Prólogo.

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15 DE ENERO DE 2019.

La madrugada había traído consigo un gélido viento que azotaba los árboles y persianas con crueldad. Cualquier persona normal pensaría que eso era común en aquella época del año, ya que se quisiera o no, el invierno estaba en su máximo esplendor. Pero... Los supersticiosos alucinarían, e incluso compararían aquel tiempo con una simple advertencia de lo que iba a ocurrir pocas horas más tarde.

Una figura escuálida caminaba por la calle aparentemente vacía, en busca de alguien. En aquel barrio de la ciudad había que tener cuidado y era consciente de eso, pero aun así... Ahí estaba, asumiendo el riesgo. Era el nexo que unía de alguna manera u otra a las seis familias enemistadas entre sí. ¡Aunque la gracia era que, ningún miembro era consciente de aquello! Era un secreto. O al menos, eso pensaba.

Se paró en seco en un callejón, o más bien, el callejón. Ese donde siempre se reunía en secreto con la única persona que le importaba de esas familias corruptas. A la única a la que jamás haría daño. Por eso estaba ahí. Para contarle la verdad. SU verdad. Y para salvarle del caos que iba a originar todo aquello.

Todo va a ir sobre ruedas, pensó, feliz.

Cuando se percató de los pasos sigilosos, su alegría aumentó en demasía. No sabía cómo iba a tomarse todo ese asunto, pero, se quitaría un peso de encima.

O eso creía.

La persona que estaba a su lado no era a la que estaba esperando. Oh, ni por asomo. Porque si lo fuese, no tendría una pistola a escasos centímetros de su sien.

—Así que eras tú, rata inmunda.

—¿Dónde está...?

—Ah, ¿es que habías quedado con alguien? —inquirió la figura misteriosa en la oscuridad, pero que para la persona cuya vida estaba en juego, era demasiado conocida—. Lástima. No sé quién es, pero cuando lo sepa, lo eliminaré del mapa.

—No te conviene disparar. Te aseguro que si lo haces, todos se enterarán de la mierda de tu familia.

—Solo hablas, pero, no te creo. Es imposible que sepas cosas.

—Sé más de lo que crees. ¿No te has dado cuenta aún? —se atrevió a sonreír, incluso aunque tenía miedo. No quería morir ahí. No sin ver a esa persona antes—. Me dais asco. Siempre me lo habéis dado.

Escuchó un sonido, así que, supuso que el seguro de la pistola había sido quitado. Su vida cada vez corría más peligro, ¡pero no podía callarse! Era imposible. Y todo por culpa de los nervios disimulados.

—Los pobres siempre me habéis dado asco, pero tú... Tú me repugnas a grandes escalas.

—Solo quiero luchar por lo que me pertenece.

Fue entonces cuando se percató de que aquella persona con la que quedó, llegó. Estaba tras las espaldas de su amenazante, con un objeto contundente en la mano. ¿Su intención era...?

Pero no pudo llegar a golpearle, porque se giró. Si no fuera porque la recién llegada siempre se protegía la cara con una máscara, ya la habrían reconocido. Su amenazante intentó dispararle, pero se le abalanzaron por la espalda y la bala impactó en otro lugar. Fue ahí cuando hubo un forcejeo intenso entre las tres personas, uno que acabó con la inconsciencia de una y... la muerte irremediable de otra.

Sus sueños se desvanecieron con sus objetivos. Pero... ¿Qué importaba? Su persona amada estaba bien. Podría morirse en paz, ¿no?

—¡Ellie! —exclamó, quitándose la máscara al fin. Ella sonrió y se permitió el lujo de acariciarle la mejilla. No tenía fuerzas para nada más. En cambio, la persona que estaba hablando, comenzó a llorar y a negar con la cabeza—. Aguanta, por favor.

—Yo solo quería... ser feliz... contigo —susurró en respuesta, dejando su mano caer de su rostro.

—¡Y lo seremos! Cariño. Tengo la maleta preparada para irnos, era en lo que habíamos quedado, ¿verdad? No puedes abandonarme. Tú eres lo único que merece la pena de este barrio. De esta vida.

—Sabía que... Me estaban vigilando y... P-por eso...

Le costaba hablar. Era horrible no poder decirle lo que quería decirle realmente con su boca, pero, al menos, lo había escrito. Por eso, podía obviarlo.

—¿Por eso...?

—Dejé... Una extensa carta debajo de tu almohada ayer. Cuando nos... vimos en... secreto.

—¿Qué? No me percaté... Pero no quiero leer cartas tontas. Quiero que me lo cuentes tú.

—No... puedo.

Y tampoco pudo decir nada más, pues, se había muerto por desangramiento. Su amor se levantó después de darle un último beso de despedida, pateó el cuerpo inconsciente del atacante de la pistola, y con un gran peso a sus espaldas, puso rumbo a su hogar.

Se vengaría. Lo haría por Ellie. Era hora de que demostrase de lo que era capaz de hacer.

Y esa misma madrugada, no solo el cuerpo de la chica escuálida sería encontrada. También se halló, descuartizado, al hombre más rico de las seis familias, y uno de los más peligrosos. 

Muerte en vida. #PGP2019Where stories live. Discover now