10- Silencio

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¿Como había aceptado? Era la madrina de los gemelos de Enji y gracias a eso Airi estaba que se ahogaba de la risa. Miraba al pequeño Touya que trataba de dar pasos, amaba a los gemelos.

Los bebés cumplirían un año en un par de meses, Airi jugaba con Fuyumi que hacía algo raro con su lengua y trataba de imitarlo, entre una bebe de diez meses y Airi de 24, definitivamente la bebe era más madura.

— Sigo sorprendida de que sean tus ahijados. - comentó la Hayashi mayor.

— Era de esperar... - empieza a decir en un tono triste- La vida me odia.

— Rei es una perra.

— ¡Oye! No digas eso de su madre frente a ellos. - se quejó Eimi mientras tapaba los oídos de la pequeña albina.

Airi soltó una carcajada y tocó las mejillas de la pequeña Fuyumi, la bebe empezó a reir ante el contacto.

— ¿La madre de quien es una maldita perra? ¡La tuya! - Fuyumi aplaudió ante las gracias que le hacía la mujer de cabello rosado. Airi levantó la vista y vio la mala cara que tenía su hermana menor.

— Eres una horrible persona. - escupió molesta. Airi no se medía al momento de decir o hacer algo.

— ¡Gracias!

-.-.-.-.-.-.-.

Enji colocó a Touya en su cuna y Eimi repitió aquella acción con Fuyumi. Como madrina cuidaba a los bebés un día a la semana ya que Rei iba a llevarle medicamentos a su padre y Enji como héroe #2 tenía bastante trabajo, ademas a la chica de ojos rojos le encantaba pasar tiempo con esos hermosos bebés.

Eimi estiró su brazo y agarró su hombro. Fuyumi no era tan pequeña y ya estaba empezando a presentarle dificultad el cargarla.

— Gracias por hacerlo. - dijo el pelirrojo rascando su nuca. Sin importar el tiempo que pase siempre que estaba cerca de la pequeña mujer, se sentía nervioso.

— Quizás cuando tus hijos digan sus primeras palabras no me agradezcas con ese entusiasmo. - comenta con una mueca.

— Airi... - dice más como afirmación que como pregunta y la chica asiente con una expresión de pena. El héroe de fuego negó con la cabeza pensando en la clase de atrocidades que la Hayashi mayor era capaz de decir frente a sus hijos.

Eimi le sonrió, ella intentaba dejar el pasado atrás pero era difícil cuando el pasado estaba frente a ella sin camiseta.

Estaba empezando a sudar y lo notó porque sentía su flequillo pegándose a su frente. Dio media vuelta y empezó a caminar a la puerta, si continuaba en ese lugar iba a terminar cayendo como las anteriores mil veces.

Justo antes de llegar a la puerta el hombre tomó su mano.

— ¿Que pasa? - cuestionó mirándolo a los ojos. Algo dentro de ella le gritó que saliera corriendo. Desde la pelea que ellos tuvieron hacia meses a penas estaban juntos sin sentirse completamente incómodos.

— Detén esto. - pidió más como súplica que como orden. Eimi empezó a temblar.

— Me casaré y no hay nada que puedas hacer para que yo cambie de opinion. - respondió la Hayashi menor. Enji llevó la mano de la chica al lugar donde estaba su corazón, Eimi pudo sentir los latidos.

— ¿Acaso quieres romperme el corazón?

— Tu rompiste el mío primero.

Esa frase causó un incómodo silencio para Enji, la chica tenía toda la razón en sus argumentos y el solo deseaba regresar el tiempo para detener su propia boda, sin Eimi ser el número uno no tenía ningún sentido.

El rojo y el azul chocaron. Ya Enji no tenía más que perder así que la besó, al principio ella opuso resistencia pero fue inútil y terminó siguiendo el beso que nunca admitiría que anhelaba.

Eimi colocó sus manos al rededor del cuello del hombre y lo atrajo más a ella, como respuesta Enji la levantó en sus brazos. La llevaba a algún lugar que ella no prestaba atención por estar concentrada en sus labios.

Estaba debajo de Enji y debajo de ella un cómodo colchón. Estaba en su cama. La cama de el y Rei. Lo alejo de sus labios.

— Esto no está bien. - dijo mientras sentía la mano del hombre viajar de su pierna al interior de su falda.

— Pero así se siente.  - murmuró el hombre contra sus labios mientras pasaba un dedo por aquella perla de placer de la chica.

Un gemido salió de sus labios, cosa que la hizo perder toda su dignidad. Enji sabía bien que hacer y cuando hacerlo para tener el control.

Al diablo la cordura fue lo que se dijo a sí misma cuando sintió el pene de Enji frotarse en su intimidad. Lo entró lentamente y ella sintió como el hombre se corrio con solo meterla.

Una risilla se escapó de su garganta ante eso.

No duro mucho pues el empezó a embestirla con fuerza. El placer que ambos sentían cuando sus fluidos se fundían era algo que no tenía comparación.

Los dos gemían. Esta vez se corrieron a la vez y la chica podía sentir todo eso bajando por su trasero hasta la cama, una extraña satisfacción se apoderó de ella y no solo por el orgasmo.

— Te amo. - dijo Enji besando el rostro de la chica.

Ella no dijo nada

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Ardiente Veneno- Enji Todoroki / EndeavorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora