Nothing - The Script

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Dejé caer mi bolsa en la superficie del escritorio, junto con un suspiro y una mueca de aburrimiento y cansancio.

"Buenos días." Canturreó Anne sin levantar la vista.

"No son buenos, todo menos eso." Me senté en la silla que estaba destinada para los pacientes en las citas médicas y me dejé escurrir hasta estar prácticamente tumbada.

"Hoy le tengo que hacer un par de entrevistas a posibles trabajadores. ¿Te podrás hacer cargo de los niños mientras estoy ocupada?"

Resoplé y asentí.

"Casi se me olvida." Dijo Anne mirándome y tendiendo una mano, como exigiéndome que le diese algo.

"No, por favor."

"Vamos Emma. No seas infantil." Estiró su brazo aún más. Alargué un gemido de descontento y le entregué mi reproductor de música. "Muy bien, ahora vete. Tienes trabajo."

Te odio, te odio, te odio. Repetí en mi cabeza una y otra y otra vez mientras salía por la puerta del despacho, arrastrando los pies y jurando que algún día se arrepentiría de haberme quitado mi reproductor de música.

Estaba tan sumida en las miles de formas en las que iba a llorar cuando llegase a mi casa, que no me di cuenta de que uno de los chicos a los que Anne iba a entrevistar estaba esperando en la puerta del despacho. Choqué con él y por poco caí al suelo, pero consiguió agarrarme de una muñeca antes de que hiciese contacto con las baldosas.

"¡Más cuidado!" Dijo mientras tiraba de mí, tratando de colocarme sobre mis pies.

"L- Lo siento." Me levanté y pasé una mano por mi pelo. Evité su mirada y continué caminando, sin querer siquiera mirarle a los ojos.

"¡Emma!" Tres niñas pequeñas se lanzaron a mis piernas, reí situándome de rodillas delante de ellas para poder mirarlas.

"¿Os habéis tomado ya el desayuno?" Intenté buscar a la otra enfermera que trabajaba con Anne por las mañanas y en efecto, estaba colocando unos platos encima de otros para poder llevarlos de vuelta a la cocina.

"¡Michael nos está esperando!" Kara tiró de la manga de mi camiseta, apartando a las otras dos niñas para que pudiese prestarle atención a ella.

"Es muy pronto, estará durmiendo."

"No, está esperándonos."

Después de convencerme de que, tarde o temprano tendría que conocerle, levanté a Kara y la cogí en brazos mientras comenzaba a caminar.

En la sala 19, entre paredes blancas con posters de algunos grupos conocidos y máquinas de refrescos, sentado en un sofá de estampado a cuadros, pude ver una melena verde que se movía al ritmo de la canción que sonaba en una de las radios.

Me acerqué lentamente, con miedo de la reacción que pudiese tener o de lo que pudiese pasar.

Él levantó la vista lentamente, escaneándome con una suave sonrisa en sus labios. Pestañeó mirandome directamente a los ojos antes de bajar su vista a la niña pequeña que se enganchaba a mi cuello.

Kara saltó de mis brazos para poder sentarse sobre el regazo de él.

"Michael, Michael, Michael." Repetía constantemente tirando del cuello de su camiseta. "Ella es Emma, tu nueva novia."

Reí y me acerqué para poder tender una mano a modo de saludo. "Encantada de concerte." Me dio un ligero apretón de manos sin dejar de mirarme.

"A Michael también le gustan las bocas esas." Dijo ella señalando el logo de Rolling Stones que adornaba el centro de mi camiseta negra. Sonreí y me senté encima de la mesa de café que quedaba enfrente del sofá. "¿Queréis que me vaya para que podáis hacer cosas de novios?"

"Kara, no somos novios. Acabamos de conocernos." Reí mirándola.

"¡Pues ya está! ¡Yo me voy y os hacéis novios!" Saltó del regazo de Michael y comenzó a correr hacia la salida. Suspiré mientras la veía alejarse por el pasillo.

"Bueno... ¿Qué tal?" Pregunté mirándole.

Michael se encogió de hombros, como si no le interesase mantener una conversación conmigo.

