Capítulo 10

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   Bajé a desayunar con el resto acompañada de Ralen, quien tenía el rostro cansado. No estaba segura de si debía preguntarle por la noche anterior, ya que aunque me preocupaba, parecía haber sido una fuerte pesadilla.

También tenía varias preguntas sobre Ezra, el muchacho vampírico con el que estuve toda esa noche en el bosque. Aún me reconcomía la curiosidad de qué rayos le hacía su madre en su niñez. Seguramente eso sería un trauma para el vampiro y la causa de su perenne seriedad. Ambos chicos eran misteriosos en su totalidad y no parecían querer decir absolutamente nada sobre sus pasados. No dudé en ningún momento que mi curiosidad por ambos hacia de mí una cotilla, pero también tenía en claro que ambos me transmitían un poco de preocupación.

Al llegar al comedor, me senté junto al brujo, quien masticaba una tostada con mermelada mientras miraba sus redes sociales en el móvil, como si fuera un adolescente normal. Cualquiera diría que en realidad tenía más de ochenta años. Tenía los pies encima de la mesa, lo cual se notaba que molestaba a los hermanos Albu en gran medida, pero ninguno de los dos decía nada. Se limitaban a mirar con asco a Ralen y a desayunar con normalidad.

En ese momento, mientras Ralen seguía mirando su móvil y yo tomaba mi café, el móvil del pelinegro comenzó a sonar con Zombie de The Cranberries como tono de llamada. El chico chasqueó la lengua y se quejó en voz baja, para luego coger la llamada.

-Tesla, tío, ¿a ti te parece que son horas de llamar por teléfono? Que son las ocho y media, chaval, que si no llego a estar despierto te juro que te partía la cara.

-Le parece pronto despertarse a las ocho y media...-murmuró Ezra, recogiendo los platos de él y su hermana. Kora terminaba de beberse su zumo de naranja natural.

-Habla más lento, que seas brujo eléctrico no quiere decir que tengas que ir a la velocidad del rayo-Ralen rodó los ojos y se levantó de su asiento, empezando a dar vueltas de lado a lado.

Ezra se quejaba en rumano todo el rato, por lo que no me enteraba de nada y Ralen torcía su expresión cada vez más a un semblante aprensivo. De repente se detuvo en seco, se despidió de Tesla y colgó la llamada. Yo le miré un tanto preocupada y le pregunté qué pasaba con su amigo a lo que él simplemente contestó que debía irse.

-Sí, por favor, márchate y así dejas la casa tranquila y no tengo que verte ese careto de brujo tuyo-decía la vampiresa entre risas de gozo. Realmente parecía encantarle la idea de que Ralen no estuviera en la mansión Albu.

-Me importa bien poco lo que me digas ahora mismo, Kora, solo tengo que irme.

Yo me acerqué a él y le tomé del brazo para detenerle. Quería ir con él, quería saber que estaba pasando, lo necesitaba.

-Déjame acompañarte-le pedí.

-Lusy, tengo que ir solo.

-No, me niego.-dije segura de mis palabras. Ezra y Kora nos miraban estupefactos, ella más que él.

-Deja que vaya-me defendió el vampiro-.Ya que la llevaste a conocer el aquelarre y está metida en todo esto, tiene derecho a saber qué ocurre. Que conste que a mí bien poco me importan esos brujos...

-Y con eso, el vampiro abandonó la sala y su hermana con él. Ralen chasqueó la lengua un poco molesto y acabó por acceder.

-Está bien, te advierto, la primera vez que te teletransportas con magia te mareas. No me vomites en las botas.

-¿Qué?

Pero antes de que me pudiera contestar, el brujo me tomó de las manos y de repente, todo el lugar comenzó a retorcerse a nuestro alrededor. Luego la imagen de las paredes de la casa Albu se difuminó hasta ser imposible de ver y, cuando todo volvía a la normalidad, ya no estábamos en esa enorme mansión vampírica, si no en la entrada del bar que había visto aquella noche con Ralen. Ciertamente, la cabeza me daba vueltas después de eso; sin embargo, mi acompañante no parecía inmutarse en absoluto.

Cuento de un cazadorWhere stories live. Discover now