Capítulo 7 Si o no

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Pues al final los abuelos tendrían que ir a sus casas y ver El diario de Noa para presenciar besos apasionados. Ya que Lexa sonrió y besó a Clarke, pero en la mejilla. La anciana hizo un gruñido:

– Los jóvenes de hoy en día– les decía señalándolas con el dedo índice– tenéis horchata en las venas en vez de sangre, MICHAEL– elevó la voz– MICHAEL.

– ¿Qué quiere pesada?

Respondió otro anciano que se acercaba con un andador, la anciana dando pequeños pasos hacia el hizo unas señas con sus manos huesudas:

– No me llames pesada y ven, vamos a demostrar a estas jóvenes como se da un beso de verdad.

El hombre puso las manos en los hombros de su mujer y ambos juntaron los labios hasta darse un pico. Clarke se tapó la boca y soltó una risita, Lexa con una amplia sonrisa aplaudió:

– Bravo, vivere l'amore– intercambió miradas con Clarke, aunque estaba sonriendo Lexa era consciente de que no serviría de nada intentarlo, su momento había pasado– io la besaría– se disculpó Lexa– pero tenemos que irnos– puso voz de bruja– tenemos que impedir la boda de Colines el de los cinco minutos– Clarke le miró con enfado– ¿Qué? Al pan, pan y al vino, vino, las cosas como son preciosa.

Clarke puso los ojos en blanco, hizo un gesto cortés mirando a los ancianos y sé despidió:

– Fue todo un placer, nosotras nos marchamos– miró de reojo a Lexa– o al menos yo.

Se encaminó hasta la puerta, el anciano del andador miró a Lexa y le advirtió:

– Aún estás a tiempo, huye antes que te atrape– miró a su anciana mujer que puso los brazos en jarra y cara de enfado, el anciano se retractó– que diga no pierdas tiempo, ve detrás de ella y bésala.

Lexa dibujó media sonrisa y se despidió también:

– Lo tendré en cuenta, un piacere.

Clarke la estaba esperando fuera con los brazos cruzados. Durante unos segundos, al ver a esos ancianos y después a Clarke, pensó que en un futuro podían ser igual, siempre que la vida estuviera de su parte, pero lo veía como algo improbable, eran como la noche y la mañana, de mundos diferentes. Se convenció de que no debía, ni podía, enamorarse de Clarke Griffin, aceptó ese trabajo por una razón:

– A lo mejor hay una cata de vinos en la ciudad.

Propuso la ojiazul, mientras seguían calle abajo, Lexa sonrió:

– ¿De verdad quieres beber después de ayer?

– ¡Ah! Es verdad– bufó y entrelazó sus manos en el brazo de Lexa– es un asco no poder beber

– No hace falta beber para pasarlo bien.

Paró en seco, Clarke miró con el ceño fruncido:

– ¿Por qué paras?

– Tendremos que comer en algún momento.

Clarke miró el cartel del local, era un restaurante de comida rápida, hacia mucho tiempo que no comía en un restaurante como ese. Quitando la cafetería del geriátrico:

– ¿Por qué no vamos a ese?

Lexa hizo una mueca:

– Porque ese tiene pinta de ser muy caro y esta corre por mí cuenta.

Clarke puso expresión de sorpresa:

– No me lo creo, Alexandra Woods va a pagar algo.

Lexa abrió la puerta e hizo un gesto con la mano invitándola a entrar. Bueno, no le hacía gracia ese tipo de alimentación pero tampoco se iba a perder la oportunidad de que Lexa pagara algo en todo el tiempo que llevan viéndose:

Solo por cinco díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora