-PICTADURA-

-Pictadura 3-

Claudia se decide y empieza a caminar en dirección a la puerta de la cuál procede el extraño sonido.

Como en la bolsa no había zapatos tiene que manchar sus pies ―delicados pies― con la sangre que tiñe el suelo blanco. En un par de ocasiones resbala y piensa que va a caer, pero recupera el equilibrio y sigue caminando.

No lo hace muy rápido, pero sí firme y constante.

Todo es silencio.

Vemos a una joven rubia caminar hacia la única puerta.

Quizá la única escapatoria.

El ruido del motor es cada vez más fuerte, ya que estamos ahora más cerca que antes ―o quizá es porque han dado más potencia al motor―.

Sea lo que sea, el sonido llega a hacer vibrar el estómago de la chica, también el nuestro.

Algo muy grande hay al otro lado, o algo lo suficientemente fuerte como para emitir ese ruido.

¿Qué será?

Claudia por fin ha llegado a la puerta y la abre sin más dilación.

No desea seguir manchándose sus pies con sangre.

Al otro lado no hay otra habitación, no hay ningún pasillo.

Ni siquiera un hangar, una base subterránea o un aeropuerto.

Lo que hay, lo que nos encontramos es un desierto. Infinito, inmenso.

Y allí, en mitad de todas esas rocas y arena que baila sin cesar con ayuda del viento se encuentra el origen del ruido.

Un avión de pasajeros Airbus A320... ¿Qué demonios hace ese aparato allí, en mitad de la nada, esperándola a ella? Porque está claro que le está esperando a ella, sólo hay que discurrir un poco para llegar a esa conclusión. 

Aún con los pies manchados de sangre, Claudia los pone sobre la caliente arena del desierto.

Pero hay algo que le llama más la atención además del avión: el lugar del que acaba de salir.

Da media vuelta y puede ver que el edificio. Se trata de un gigantesco cubo blanco sin ventanas, con una única puerta ―la que ella acaba de usar para salir―.

La voz masculina que le hablaba desde el aire ―que ahora sería el techo/tejado del edificio― se debía encontrar allí, pero ¿cómo llegar hasta él? Habría más entradas en los otros lados del cubo, es la respuesta más lógica...

―¡Claudia! ¡He sido yo el que te he hablado! ―grita un chico desde la puerta del avión―. ¡Vamos, no perdamos tiempo!

Claudia le mira y no sabe si hacerle caso.

Es un completo desconocido, pero...

¿Y quién es ella?

¿Sabe Claudia quién es ella misma?

¿Y si ese no es su verdadero nombre?

¿Acaso ella tiene un pasado?

Seguramente esté trate de recordarlo, pero por la cara de extrañeza que pone seguramente no lo consiga.

Mira al edificio, mira al avión, mira al chico.

Mira a su alrededor, al desierto.

Incluso mira sus manos y sus pies.

Se echa las manos a la cara y seguramente se diga a si misma: "¿Por qué yo?”

¿Por qué Claudia?