Final.

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Desperté. Estaba desorientada, no sabía qué hora era.

Miré a mi alrededor y solo entonces me di cuenta de que me había quedado dormida sobre mi escritorio.

Leí la última parte de mi historia. Me quedé dormida mientras escribía la parte del primer beso.

Seguí escribiendo lo que soñé, era muy largo. Me tardé aproximadamente dos horas en terminar de escribir mi libro. Lo cerré y releí el título.

“Una forma de evitar mi suicido”

No pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas, pero era parte del proceso. Supongo.

Volví a ver mi cuarto por última vez, busqué mi bolso donde estaba mi cuaderno de dibujos, un álbum de fotos con mi padre fallecido, mi cuchilla favorita, mi ropa favorita y una cuerda.

Metí dentro una rosa y el libro, y por primera vez en meses, salí por la puerta principal y no por mi ventana.

Miré a mi alrededor. Mi casa, mi infancia y también mi peor pesadilla estaban plasmadas en estas paredes. Igual que el recuerdo de mi padre.

Dejé sobre la mesa una carta explicando cómo me suicidaría, y por qué lo haría.

Mi mamá estaba dormida, seguramente drogada. Mi padrastro probablemente estaba acostado con alguna prostituta, y yo ya no tenía tiempo.

Me puse mi música favorita, esta vez a todo volumen por la calle, como siempre quise hacerlo.

Me puse pantalones cortos en medio invierno, como siempre quise hacerlo.

Canté y bailé a todo pulmón en la calle, robándome miradas extrañas, como siempre quise hacerlo.

Insulté a todo aquel que abusó de mí verbal, sexual, física y psicológicamente. Como siempre quise hacerlo.

Lloraba de felicidad y de tristeza. Lloraba porque nunca fui capaz de vivir lo que quería.

Me adentré al bosque, mientras cantaba.

Llegué a la zona más apartada dos horas y media después de correr, saltar y vivir por unos segundos.

Había un lago, me quité la ropa y me miré

"¡SOY HERMOSA!" grité a cuatro vientos, nadie me escuchaba (y si lo hicieran no entenderían, porque estaba hablando en español). Y me tiré al lago, el cual estaba completamente helado.

Nadé hasta que no me quedó aliento, y salí del agua, temblando. Miré a mi alrededor y vi, a mi izquierda, el árbol más grande del bosque. Con ayuda de mis manos cavé un poco, y enterré mis discos de música favoritos y mi diario.

Planté la rosa que había traído. Estaba radiante y roja, pero con el tiempo se marchitaría y se llevaría mis recuerdos en sus pétalos.

Al lado, dejé mi mochila y saqué la cuerda. La guindé a una de las ramas más altas del árbol. Y puse la música que quería escuchar en ese momento.

Me desnudé completamente. Y miré el cielo, sería la última vez que lo vería.

Estaba nerviosa, sabía que mi padre estaba esperándome. Sabía que lo vería, después de tanto tiempo.

Me cuestioné, por milésima vez, si esta era la decisión correcta.

Mi cerebro decía que no, pero era lo único que deseaba mi corazón.

Miré a mi al rededor una última vez.

Canté una última canción.

Nadé una última vez.

Bailé hasta que mis pies se cansaron, una última vez.

Le di agua a los árboles, una última vez.

Alimenté a un pez, una última vez.

Me saqué una foto, una última vez.

Abracé un árbol, una última vez.

Ahuyenté a una paloma, una última vez.

Imité a Iron Man, una última vez.

Escribí una poesía, una última vez.

Lancé una piedra al agua, una última vez.

Imaginé tener mi primer beso, una ultima vez.

Imaginé ser feliz, una última vez.

Imaginé no morir, una última vez.

Cogí una cuchilla y escalé el árbol para poder llegar la cuerda. Cuando me senté en la rama donde la había atado, la pasé por mi cuello.

La música sonaba a todo volumen, mi playlist favorito.

Miré a mi al rededor, sólo lograba observar verde y naturaleza. Eso me encantaba.

Conté hasta diez, observándolo todo.

1...
2...
3...
4...
5...
6...
7...
8...
9...
10...

Salté.

Sentí el tirón, ni siquiera el corte más profundo que pude hacerme se comparaba con lo que sentía en ese momento.

No podía respirar, era agonizante, pero escuchar la música y mirar el paisaje me relajaba mínimamente.

Mis párpados comenzaron a pesar y las ganas de zafarme de ese infierno cada vez eran menores.

En un momento dado, dejé de escuchar cosas.

No escuchaba nada.

Y mis párpados comenzaron a pesar.

Con muchísima dificultad, intenté llegar a mi brazo con mi otra mano, para poder cortarme y trazar un corazón partido.

No dolía.

Ya nada dolía.

Cerré los ojos, y mis manos comenzaron a perder fuerzas. La cuchilla ensangrentada saltó de mis dedos, y no supe más nada de ella.

Sabía que en unos segundos todo acabaría.

Estaba perdiendo la consciencia, ya nada importaba.

De repente, un brazo se acercó a mí. Lo reconocí al instante.

"Papá..."

8 horas después

¡Noticia de última hora! Se encuentra el cadáver de una chica en medio del bosque, desnuda. Las autoridades están investigando el caso. Se suicidó colgándose con una cuerda, y dejó enterradas algunas pertenencias.

Por ahora, sabemos que su nombre completo es _________________, y que tenía 16 años.

Su madre está siendo interrogada ahora mismo, al igual que su cónyuge.

Buenas tardes, esperamos que esta hermosa chica descanse en paz.

-¡Rubén! -lo llamó su abuelo-

-¿pasó algo? preguntó, quitándose los audífonos-

-Sí, lee esto -le pasó el periódico- ha impresionado tanto a la prensa y al país que no se han esperado ni un día para hacer pública la noticia -dijo su abuelo, serio-

-¿Este bosque no está al otro lado de la ciudad? -preguntó Rubén-

-Sí, lo está. Es una lástima la historia de esta chica. Hablaba español, ¿Puedes creerlo?

-Es extraño que estas cosas ocurran... -dijo Rubén, cavizbajo- me siento muy mal por ella.

"Ojalá pudiera haberla conocido..."

Fin.

Suicida adolescente (Rubén y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora