CAPITULO 8

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Menea de espaldas a Agustín, de vez en cuando recorriendo su cuello, como sabe que le gusta. Es obvio que su noche va a terminar mucho mejor de lo que empezó. Él va a salirse con la suya, Angela lo tiene totalmente asumido.

No va demasiado hacia abajo, porque su mini y sus plataformas no se lo permiten, pero sí lo suficiente como para causar el efecto deseado.

Siente la respiración de Agus en su nuca y satisface la necesidad imperiosa de darse vuelta.

Su mirada es tan transparente que sabe exactamente lo que desea. Él quiso que le bailara, que se aguante.

- Feliz cumple - le susurra demasiado cerca y Agustiín la mira fijamente. Los deben separar 3 centímetros únicamente. Al límite, como a ellos les gusta.

Angela se muerde el labio, dispuesta a dejar de lado su dignidad y proponerle a Agustín irse a otro lugar, donde puedan estar tranquilos. En realidad, solos.

Cuando vuelve la mirada, preparada para hablar, los labios de su amigo consumen sus palabras, impactando sobre los de ella. Adelantándose a cualquier propuesta que hubiera pensado hacerle.

El gusto a fernet en su boca es afrodisíaco y su respuesta no tarda en llegar. Bailar tan pegados y con alcohol circulando por sus venas no fue una buena idea.

Se recorren, con besos profundos y perfectos, saciando esa sed de ellos. Reconociendo cada parte, aunque se la sepan de memoria.

De pronto, Ángela recupera la conciencia y recuerda que esta en un boliche, con sus amigos a unos metros y que está chapando con su mejor amigo.

- ¿Qué hacés Agustín? - le pregunta consternada luego de empujarlo hacia atrás para alejarse. Él la mira atónito.

- ¿Qué hago de qué? - inquiere él.

- Que me das un beso en frente de todos, están nuestros amigos. Cualquiera - musita Angela, sonrojada, sin ganas de mirar hacia su alrededor. Su relación "sexual" siempre fue de puertas para adentro. Una de las reglas del juego.

- ¡Si sabes que me calentás Angela! - le habla Agustin, molesto, acercándose hacia ella. La castaña revolea sus ojos marrones y se cruza de brazos - Y lo haces a propósito. Te quejas por un beso, ¡por un beso!

- Te desubicaste, ya sabés como son las cosas - Vuelve a empujarlo, con vehemencia. Lo odia por ese beso. Porque ¡todo había sido culpa de él!

- Me bailás así y después te molesta que te de un beso - le grita el castaño, por lo poco que se escuchan con lo alta que está la música - Hubieras pensado antes que había gente.

- Sos un pelotudo, no respetás nada - le contesta Angela, furiosa. Le clava sus ojos marrones y él mantiene sus verdes, lo que le molesta aún más, porque sabe que no está en sus planes pedirle perdón - Te cagás en mí, en nuestra amistad.

- Pero Ange... - No la entiende y se exaspera. No pensó esa reacción de ella como posible consecuencia de ese beso.

- Pero nada. Vos estás muy confundido, te pensás que yo soy una trolita más de la lista - le espeta y él se acerca, enojado.

Pero si todo el mundo sabe de nosotros, ¡¿qué te cambia Angela?!

Se miran en silencio mientras el dinamismo de la gente alrededor se contrasta con lo paralizados que están ambos en sus lugares. Sus amigos, los miran anonadados.

- No se puede hablar con vos - murmura, dedicándole una última mirada de desaprobación antes de darse vuelta para irse, sola (no le da la cara para ver a sus amigas ahora) - Gracias por cagarme la noche, tarado.

- No seas pendeja Ange- pide Agustín y la toma del brazo. Ella lo mira con odio, porque no tiene derecho.

- Soltame - le ordena, sin mirarlo a los ojos, pero implacable. Él afloja sus dedos al instante.

Recorre el pasillo furiosa y asqueada de quienes quieren atraparla en el pasillo. Los hombres, siempre tan pajeros.

Una vez fuera, mira a su alrededor, buscando un taxi. Cualquiera que la aleje de allí.

- Ange... - Agitado luego de correr para alcanzarla, llega hasta ella y la toma del brazo para hacerla girar y quedar frente a él.

- No quiero estar con nadie, menos con vos - Se suelta furiosa- No me jodas más.

- ¿Yo te jodo? - Pregunta desafiante mientras vuelve a sujetarla. - ¿Acaso vos no buscaste ese beso no?

- Así no - Con una extraña tranquilidad responde para volver a soltarse - Arruinaste todo.

Y con "todo" se refiere a su amistad con derechos, sin reproches, sin publicidad, sin problemas. Solo de ellos.

Vuelve a girar para dirigir la mirada a la calle (y no verlo más a Agustín) y un taxi vacío se hace visible frente a ella como por arte de magia. Una buena esa noche (menos mal).

Lo para y se sube, dejándolo a su mejor amigo en la vereda, sin importarle eso ni nada. Tampoco se esforzó en pararla.

Seguramente él piensa que ella es una exagerada y es una boludez enojarse, pero Ange no puede evitar sentir que ese beso fue lo peor que pudieron haber hecho.

Baja la ventanilla sin siquiera preguntar ; si habla llora (el alcohol en sangre la pone más sensible de lo normal) y está nerviosa. Deja que las luces de los autos y faroles invadan su retina; no quiere pensar más. Quizás la resaca de mañana la haga reflexionar, pero por ahora, solo la nicotina, el viento y "arde" de No te va a gustar saliendo de los parlantes predominan sus sentidos. Y en ese mini mundo que acaba de crearse, Agustin Casanova no existe.

Jugando con FuegoWhere stories live. Discover now