mundo se acercaba y un cráter se dispararía justamente a su dirección. Camino con rapidez, tan torpe pero no importaba, solo necesitaba llegar al baño. Solo necesitaba silencio.

Las paredes se cerraban cada vez más y solo trataba de detener su llanto descontrolado, ¿Por qué no podía detenerse? Su garganta empezó a cerrarse y el llanto se oía mil veces más que su propia respiración. Buscó y buscó con desespero aquel frasco de pastillas, sus ojos se movían de un lado a otro.

El ruido, el ruido no terminaba, la paredes seguían más cerca, y más cerca.

Todo ocurría a cámara rápida, todo se movía, nada se detenía, todo era tan ruidoso, todo era agotante.

Matate, Dios, tan solo matate.

Las luces eran tan brillantes y en un segundo, todo era tan oscuro.

Un segundo bastó, para que Connor Murphy a las 7:48 de la tarde, un día 5 de Abril, decidiera tragar un frasco lleno de pastillas que minutos más tarde provocaría una sobredosis en su organismo.

Sintió como su cuerpo entero estaba siendo demolido, sintió como sus manos estaban cada vez más frías y el aire entraba con dificultad, se iba haciendo cada vez más lenta, solo estaba allí el sabor de aquellas pastillas casi castigandolo, lo hace sonreír extrañamente...no sabía qué hacer, no sabía si aún podía pedir ayuda, no sabía si cerrar los ojos.

Casi se sentía como si el aire se le estuviera siendo arrebatado, no sabía porque pero empezó a querer moverse lentamente, quería detenerse. Sus ojos casi se cerraban y sentía que se ahogaba, empezó a llorar.

Ya casi no sentía ninguna parte de su cuerpo. Iba a morir, iba a morir sólo y nadie iba a escucharlo ahogarse con sus propios vómitos, iba a morir asquerosamente.

Casi al quedarse dormido, sintió que alguien tiraba la puerta abajo.

Finally, Found.Where stories live. Discover now