Nati Craspro (y al revés)

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La suavidad de la almohada era tentadora. El abrazo de las sábanas era imposible de dejar atrás. Y el sonido de la alarma, allá, en el escritorio al otro lado de la habitación, era cruel para ella.

Se levantó, lo que es una forma bonita de decir que arrastró los pies en dirección al ruido infernal. Deslizó el dedo índice por la pantalla del móvil hasta hacer que el silencio regresara. Entonces, volvió a la cama y el sopor del sábado la tironeó, invitándola a cerrar los ojos.

Adiós al propósito de empezar el día libre más temprano.

Volvió a despertar al mediodía, con la luz del sol en su cara. Los vecinos habían puesto la música a todo volumen. Luis Fonsi proponía hacer las cosas muy despacito. Ella le hizo caso, como para no desentonar. El buen gusto se lo quedaban debiendo para la próxima, pero no podía exigir si no era su propia música.

Se bañó, pensando en la historia que debía actualizar ese día. Los personajes habían quedado estancados en una situación incómoda. Ella debía resolver eso o complicarlo más. El asunto es que no se le ocurría nada para hacerlo interesante.

Así que, al salir de la ducha, se puso lo más simple —lo primero— que encontró, se sentó frente al teclado y esperó. Esperó, largos minutos, a que la gran idea viniese a su cabeza. Sin mucha suerte.

Sus manos se retorcían de ansiedad por volver al teléfono. Y la idea no llegaba. Su almohada la llamaba a gritos. En su cabeza, nada. La gatita de la casa ronroneaba, a sus pies, sugiriendo mil planes de juegos. Ella seguía en blanco.

En un momento, sintió la primera señal.

Al instante, suspiró, resignada. Había confundido el abrazo de la musa con el apretón del hambre y el capricho de una cena con pasta.

Se levantó de su silla. Que la idea llegase mientras tanto.

Cuando se dio cuenta, había pasado una hora en la cocina. La siguiente hora se fue entre la limpieza —porque nunca sentía tantas ganas de limpiar la casa como cuando tenía otras cosas que hacer—. Pasada la medianoche, volvió a la pantalla en blanco, donde el cursor titilaba, impaciente.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

¿Quéhacerquéhacerquéhacerquéhac...?

Los personajes seguían ahí, suspendidos. El tiempo pasaba lento para ellos, tan lento que se sentía como detenido. Para la escritora, en cambio, las horas se escapaban como agua entre los dedos.

Cedió, al fin, a una de sus mayores tentaciones. La página de reproducción de video más grande del mundo y sus alrededores la recibió con sugerencias alocadas en el inicio.

«Será mi fuente de ideas, por esta vez. Solamente esta vez» se mintió, esperanzada con que vicio y deber se pudieran fusionar un rato.

Cuando volvió a ser consciente, había pasado una semana entera ahí.

Lo supo, porque una idea asomó con timidez, desde el reloj de pared en la cocina. Ella quiso correr a anotarla, pero no llegó a tiempo. La siguiente tarea distractora llegó de inmediato.

«¿Y si ordeno la ropa de mi placard por colores?».

Cuando regresó a su intención original, dos meses enteros se habían ido.

Al año, de casualidad, logró completar la historia que venía escribiendo. Encontró la idea de rebote, durante una sesión veraniega de manicura para su gato. Luego, cerró los ojos y volvió a abrirlos en invierno.

Ya tenía la nueva premisa para su siguiente historia. Y mil ideas de cómo distraerse, también. Le quedaban por organizar sus vestidos por fecha de compra, los platos por tamaño y las macetas del patio.

***

Relato escrito para mi autodesafío de fin de año. Chau 2018. Hola productivida... zzzzz...

Uy, empecé a escribir esta ¿autocrítica? ¿anécdota? cuando todavía ni había guardado las cosas para mudarme de mi vivienda anterior. Me pasa en los últimos tiempos que las horas se pasan volando, los días, ni qué decir de los meses. Pero no es excusa para mi falta de actividad por acá.

Vuelvo, con más de este desafío y algo de las Cinco líneas de Adella Brac, además de un autodesafío llamado Febrero carmesí. Los invito a leer las futuras publicaciones. Espero no haber perdido del todo el toque.    

El sueño de la pluma blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora