Parte XI

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Capítulo extra largo!

Salí de la casona de los Shelby, observando el Mercedes estacionando a lo lejos, me despedí con la mano de los hermanos que jugaba a la pelota en el jardín para caminar por el camino asfaltado deteniéndome frente al carro, me acerqué.

– Sabía – Sonreí viendo al mismo hombre que me había abordado en el pub tiempo atrás preguntándome por lo que vendía, completamente dormido. Toqué el vidrio riendo cuando dio un salto espantado – ¿Qué vendes, bonito? – Repetí las mismas palabras que él me había dicho esa noche.

– Me cago en la puta...

– Bueno, para ser policía eres bastante estúpido – Señalé con la mirada la placa que sobresalía de su cinturón – debes ser nuevo...

– Bien, me descubriste.

– Por imbécil. ¿Crees que no sabemos qué están vigilando?

– ¿Te llevo? – Di la vuelta para subir del lado del copiloto – supongo que es si – Se restregó la barba acomodándose el gorro burdeo de lana para encender el motor – ¿A dónde?

– Ya sabes dónde estoy – Comenzó a conducir observándome de reojo – ¿Qué? Te gusta nada más mirar ¿no? Tenerme cerca te pone nervioso.

– Sé a qué te dedicas Mirina Doyle.

– Uuuy te sabes mi nombre completo – Reí observando por la ventana.

– Sé lo que hacen los Shelby para mantener esa hermosa casita.

– Todos lo saben – Sonreí observándolo – se dedican a la exportación de autos desde 1922, Arthur y John tienen una constructora bastante reconocida.

– ¿Y tú qué? – Detuvo el auto en el sitio baldío junto al embalse, apagó el motor, estiré mi mano a su camiseta gris atrapando el micrófono para lanzarlo por la ventana acercándome a su oído.

– Yo vendo la droga de los Shelby y las armas de los italianos – Susurré solo para él mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja, bajé del automóvil.

– Mirina – Se bajó del auto tras de mí siguiéndome – voy a atraparlos y encerrarlos.

– Vi i itripirlis i incirrirlis – Me burlé abriendo la puerta de mi casa y lanzando la chaqueta de cuero negro adentro para quitarme las converse del mismo color y desabotonar la blusa, sonreí cuando pestañeó largamente para observar la piel bajo la blusa – ¿Te gusta?

– E.e.e.e – Se aclaró la garganta – estoy en servicio – desabotoné el jeans guiñándole un ojo.

– Tu superior es el Sargento Alfred Smith ¿Verdad? – Asintió torpemente sin dejar de observarme jugando con el borde de mi blusa para dejarle ver la piel de mi estómago – Dale mis saludos y recuérdale que lo veo el martes de la semana siguiente – le guiñé un ojo metiéndome de espaldas a la casa para cerrar la puerta.

Sonreí.

Me giré en el belgere luciendo mi camiseta blanca con un estampado con la leyenda "A.C.A.B" subí los pies al escritorio al escuchar llegar al dueño de la oficina, el sargento Smith me observó cerrando rápidamente tras de sí.

– Uno de tus hombrecitos está tras de nosotros – Hablé rápidamente inclinándome para dejar el bolso de cuero sobre el escritorio – Vigila la casona.

– ¿Robert? Es solo un muchacho obsesionado con el tráfico de drogas. No es peligroso.

– Quiero su expediente – Me levanté del belgere acercándome a la puerta – que él lo lleve a mi casa.

It was always about Thomas [{Completa}]Where stories live. Discover now