Jugando con Fuego

CAPITULO 13

Odio discutir con Minerva

Exhala con un dejo de irritación. A veces que Agus la conozca tanto le resulta más molesto que gratificante. Mira hacia el frente, exhalando una cantidad considerable de aire, deseosa de tomar un mateo y tener una excusa para dejar de hablar. Un poco tarde, lo único. Lo mira a los ojos, luego de varios minutos en silencio, y nota que él le sostiene la mirada, incentivándola a que siga con su relato. Suspira, dos veces, antes de arrebatar de las manos de Agustín el mate

-¿Qué pasó An?

- Minerva – la bronca se apodera de sus palabras,– que sigue idiotizada con Toto. Estaba mal por él y viene a mí porque necesita un consejo sensato – ironiza al imitar a su amiga y Agus se ríe, porque Ange y sensato... no van muy de la mano que digamos- y después no se la banca.

- A veces sos muy cruel cuando defendés tus ideas – An lo fulmina con la mirada, porque es su amigo, y se supone que debería estar de su lado. Agus revolea sus ojos marrones y ella se muerde el labio, negando con la cabeza.

- Si me vas a bardear no te cuento nada – amenaza, abrazando sus piernas con sus brazos - No necesito que me analices, ya me conozco de memoria.

A la defensiva, como siempre que se queda sin argumentos para respaldar su opinión (y que la va a seguir defendiendo a muerte, aun así no tenga razón). Agus la sobra con la mirada, cuestionando la seriedad de sus palabras y Ange comienza a sonreír, inevitablemente.

- Sabes cómo es Mine, gorda. Se enoja dos minutos y se le pasa, mañana se arregla con Toto, se olvida de tus consejos anti amor y listo - dice Agus recostándose sobre la reposera y quitando importancia al problema. Cosa que a la morocha la saca de quicio.


- Odio tu manía por minimizar todo. No es tan simple - se queja Ange, negando con la cabeza.

- ¿Entonces?

Se miran, una fracción de segundos y Ange despega su mirada para revolear los ojos.

- Me enferma que me juzguen. No entiendo para qué buscan confundirme, querer convencerme de cosas que no son - empieza, tratando de explicarse y llegar a un punto que para Mariano no termina de estar claro. Traga y vuelve a comenzar - me molesta que no me acepten así.

- Qué ironía, ¿no? –Ange vuelve a fulminarlo con la mirada. Parece que esa tarde Agustín es su peor verdugo y lentamente su idea de acudir a él para distraerse empieza a fallar.

Se levanta bufando y tira la yerba en el tacho de basura

–Hey, todavía no estaba lavado, nena.

Hace caso omiso al reto de su amigo, antes de levantarse de su lugar y entrar a la casa. Segundos después vuelve con el Milka entre sus manos y se sienta en su lugar. Sin siquiera mirarlo, su vista está perdida en ningún lugar, ni atinar a convidarle, corta un pedazo y se lo lleva a la boca.

- Sí An. Te convido de mi chocolate. – Agustín y su característico humor, que suele sacarle siempre una y mil sonrisas. Pero esa tarde, se le acabó el stock de sonrisas.

- No me jodas... - musita y lo escucha reír porque ama hacerla enojar y se adueña de otro bocado.

- Cortesía de Jenny - dice, con una media sonrisa (de tarado total) y Ange enarca una ceja.

Agradecele de mi parte. –sabe que lo dice para molestarla, pero no le lleva el apunte. O sí pero no lo exterioriza (además no va a dejar el chocolate, claramente).

- ¿Me vas a contar? - suelta, al poco tiempo, serio.

- ¿Vas a seguir juzgándome? - inquiere la petisa, liberando al chocolate de su envoltorio. Sólo queda la mitad.

-¿Te das cuenta que te quejas por lo mismo que haces vos, no?

Lo mira, fijo y sin decir nada. Tiene ganas de pelearlo, enojarse y revolearle el chocolate por la cabeza (esta definitivamente es su última opción) porque tiene razón y lo dice sin ningún problema. Agustín y su sabiduría selectiva.

-Yo entiendo que ella es una amante del amor, lo acepto, porque es mi amiga y la amo - le dice y él la escucha, atento - Él es el tarado y ella no lo quiere ver. Yo no me meto con ella, él es el problema.

El boludo atómico de Toto.

- ¿Y ella? - pregunta Agus.

- Se metió con nosotros. Me dijo que nuestra amistad era una farsa, que nadie la creía, ni siquiera nosotros - resume Ange, con bronca. El mismo cuestionamiento que hacen los demás, porque no tienen nada mejor que ocuparse y hacer juicios de valor de la vida de los dos. Y lo que más le duele, es que lo haga Minerva

- ¿Vos crees en nuestra amistad? - pregunta su amigo, manteniendo la calma.

- Obvio.

- Entonces qué te importa la opinión de los demás - simplifica.

- A veces siento que es una de las pocas cosas verdaderas que tengo, y Minerva lo sabe. Sabe que no me gusta que se meta con mis formas. Si no creo en el amor es problema mío, si me quiero acostar con mi mejor amigo también – Lo mira fijo a los ojos y él le sostiene la mirada– ¿Qué le importa qué pasa entre nosotros en la cama? ¿Por qué tienen que meterse con eso? –dudosa - ¿Para vos cambia algo nuestra amistad que nosotros tengamos sexo?

-No, An. En nada - asegura mientras exhala el humo al finalizar la frase. Ange suspira, aliviada. La seguridad de Agustín la contagia de esa tranquilidad que tanto necesita - Te hizo dudar, ¿eh?

- Te dije que me jode que me quieran confundir - responde a la defensiva y algo contrariada ¿No estuvo escuchando lo que acaba de decirle?- No me hagas una psicológica.

- Es sólo una pregunta- murmura Agustín y ella lo fulmina con la mirada.

- Si pero es la misma pregunta que se hacen todos. - musita y se recuesta sobre el asiento, para no verlo directamente. Se nota que el tema realmente la tiene mal: que se metan con su amistad con Agustín ya pasa el límite de su tolerancia. Su vínculo con él es indiscutible y es el colmo que quieran cambiar algo que está perfecto como está - Y me jode... ¿a vos no?

- Más de 20 años de amistad nos avalan - y es cierto; su historia los avala. El castaño tiene razón, y Ange lo sabe, aunque el qué dirán la lastime. Le dedica una última mirada antes de perder su vista en el frente, entre todos los edificios que forman parte del paisaje. Complacida por lo que él le trasmite, sonríe por confirmar, de la boca de Agustín, que esa amistad es lo que ella cree, lo que ella quiere. Lo que es.