— Perfecto. Entremos, Jimin.

No era algo que le pasaba muy a menudo porque intentaba no concurrir a recintos así, pero en ese momento se sentía demasiado fuera de lugar, sobre todo una vez que entró en la cafetería con paredes rosas pulcras y tomó asiento en una de las mesas para dos bajo la mirada atenta de los camareros del lugar. Todo estaba perfectamente ordenado y limpio, muy contrario a lo que era Jimin con su cabello enmarañado y ropa vieja.

Ya, entendía que la ropa andrajosa no era bien vista, pero no era necesario que le mirasen como si fuera a robar el lugar o provocar un escándalo. 

Frunce el ceño. Lo que tenía que hacer por algo de comida.

— ¿Qué deseas? —Pregunta el castaño estirando la carta con su mano derecha.

Jimin no toma el pedazo de plástico. Quizá no era lo mejor para la ocasión admitir que apenas sabía leer algunas frases porque nunca le llevaron a la escuela de manera apropiada en el orfanato en el que se crió. Así que se hace el tonto, era una buena técnica para desviar la atención.

— Cualquier cosa —contesta y desea que aquello sea suficiente.

Espera que el chico diga algo, pero simplemente recibe otra de esas sonrisas que le viene regalando desde que se conocieron en la florería. Le parecía extraño que alguien le mirase de esa manera sin poner una mueca de asco durante todo ese tiempo y se preguntaba a sí mismo si las mejillas no le dolerían después de sonreír tanto.

— Pediré cafés y pasteles —avisa el chico y luego llama al camarero. 

Jimin mira por la ventana para evitar las muecas del chico que los atiende una vez que este último se acerca a la mesa. Sabe lo que hacen y sabe que si no viniera acompañado nunca lo habrían dejado entrar al lugar, pero no había mucho que pudiera hacer al respecto. Tan solo comería y se iría de allí lo antes posible para dejar de toparse con ese tipo de personas que parecían creer que el vivía de esa forma por amor al arte.

— ¿Estás bien, Jimin?

La voz de Jungkook le hacía sentir raro.

— Sí —responde aunque sin dejar de mirar el ventanal—. Espero que traigan la comida rápido.

— ¿Te haz estado alimentando bien?

Podría decir la verdad, pero revelar mucha in formación no era su estilo, sobre todo si era alguien a quien no conocía en absoluto.

— Sí —miente—. Solo he venido por lo mucho que insististe ayer.

— Me alegró que lo hicieras. Perdón si te moleste ayer, Jimin.

Si le hacían un análisis a Jungkook arrojaría de inmediato que parecía un actor de películas con aquella chaqueta de mezclilla, camisa negra, sus ojos brillantes y sonrisa resplandeciente. A Jimin no le costaba imaginarse lo que todos se sentirían al verlo una vez que se topan con él y era muy distinto a la realidad que debía enfrentar cada día. Mientras la gente en la calle pasaba por su lado fingiendo que no existía, a Jungkook se volteaban a observarlo, o más bien a admirarlo, por su belleza y la luz que parecía emerger de su cuerpo.

Eso si que nunca le había sucedido, a menos que quisiesen tratarle mal.

— Creo que debe parecerte raro que te haya invitado a desayunar, ¿no? Quizá debería presentarme mejor. Soy Jeon Jungkook, estudio en la Universidad que esta a una cuadra de aquí y siempre vengo a esta cafetería —obviamente termina esa introducción con una sonrisa y Jimin hace una mueca—. ¿Qué me dices de ti?

El más bajo niega con su cabeza.

— Soy Jimin.

Sinceramente era una buena broma aquella escena. El chico lindo, con modales y dinero invitando a comer al vagabundo que encontró en la esquina de su mansión. No solo él mismo podía darse cuenta de ello, sino también la demás personas de la cafetería que se volteaban cada ciertos segundos a verlos como si fueran dos monos de circo sueltos en la ciudad. Estaba cabreado, por eso tenía el ceño fruncido y se mordía la parte interior de la mejilla.

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⏰ Last updated: Jan 27, 2019 ⏰

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talking with flowers ☆ kookminWhere stories live. Discover now