"Y... ¿Cuánto tiempo llevas aquí?" Traté de salir de aquella incómoda situación de alguna manera. Él solo repitió el gesto de los hombros y continuó perforándome con la mirada. ¿Qué narices le había hecho? Yo tampoco tenía ganas de conocerle, pero lo había hecho por educación. "De acuerdo, no entiendo qué pasa. ¿Estás bien?"

Él hizo una mueca, formando una línea recta con sus labios. Seguidamente se señaló la garganta.

"¿Qué?" Pregunté confusa.

Él rodó los ojos y sacó un móvil del bolsillo trasero de sus pitillos negros. Tecleó algo antes de tendérmelo para que pudiese leerlo.

"Soy mudo."

Se me revolvió el estómago y se me abrieron los ojos de par en par inconscientemente.

"Lo siento." Susurré. "¿Desde cuándo?"

Repitió la acción de escribir en el teclado del teléfono y seguidamente me lo devolvió.

"Desde hace cuatro años."

Asentí lentamente y abrí la boca para decir algo, pero de repente, la sala se llenó de ruido. Levanté la vista para ver a un grupo de chicos y chicas que entraban a la habitación. Uno de ellos iba en silla de ruedas y otros dos arrastraban un bastón, chocándolo contra todo lo que se ponía en su camino para no tropezarse. Una voz familiar me sacó de mis pensamientos.

"Tío, dicen que hoy entran nuevos empleados, y que hay una que está muy buena." Giré la cabeza para poder mirarle, llevaba las mismas gafas negras del día anterior y una bandana de color verde sobre su frente, apartando los rizos que le caían por encima de los ojos.

Michael colocó una mano sobre su rodilla y le dio ligeros apretones.

"¿Qué? ¿Dónde? ¿Hola?" Estiró un brazo, tratando de encontrar a alguien.

"Hola, Ashton." Reí agarrando su mano para que supiese que estaba ahí.

"¡Emma! ¡Hola! ¿Qué tal estás?"

"Muy bien, ¿y tú?" Sonreí admirando los hoyuelos que se formaban a cada lado de su cara al sonreírme.

"Ahora genial." Rió. "Has venido justo a tiempo, están apunto de llegar los demás."

"¿Los demás?" Pregunté. "¿Quiénes son lo-"

"¡Buenos días!" Una voz irrumpió en la sala, y su dueño se lanzó al sofá donde estaban Ashton y Michael sentados. "Oops, pero si hay una nueva, ¿cómo te llamas?" Su mirada nerviosa buscó la mía.

"No soy nueva," Sonreí. "trabajo aquí. Me llamo Emma."

"Encantado, soy Paul." Me dio un ligero apretón de manos y volvió a recostarse en el sofá de cuadros donde ahora había mucha más gente atenta a lo que pasaba.

Ashton comenzó a presentarme a todo el mundo, sin necesidad de que alguien le echase una mano. Estaba Paul, que, según él, era un iniciado en el arte de estar ciego con muy pocas probabilidades de seguir adelante. También estaba Darina, que seguramente se iría esa semana debido a que su parálisis en las cuerdas vocales se estaba perdiendo y podría volver a casa dentro de poco.

Y con ellos, Chris, Alexandra, Jess, Stephen, Alisa y otras muchas más historias que conocí y aprendí en menos de diez minutos.

Ashton seguía presentándome a más gente cuando Knee Socks de Arctic Monkeys comenzó a sonar. Nadie le prestó atención, ya que estaban atentos a la enfermedad de los tímpanos de Roger. Pero yo no pude evitar apartar la vista durante unos segundos, ya que, justo cuando la voz de Alex Turner comenzaba a cantar la primera estrofa, alguien entró en la sala. Las manos en sus bolsillos delanteros y la mirada en el suelo, caminando a cámara lenta hacia donde estábamos todos. Claro que él no se esperaba que yo estuviese allí. Movió lentamente su cuello para poder levantar la vista, y, fue en ese momento, cuando sus ojos encontraron los míos.

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AAAAAAAAHHHHHHH ESTOY CHILLANDO EN 70 IDIOMAS DISTINTOS

Do you hear me? || c.h ((editando))Where stories live. Discover now