Capítulo 7: "Estoy bien"

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Goku cerró la llave del agua. La sangre seguía corriendo, pero realmente no le importaba ya. Suspiró con cansancio y tomó una toalla de papel del dispensador para limpiar el exceso de líquidos de su brazo. Lo tiró y salió del baño.

¿Y si alguien lo veía sangrando y llamaba a un maestro? No le interesaba. A veces llega el punto en el que no importa nada, sólo dejas fluir la vida a su antojo. Pero al parecer la vida le daba camino libre si quería suicidarse en silencio, los pasillos estuvieron completamente vacíos, no se topó con nadie en toda su trayectoria hacia su habitación.

Al llegar cerró con seguro, confiado en que su compañero llevaba su llave. Se recostó en su cama y dejó sus brazos colgando a un costado, mientras la sangre goteaba al suelo.

Quería llorar, pero no lo hacía. Sus lágrimas se habían agotado, o quizás sus ojos estaban demasiado irritados y cansados que eran incapaces de producir más. ¿Y qué hay de su cabeza? Dolía demasiado, sentía fuertes mareos, pero no quería descansar. No, mejor dicho era incapaz de hacerlo, porque no importaba cuánto durmiera el desgaste seguía ahí, el dolor seguía ahí, la culpabilidad seguía ahí...

Se estaba matando de una forma muy cruel.

Se estaba matando lentamente.

* * *

—¿Y con quién compartes habitación?—mencionó de la nada Gotenks al ver la cama vacía al otro lado de la alcoba.

—¿Eh? Bueno, en realidad estoy solo—dijo viendo hacia abajo—. La cantidad de estudiantes es un número par, pero mi compañero pidió un cambio. A final de cuentas la directora nos dejó una habitación para cada quien—desvió la mirada al sentir los ojos negros del menor fijos sobre él—. Además me dijo que quedan muchas habitaciones vacías, y sólo faltan dos estudiantes ya confirmados para que asistan.

—Tal vez suene ridículo, pero...—empezó a reír, captando su total atención—. Algo me dice que tu excompañero era la cerecita.

El castaño se sonrojó un poco, más que nada por la vergüenza, inevitablemente había adquirido una sensación de "me descubrieron".

—¿Cómo lo supiste?—atinó a preguntar, dándole también la respuesta que pedía.

—Pues... No le temías y decías conocerlo. Y él parecía tenerte cierto... ¿respeto? A decir verdad no sé cómo decirle, el punto es que no quería problemas contigo—le acarició el brazo, intentando calmarlo.

—Hizo amigos rápidamente, ehm, del club de baloncesto, creo. Hace unos días hicieron una fiesta, aquí, pero como ya sabes yo no soy muy social. Terminé yéndome casi al inicio. No soporté tantas personas en un lugar tan pequeño como éste—miró al menor—. Me fue a buscar preguntándome cuál era mi problema, y le dije la verdad, que no quería estar ahí... No insistió, supongo que sí notó que no hablaba mucho, y no sólo en la fiesta, sino en general...

—¿Y no te sientes solo?

—En realidad no, es como en casa. Mis padres trabajando todo el tiempo y mi hermano mayor saliendo a cada rato con su novia. Casa sola.

—Vaya...—susurró—. Si algún día te sientes mal o necesitas compañía, puedes buscarme. Mi habitación es la 114, está en este mismo piso—el castaño le dedicó una sonrisa—. Mi compañero se llama Goku y...—cayó en cuenta de algo y se puso de pie inmediatamente—. No...—susurró.

—¿Sucede algo?

—No, sólo recordé que... Hiroshi, tengo que irme. Quizás vuelva más tarde o mañana. ¿De acuerdo?—lo vio a los ojos.

Mi dulce ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora