CAPITULO 7

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La noche amerita no ser desperdiciada y él jamás hace caso omiso de sus intuiciones. Rocía su cuello con su perfume favorito, un Paco Rabbanne, para darle el toque final a su look. Ese que le gusta a ella... Y a todas.

Se mira al espejo y sonríe. "¡Te la perdiste, Torres!", piensa mientras revuelve su cabello. Sabe que la combinación de su camisa negra, con sus últimos tres botones desprendidos dejando entrever el rosario de madera que cuelga de su cuello, su jean clarito y sus Adidas, son la vestimenta que mejor le sienta. Ella la aprobaría, sin dudas.

Sale de su departamento camino a la casa de su compañero de conquistas de toda la vida, Tincho. Porque, si ella tiene planes para esa noche, ¡él también! Y mejores.

Ange y Agus son los mejores amigos, se conocen de toda la vida, se quieren como pocos y se desean siempre lo mejor, pero cuando se trata de "sexo"/"conquistas" son cien por ciento competitivos (aunque no rencorosos ante el rechazo del otro por estar con alguien más: es parte del juego). Lo saben, porque sus conductas los delatan. Y para Agustín, en ese momento, es una obviedad: no es casual que Angela resulte estar "ocupada" dos noches después a su intento fallido de "noche de cumpleaños" (cuando él era quien se encontraba ocupado) luego de tantas disponibles.

El viento desordena su cabello, lo cual le da un look más trashy. No iba a quedarse con el "Hoy no puedo" de ella (en respuesta a su mensaje "Picada y fernet. ¿A qué hora te espero, Ange?"), ni con la negativa de su chica de turno (Jenny); él también se quiere divertir y un viernes a la noche como este es imposible desperdiciar.

Le insistió 1 vez, Ángela se negó y él aceptó. No va a rogarle (se considera una persona práctica y sobre todo madura).


Y si Angela no está entonces estará otra. Ojo, Ange la amiga, está siempre (no como la compañera de cama, que se hace la linda).

Ya en lo de Tincho, Agustin bebe de su fernet (bebida alcohólica favorita, sea Branca, 1882 o Vittone) y trata de no escupirlo mientras sus amigos Fausto y Andy se matan de risa. Tincho, por otro lado, esta arreglando la salida con una pública que se chamuyaba en la costa. En dos minutos tiene asegurada la entrada a la fiesta Bresh, con free y todo. Genio.

El conductor designado es el Andy, que obviamente tomo (porque todos tomaron y se creen intocables como cuando tenían 20 y después de 5 años siguen siendo los mismos boludos). La diferencia es que cuando este toma, es cuando mejor maneja. Algo contradictorio.

Ni siquiera atinan a buscar el celular para encontrar a Tefy (la rrpp), que la morocha les chifla para que se acerquen a ella. Los saluda a cada uno animosamente (a Tincho con mucha más efusividad) y le susurra al oído al patovica instrucciones para que los deje pasar.

Una vez dentro, ocupan sus manos con un par de tragos/porrones de cerveza y se mezclan entre la gente. Tincho al ver a "Tefy" a metros de distancia les susurra que se va un rato con ella. Devolución de favores.

Agustín hace un paneo general de la población femenina que hay en el boliche mientras bebe su fernet con cola (otro más) sentado en la barra, con su semblante despreocupado (aunque sus hormonas se encontraran alborotadas, ansiosas por dar con una compañera para esa noche).

Se detiene cuando alguien capta su atención, luego de tanta búsqueda; una morocha, baja (muy), moviéndose sensualmente (demasiado) junto a otras chicas. Generalmente le gustan más altas, pero cambiar de vez en cuando es divertido.

El juego de luces del boliche hace difícil la visión pero confía en sus instintos. La atracción que siente tiene que estar sustentada. No suele equivocarse y se basa en sus vivencias para decidir encaminarse hacia ella.

A medida que se acerca, las otras chicas se vuelven conocidas. Agus y Minerva, inconfundibles, están demasiado distraídas con lo suyo como para darse cuenta que está sólo a un par de metros. Angela, de espaldas, ni siquiera se lo imagina.

Se frena en seco por un segundo, sorprendido. Nunca le había pasado y creía que nunca le iba a pasar, pero esa noche se fija en Ange, antes de las 4 de la mañana y sin siquiera terminar de recorrer el boliche en busca de otras opciones. Sin embargo, ¿qué más daba?, sabe que con ella la noche terminaría de 10. Sacude su cabeza de un lado al otro, tratando de borrar cualquier pensamiento que pueda volver rara la situación, antes de seguir su camino.

Angela se supone que tenía otros planes más interesantes que juntarse con él, y, en realidad, está en la Bresh, como un manotazo de ahogado para hacer algo (porque Agus y Mine jamás caerían allí sino es de improvisto). Se sonríe, ganador y esta tan cerca de la petisa que sus movimientos se fusionan.

- ¿Cambiando buen sexo por un poco de música? Mal Torres - le susurra en el oído, lo suficientemente fuerte para que ella lo escuche aún con el reggaeton sonando.

Angela pega un respingo y gira, para encontrarse con su mejor amigo vestido de su manera favorita. Permanece inmóvil durante algunos segundo, ¿Qué hace él ahí? Lo odia por arruinar su plan de esquivarlo esa noche, porque a la hora de elegir un destino, el boliche con menos probabilidades al que acudiría Agustín había sido decisivo.

Se supone que ella está ofendida, por reemplazarla por el gato de turno, pero está tan cerca que le cuesta encontrar las excusas lo suficientemente válidas para rechazarlo y no histeriquear con él.

- Obvio, mis amigas son prioridad. Siempre - dice, sonriéndole.

- Yo soy tu amigo - responde recorriendo su hombro desnudo con la palma de su mano. Angela se muerde el labio.

- Pero yo no soy tu prioridad Casanova... Y vos tampoco la mía - y lo palmea, como amigos. Como hacen siempre.

Agus y Mine los miran, sumamente divertidas, mientras el Fausto y Andy se suman a ellas. Que Angela y Agustin histeriqueen en público es novedad.

- Baila conmigo, mala. Me lo debes por mi cumpleaños - se queja Agustin y la castaña frunce el ceño. No hay deudas entre ellos, nunca.

- Eso no fue culpa mía - aclara Ange, evaluándolo con la mirada. Él sacude su cabello y le regala el trago a alguien que pasa. Necesita tener las manos libres.

- Shhhh - murmura y la atrapa por la cintura. Angela se muerde el labio, pero responde al abrazo y comienza a reír. No puede permanecer en esa postura recia mucho más.

Se da vuelta y él acomoda sus manos en su cadera, perfectamente. Están tan pegados que se mimetizan y la morocha sabe perfectamente cómo controlar la situación. Y de repente el calor del ambiente subió 10 grados más.

Jugando con FuegoWhere stories live. Discover now