Parte XXXII FINAL

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Sé que este capítulo no es tan largo como todo el resto de capítulos publicados, ha sido una historia larga, con altibajos y experiencias fuertes. Así que aquí vamos:

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Nikolai Pétrov se paseaba de un lado a otro, la punta del abrigo se movía conforme sus erráticos movimientos tomaban forma por el salón, se veía terrible, estaba delgado, los ojos hundidos en cuencas oscurecidas por el mal dormir que llevaba, la piel se había vuelto grisasea, escupí el humo del cigarrillo con las botas sobre el escritorio, no podía negar que había cierta satisfacción en verle de aquella forma, desesperado, angustiado, ignorante del futuro que le deparaba, volví a aspirar el cigarrillo para ponerle de pie lentamente agarrando mi abrigo desde el respaldo del bergere.

– Mirina – Me llamó mientras me acercaba a la puerta – Mirina... ¡Iri!

Sabini me sonrió satisfecho, podía ver en la dilatación de sus pupilas que la exitacion por tener a Pétrov le ponía más que consumir algún tipo de droga, me acomodé en el asiento estirando mi mano a la taza de té para beber al tiempo en que mordía uno de los canelones hechos por mamá Sabini.

– Acepto – Murmuró después de un rato chasqueando los dedos para que uno de sus subordinados le trajeran un maletín que abrió dejándolo sobre la mesa para que viera su contenido, dejé de masticar, y me obligué a tragar para que lo que estaba en mi boca no se cayera de ella, diamantes, tantos diamantes que cuando sumergí mi mano dentro del maletín mis dedos desaparecieron entre las destellantes joyas.

– Solo tengo una condición para entregarte a Pétrov – Susurré sin observarlo mientras apretaba las joyas entre mis puños.

– ¿Qué?

– Yo quiero matarle – Sonreí, su rostro adoptó una sonrisa tan torcida, degenerada y maliciosa que sentí como mi estómago se contraía en sí provocándome náuseas, asintió.

– Como gustes.

Antía se colgó de mi cuello mientras caminaba con ella hasta la habitación para depositarla en su pequeña cama, sus ojos cerrados me hicieron sonreír al verla tan apaciblemente dormida

¿Podía todo lo planeado traer represalias para mi familia?

La cubrí con el edredón besando firmemente su cabeza para salir de la habitación observando las puertas principales abrirse, Thomas regresaba quitándose el abrigo para colgarlo en el perchero del vestíbulo, se acercó apresurado besándome.

– Ambos están dormidos – Pude ver la decepción en su rostro, me estrechó con fuerza hundiendo el rostro entre mi cuello y cabello para afianzarse a mi cintura.

– Hice todo lo que me pediste – Dejó sus manos en mis hombros para luego tomar mis mejillas – Ollie enviará hombres para darte apoyo mientras estés en lo de Pétrov, y he ordenado que los blinders vayan contigo – Asentí – pero tengo una condición – Lo observé largamente – iré contigo.

– De ninguna forma, no podemos arriesgar la vida de ambos.

– No dejaré que hagas esto sola, de ninguna forma; Arthur vendrá para quedarse en la casa acompañado de algunos blinders, tenemos la ciudad sitiada, nada puede salir mal – Alzó mi rostro para que lo observara.

– Te amo – Me besó con fuerza.

La salsa carbonara era una mezcla exquisita de ingredientes, el sabor fuerte del tocino, y el ajo, la suavidad cremosa de la salsa, comí tranquilamente sentada en la mesa en el medio del edificio abandonado donde Sabini había concertado la reunión en la que le entregaría a Pétrov.

Bebí de mi copa de agua observando el sobre que anunciaba la entrega de mis exámenes sanguíneos del laboratorio, los metí dentro de mi abrigo volviendo a comer para levantar la mirada viendo a Thomas adentrarse con Sabini al lugar, continúe comiendo con una sonrisa.

El tiramisú estaba cremoso, parecía que se derretía dentro de mi boca deslizándose por mi lengua, lo único en lo que podía pensar era en las extrañas circunstancias que habían hecho que decidiera ir con un doctor, deslicé mi mano hasta la servilleta cuando Nikolai Pétrov entró siendo arrastrado por los matones de Sabini al lugar.

Sonreí victoriosa al ver cómo lo arrodillaban a un par de metros de donde yo estaba, su rostro se desfiguró al verme allí, me encogí de hombros.

– No puedo creer que hayas hecho esto – Murmuró con los dientes apretados y el rostro lleno de ira, Sabini apareció prontamente desde una de las habitacion quitándose el sombrero al tiempo en que yo me levantaba de la mesa, busqué con la mirada a Thomas, quien observaba todo desde una distancia prudente. Acorté la distancia deteniéndome justo delante de Pétrov quien mantenía la mirada sobre el suelo – ¿Por qué haces esto?

– Cállate – Susurré observando al hombre que se acercó con una bandeja de plata sobre la cual había una pistola automática, la tomé sonriendo, aún tenía el sabor del tiramisú en la boca.

– Mirina...

– Acéptalo con dignidad, Pétrov – Habló Sabini acomodándose en su posición, cargué el y apunté a Pétrov.

– Esto es porque perdono el hecho de no haber sido capaz de perdonarte a su tiempo – Expliqué amartillando el arma para dispararle justo en la sien, la sangre cayó como gotas en mi rostro y el sonido del cuerpo derrumbándose sobre el suelo hizo que Pétrov abriera los ojos dejando escapar un grito de alivio opacado; dejé el arma sobre la bandeja una vez más, Nikolai alzó su vista temblorosa hasta mi – vete a la mierda Nikolai, y no regreses. Limpien esta mierda; el territorio de Sabini ahora tiene una nueva administración... Por orden de los peaky blinders...

Thomas condujo por la carretera oscura, íbamos en completo silencio, por el rabillo del ojo pude ver que buscaba averiguar qué contenía el sobre que ahora abría entre mis manos.

– ¿De qué son esos exámenes? – Preguntó mientras abrí el papel para leer los resultados, el automóvil se detuvo llegando a la ciudad justo en un semáforo, Sonreí.

– ¿Crees que he estado irritable?

– Un poco, aunque supongo que es normal con todo lo que ha estado sucediendo ¿Qué sucede?

– Al parecer padezco de un desorden hormonal – Expliqué estirándole el papel que se apresuró a revisar, palideció buscando mi mirada, sus ojos azules se habían dilatado tanto que se veían como un par de aceitunas.

– Joder – Susurró.

– Estás cosas pasan todo el tiempo – Dije estirando mi mano hasta la suya – lo bueno es que tenemos unos cuantos meses para prepararnos...

– Mirina...

– Felicidades, papá...

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Gracias a todos por leerme, por sus comentarios, y votos.
It was always about Thomas, siempre vivirá en mi corazón 💕💕💕💕
Los amo.

It was always about Thomas [{Completa}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora