Capítulo 12

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"¿Inés?"

"Lo que te dije ayer, eso de que no quería libertad, no debí decirlo. Sí que quiero ser libre, pero me siento bien aquí. Me siento libre estando con él. Y quizá un día me deje ir".

Había querido resolver aquello enseguida y le alegró saber que Inés entendía sus palabras, al menos esas le resultaban más convincentes. Y Bella no le había mentido, así se sentía, pero no había sabido expresarse bien por los nervios del inicio de la conversación con su mejor amiga.

No habló del tema con Aray porque sabía que ambos acabarían con caras tristes y prefería ahorrarse esa situación.

Cuando llegó ese día de trabajar, Bella fue a recibirlo con un abrazo, como llevaba haciendo desde que habían regresado del centro y él le había dicho aquellas palabras que le habían dado un subidón de energía a su corazón.

—¿Cómo estás, Bella?

—Muy bien —dijo la chica, entusiasmada—. ¿Y tú?

—Un poco cansado, hoy tuve que corregir muchas cosas, el escritor actual va a tener que mejorar su forma de hacerlo si quiere dedicarse a esto.

—¿Tan mal lo hace?

—Tiene unas faltas bastante gordas, sinceramente.

—Vaya... —dijo la chica— Oh, por cierto. Llegó la cartera, pero no abrí, sé que era ella porque cuando oí que el coche se alejaba, subí a mirar si había dejado algo en el buzón y sí —le contó y entró en la cocina para coger un pequeño papel rectangular—. Toma, te dejaron el resguardo.

—Gracias, Bella. Iré mañana a buscarlo, esto de que sea un pueblo pequeño es una mierda en muchos aspectos.

—Ya... pero al menos tienes unas bonitas vistas.

—Sí, eso es cierto.

—De hecho... bueno, estás cansado, es verdad.

—¿Qué pasa?

—Te iba a proponer que fuésemos a ver flores y dar un paseo por aquí cerca, como dijimos una vez. Podríamos preparar algunos aperitivos como sándwiches y coger unos cuantos zumos o, como aún hace frío, meter café con leche en un termo; hace poco vi que tenías uno.

—No estoy tan cansado —sonrió él y entró también en la cocina—. Vamos a preparar el picnic, aunque no tengo cestas de esas.

Bella rio.

—No importa, con una mochila nos valdrá.

La chica estaba contenta porque Aray hubiese aceptado su propuesta, al fin podría ir a dar un paseo al aire libre y además eso le serviría de ejercicio, pues sentía que había perdido un poco la buena forma, no su cuerpo, sino los esfuerzos que le costarían hacer ciertas cosas.

Prepararon varios sándwiches, hicieron café y Bella se abrigó un poco más para salir, aunque irónicamente a veces hacía más frío dentro de la casa de Aray que en la calle.

Cuando lo tuvieron todo listo salieron de la casa, Bella casi dando saltitos de alegría, actitud que hacía a Aray sonreír, aunque como ella iba un poco más adelante, no se percató de ello.

Después de cerrar la casa, Aray tomó la delantera para guiarla.

—¿Podemos pasear un ratito por el bosque que está al borde de la carretera?

—Claro, aunque te aviso de que es más pequeño de lo que parece desde fuera.

—Vale.

Bajaron la cuesta hasta llegar al lugar en cuestión y entonces Bella salió de la carretera de un salto y caminó por encima de las hojas que se habían convertido en un manto sobre la tierra húmeda. No iba con un vestido blanco ni descalza, pero comprendió que era mejor así, pues aun abrigada como estaba tenía algo de frío.

EstocolmoWhere stories live. Discover now