capítulo 27

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Solo el comienzo del viaje daba mal augurio. La señora Griffin nada más ver a Lexa no se comportó como una suegra que adora a su nuera, ni la dio dos besos, ni un abrazo, prácticamente le tiró su equipaje a los brazos con intención de que cargara con ellos como si fuera una empleada más o mejor dicho, un burro de carga y como la italiana no tiene pelos en la lengua, tuvieron un pequeño altercado en el que tuvieron que intervenir tanto Clarke como Jake. Solicitando asientos alejados, aunque Lexa se conformaba con viajar en segunda clase mientras que su suegra de primera clase no salía:

— Tu madre controla esos humos o mis padres se la comen con patatas.

Se quejó Lexa entre dientes mientras se abrochaba el cinturón. Clarke parecía estar mucho más tranquila, obvio que ayudaba el Valium que se había tomado antes de encontrarse con sus padres en el aeropuerto:

— Lo siento por ellos— musitó Clarke mientras ojeaba una revista— mi madre tiene el pellejo tan duro que les acabaría por dar un corte de digestión.

La italiana puso cara de sorpresa y se giró un poco para mirar a Clarke, casi anonadada se llevó la mano al pecho:

— Attesa ¿Clarke Griffin dijo una broma?

— Las malas compañías.

Dijo Clarke sin apartar la mirada de la revista:

— Te gusta las malas compañías.

— No es cierto— cerró la revista— The Trump organization es una mala compañía y me gustaría... verla arder.

Lexa volvió a reaccionar boquiabierta antes de decir pasmada:

— ¿Quién eres perra? Y ¿Qué hiciste con mi amore?

Clarke acabó sonriendo, bueno quitando el hecho de que durante unos días lo pasó mal por la ausencia de Aden y que tendría que pasar los siguientes días soportando a su madre, por el resto era... feliz, casi no podía creerse que podía decir algo así, pero era como le hacía sentir Lexa y al parecer, pasar tanto tiempo con ella y Raven, estaba empezando a pasar factura, no sabía si eso era bueno o malo. El viaje a Italia no era para nada cortito, así que tantas horas en el avión siendo un matojo de nervios... sí, sí ya os lo puse a huevo para decir "es una vagina" bromas aparte... sería una auténtica pesadilla, hasta que, a medio vuelo, Lexa no pudo aguantar más conteniendo las ganas de ir al baño y acabó levantándose para ir a mear. No es que tuviera mucha aversión por los baños públicos, pero desde que vio la película "serpientes en el avión" vivía obsesionada con que saldría una serpiente azul de la taza del váter la mordería el culo, sí es ciencia ficción, pero teniendo en cuenta de que otras especies han llegado a otras partes del mundo por colarse en barcos y aviones, veía una posibilidad que un bicho de esos pudiera colarse por algún lado, vale, era estados unidos y no Australia, pero aun así, tenía que mirar por lo menos cinco veces antes de plantar el traserito en la fresca taza del váter, cuatro para revisar que no había bichos, una para revisar que estaba limpia y nadie hubiera dejado la gota del demonio. Primera micción en todo en lo que llevan de viaje, Lexa puede escribir en su diario que salió con vida de esa aventura, con la vejiga aliviada y con los labios levemente curvados, se lavó las manos, quitó el pestillo y abrió la puerta, paró en seco y vino la segunda parte de la aventura:

— ¿Qué haces ahí?

Clarke estaba apoyada al otro lado del pasillito, enfrente de los baños, mirando específicamente el que ocupaba la italiana. Como si se tratara de una película francesa raramente retorcida y erótica, dio un paso hasta la ojiverde y la empujó haciendo que retrocediera dentro de aquel espacio reducido, seguidamente Clarke entró y cerró la puerta con pestillo, antes de que Lexa hablara y rompiera la magia del momento, se lanzó a sus brazos y la besó fervientemente. Cuando por fin pudo reaccionar ante los ataques sucubicos de Clarke, saliendo de su ardiente trance, la empujó un poquito del hombro para separarla y mirar los ojos azules de la rubia, los tenía oscurecidos y dilatados:

Solo por cinco díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora