26.- LOS BORRACHOS, LOS ENAMORADOS Y EL DE LOS TEXTOS (EDITADO)

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Pasé con cuidado mi dedo sobre la piel pintada y miré el reloj que había en la pared del salón. Sólo faltaban cinco minutos para que esta horrible clase terminara.

Ya era lunes otra vez. Me gustaría decir que estoy feliz, pero eso sería una vil mentira.

Hace cinco días que no puedo hablar con Thomas. Nos habíamos mandado uno que otro mensaje de texto, pero eso era todo. Al día siguiente de hacernos los tatuajes Sharon estuvo pegada todo el día a él y también los días siguientes. Pensé que cuando fuera sábado podríamos hablar, pero me quedé dormida esperándolo. En realidad ni siquiera sé si llegó a dormir a la casa.

Pero con la que si me había topado había sido con Sharon. Esa estúpida y yo nos encontramos en el pasillo hace dos días. Si las miradas mataran, ahora estaríamos las dos bien muertas.

¿Tenía miedo? Bastante. Nuestra relación estaba peligrando y yo no podía hacer nada al respecto. Sabía que Thomas estaba haciendo esto para poder guardar el secreto, pero es que simplemente me daba mucha rabia. Hay personas que ni siquiera se aman y pueden estar tomados de las manos en la calle y besarse en público. Nosotros nos queremos de verdad, sin embargo tenemos miedo, miedo de mostrarnos.

La campana sonó y yo me levanté de mi asiento de inmediato. Tomé mis libros y tomé del brazo aGiselle para salir rápido del salón.

–¿Me acompañas a mi casillero?

–le pregunté sin ánimos. En serio que el tema con Sharon me tenía mal.

–Por supuesto –contestó mirando alrededor como si estuviera buscando a alguien.

La suertuda de Hayley se había ido a visitar a su padre, que había caído en el hospital no recuerdo por qué y no iba venir a clases hasta mañana.

– ¿Cómo van las cosas con...? Bueno, tú ya sabes –preguntó mi amiga cuando llegamos a mi casillero intentando que la oración saliera de forma relajada de sus labios. Ambas sabíamos que no había resultado. Giselle estaba igual de nerviosa con el tema que yo.

–No hablo con Thomas desde hace cinco días. ¿Tú cómo crees que van? –ironicé mientras cerraba mi taquilla.

Ella suspiró e hizo una mueca con sus labios. No dijo nada y yo lo agradecí.

Ambas caminamos hasta una banca que había al lado de la cancha de fútbol. Las demás chicas solían sentarse ahí para observar los cuerpos musculosos y sudados de los chicos mientras jugaban, por lo que siempre pasaba llena. Sin embargo, para nuestra suerte en este momento estaba vacía. Nos sentamos y nos quedamos en silencio unos segundos, simplemente escuchando los insultos que los jugadores se lanzaban entre ellos.

–Lo hice con Kyle –dijo de repente mi amiga.

La miré con los ojos bien abiertos. ¿Que ella qué?

–¿Qué? –pregunté aún un poco incrédula.

Giselle tomó aire.

–Hice el amor con Kyle. Yo no quería saber eso.

–Bueno –miré hacia otro lado–, eso no me lo esperaba.

No quería parecer grosera, pero esto era incómodo. No es muy agradable saber que tu hermano ya se acostó con tu amiga. Además, ellos al principio se odiaban. ¡Nada en esta vida tiene sentido!

Giselle comenzó a reírse de mis muecas de incomodidad y no la culpaba, pues debían de ser muy graciosas.

Iba a comenzar a reírme yo también, pero me detuve cuando el balón de fútbol dio justo en mi cabeza.

Solo eres mi primo  (SEMP1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora