Capítulo 11

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Aunque sabía que los Albu se enfadarían al ver un nuevo brujo en su casa, me parecía que Tesla tenía razón. Al fin y al cabo, había vivido parte de lo ocurrido aquella noche y aunque no hubiese luchado, sabía lo que había pasado en el lugar. Le necesitábamos como principal testigo de los hechos. Con eso, los tres nos tomamos de las manos y nos teletransportamos hasta la puerta de la inmensa mansión Albu. El mayordomo de la familia se encontraba allí para abrirnos y darnos la bienvenida.

-Hola de nuevo, señorita Helsing y señorito Jet.-miró a Tesla con extrañeza y solamente suspiró. Supuse que sabía también la reacción que iban a tener los hermanos vampíricos.

-¿Qué pasa, Alfred? Hale, toma una propinilla por esperarnos aquí a la intemperie, machote.-dijo Ralen metiendo un billete en el bolsillo de la camisa del mayordomo.

-Es Alexandre, señorito...-susurró.

Entramos en la mansión seguidos del mago eléctrico quien miraba a todas partes alucinado. Parecía un niño pequeño visitando un parque de atracciones. Ezra y Kora nos esperaban en la sala de estar de la casa, una gran habitación con un ventanal a la izquierda por el que entraba mucha luz natural y con unos sillones blancos impolutos situados alrededor de una mesa baja beige con patas de madera oscura. Frente a estos sillones, había una televisión de pantalla plana empotrada en la pared rodeada de dos estanterías negras, en la de la izquierda con revistas de chicas amontonadas junto a fotos familiares, y libros varios en la derecha. Se notaba cual era la parte de cada hermano.

Kora vestía con un pijama de color lavanda con pantalones blancos estampados de flores mientras que Ezra solo llevaba un albornoz blanco con una A bordada en hilo dorado y cuya manga derecha resbalaba de su hombro pálido. Ella leía cómodamente una revista y Ezra buscaba material de caza en internet.

La chica levantó la mirada y frunció el ceño al ver a otro brujo nuevo en su casa.

-¿Y el tío este quién es?-preguntó despectivamente. Ezra miró a Tesla con indiferencia para luego continuar con lo que estaba haciendo.

-Me parece que es un brujo.-contestó.

Kora se levantó, acomodando sus pies en unas tiernas zapatillas de unicornios blancas y se acercó a nuestro acompañante. Tesla era bastante alto, midiendo más incluso que Ralen quien ya era muy alto. Imaginé que la altura del brujo eléctrico oscilaría alrededor del metro y noventa centímetros. Kora, sin embargo, era muy corta de estatura sin sus tacones, parecía más pequeña que yo, más o menos de un metro y sesenta centímetros de alto.

Tesla estaba cruzado de brazos mirando a la vampiresa con una sonrisa mientras que ella realmente tenía una expresión de enojo.

-Más brujos en mi casa no, lo siento. Esto no es un hostal, ya te estás yendo por donde has venido.

-Mira, niñata-intervino Ralen-, se llama Tesla y le necesitamos ahora mismo.

-¿Y eso por qué?-cuestionó Ezra sin apartar la mirada de su portátil.

-Los dracógenos han atacado el aquelarre de Rahatis, una gran bruja muy conocida y Tesla ha estado allí. Solo él y otra chica han sobrevivido al ataque, que sepamos.

El silencio invadió la estancia, expandiéndose por toda la gran mansión como el viento frío de invierno. Ezra cerró su portátil, lo dejó a un lado y se levantó del sofá, acomodando su albornoz y saliendo del salón maldiciendo en rumano.

-Está bien-dijo, haciendo un mohín-, se queda, pero solo lo suficiente para recabar información. Luego, si quiere asilo, que vaya a tocar la puerta de alguna anciana viuda. Yo suficiente tengo con un brujo...

Cuento de un cazadorWhere stories live. Discover now