VII.

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"Al final, todos queremos a alguien que nos elija..."

-Anónimo.

-Anónimo

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1 de diciembre de 1527

La mano del alfa se escurrió por debajo de su saco de terciopelo color rojo vino con sus dedos apretando con delicadeza la curvatura de su cintura provocando que la respiración de Louis comenzara a tener problemas en el inhalar y exhalar.

El omega tragó duro mientras parpadeaba con pesadez viendo como el alfa se acercaba a su oído y le susurraba poniendo sus pelos de punta al sentir el aire cálido saliendo de su boca.

—Gracias por bailar conmigo. — susurró con sus labios demasiado cerca de su oreja. — Bailas bastaste bien. — alaga el alfa consiguiendo que Louis soltara un débil y pequeño "gracias".

El aroma cítrico y a madera del príncipe se filtró hábil por las fosas nasales de Louis haciendo que cerrara sus ojos por instinto, disfrutando de la sublime fragancia que desprendía aquel príncipe de ojos esmeraldas.

Harry llevó sus labios a la mejilla sonrojada de Louis que había tomado un color bermejo hermoso sobre su piel caramelo. El alfa depositó un suave e inocente beso sobre aquella zona donde sus labios cálidos entibió su mejilla con un simple beso.

Louis no pudo evitar soltar un pequeño sollozo implorador en aquel quejido que salió de lo más profundo de sus deseos como omega. Una parte de él se sintió avergonzada por haber sollozado de aquella manera en un salón donde cualquiera que estuviera presente podía olfatear sus feromónas, pero otra parte de él le importaba poco que todas las criaturas se dieran cuenta de que él, un sangre sucia, estaba con el príncipe un sangre pura.

El joven alfa apartó su rostro unos centímetros llevando su mano detrás de la oreja del omega para acariciar el cabello cobrizo que ahí se encontraba mientras lo miraba con pupilas dilatadas haciendo que casi todo el contorno color esmeralda se extinguiera.

Louis no estaba mejor, para nada. Sus ojos estaban igual de dilatados que los del príncipe o puede que más, sus mejillas estaban de un color tan rojizo que hasta Louis podía sentir el calor saliendo de sus poros, sus labios estaban de un color bermellón que fue causado por la fuerza que sus dientes mordían el labios inferior lastimando la suave textura.

El príncipe tenía que dejar de oler tan bien, porque si no...

Abrió sus ojos de par en par con sorpresa al sentir un pequeño tirón en su entrepierna. No tenía que mirar hacia abajo para ver el evidente bulto que comenzaba a crecer ahí. El omega abrió su boca para decir algo hasta que una sensación de húmedad le cortó el aire. Tenía que salir de ahí antes de que todas las criaturas del salón, especialmente el príncipe, se dieran cuenta de que había empezado a lubricarse.

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