Capítulo 19

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Lexa bajó del caballo tan rápido que por casi se tropieza al sacar el pie del estribo, sin perder tiempo corrió dirección hacía esa rubia que se apartaba un poco del autobús y la abrazó tan fuerte, que sorprendió hasta la misma Clarke. Gustus tenía razón en una cosa y es que Lexa estaba más que comprometida en la relación. La ojiverde aferró las mejillas de la ojiazul:

– ¿En que estabas pensando Clarke?

– No quería ser la razón por la que tuvieras que alejarte de casa.

Respondió mientras le agarraba de las manos y las apartaba de su rostro. El autocar comenzó a pitar impaciente:

– Clarke si te vas ten por seguro que iré detrás de ti.

Le advirtió la ojiverde antes de volver a abrazarla:

– A la larga me hubieras reprochado el que te alejara de tu casa.

Lexa puso los ojos en blanco y dale con que era la razón de alejarla de su casa. Se agachó dándola la mano para que ella también lo hiciera, la ojiverde agarró un puñado de tierra:

– Esto es tierra, esto no dice dónde está mi casa– Le acercó la mano al pecho, justo donde latía su corazón– pero esto sí, mi corazón Clarke, estoy profundamente enamorada de ti– La ojiazul le acarició la mejilla– incluso antes de que supieras de mi existencia, tú eres mi futuro ¿lo soy yo para ti?

Les preguntó fijamente a los ojos de Clarke, pensando que le daría una respuesta loca o lo gritaría a pleno pulmón como hizo en la iglesia, hasta que por unos segundos vio un atisbo de duda. Lexa se levantó y Clarke hizo lo mismo:

– ¿Clarke? – llamó la atención Raven– estamos empezando a mosquear a los viajeros del autobús.

Griffin no respondió a la pregunta de Lexa, más bien se giró y fue hasta donde estaba su amiga. La ojiverde cerró los ojos, maldiciéndose y creyéndose una estúpida por haber tenido una pequeña esperanza. Agachó la cabeza y se giró para marcharse, ni un beso, ni un adiós o "vete a la mierda italiana abusiva":

– Si vas a por mi maleta y me la pasas– le escuchó pedir a su amiga– podrá seguir con su ruta.

Raven sonrió y asintió con la cabeza. Subió al autobús, lleno de pasajeros que ya comenzaban a tener mala cara porque empezaban a impacientarse, Italia, esas cosas en Finlandia no pasaban, como claro ejemplo está Kimi Räikkönen, ese hombre necesita un chute de cafeína o algo que le dé cuerda. Si las miradas matasen la pobre castaña ya estaría en otro mundo, agarró la maleta de la rubia loca, ya que cada dos por tres se la ve cambiando de opinión más que de bragas y volvió a asomarse para entregarle la maleta:

– ¿Tú no te quedas?

Le preguntó la ojiazul a su amiga:

– Me gustaría seguir al pie del cañón cotilleando– se encogió de hombros– pero tengo que mantener un negocio, bonita, ya me irás contando por teléfono– el conductor volvió a pitar–va, va, cagaprisas.

Clarke carcajeó:

– Anda sube, nos vemos.

Raven se despidió con la mano se la escuchó berrear al conductor una última vez, mientras la puerta se cerraba y el vehículo se ponía en marcha, alejándose más deprisa de lo normal. Lexa volvió a agachar la cabeza y sonrió:

– Mi fama de rubia tonta– dijo Clarke– por casi me hace caer en la trampa.

– ¿qué trampa?

Preguntó sin entender Lexa:

– Algo que me dijo tu padre– Dijo Clarke mirando al caballo que estaba a medio metro de ellas– ¿No pretenderás que regresemos montadas en ese bicho?

Solo por cinco díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora