XIV. (primera parte)

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"I love you, and that's the beginning and end of everything" 

- F. Scott Fitzgerald

 Scott Fitzgerald

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Un sonido agudo casi ensordecedor cegó por unos segundos los tímpanos de Louis mientras que el mismo tiempo, cada uno de sus vellos se alzaron, siendo atraídos de una extraña forma magnética, pero en el momento en el cual empuñó sus manos que abrazaron la nieve; sus vellos bajaron. Sus pupilas se enfocaron y desenfocaron al volver a ver el mundo a color y no a escala de grises como el anterior.

Su cuerpo tenía pequeños espasmos prolongados mientras que sus manos completamente adormecidas se aferraban a la nieve debajo de ellas. Sus ojos que contenían un universo en aquel color azulado observaron una pequeña planta de diente de león que danzaba al compás del viento. No era común que esa planta naciera en pleno invierno.

—¿Lo-Logan? — tartamudeó volviendo en sí esperando que al mirar detrás suyo estuviera su hermano, pero no estaba. Sin pensarlo, se puso de pie aplastando aquel diente de león en el proceso, dando así la liberación de las blancas casi amarillas cipselas.

El omega pudo notar en cuestión de segundos que aquella brisa que danzaba con los árboles, refrescaba más de lo que recordaba a su anatomía. Con la inseguridad trepando por su espalda como un depredador, Louis miró su cuerpo percatándose que estaba completamente desnudo en medio del bosque donde además se encontraba solo; de nuevo.

Completamente avergonzado, tomó aquella manta en la cual hace unas horas estaba comiendo sobre ella plácidamente junto a Logan.

Con el frío comenzando a colarse por su piel, se enredó en la manta que la verdad no cubría mucho.

Sus ojos se comenzaron a humedecer por las lágrimas que volvían a juntarse en su lagrimales. La presión en su pecho junto con la preocupación de que tal vez Logan se había quedado atrapado en el otro lado provocó que rompiera en llanto cayendo de rodillas sobre la nieve que con el paso de los segundos adormecía sus extremidades.

— Lo prometiste.

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— ¿Ya terminamos? — preguntó con fastidio en su voz el príncipe a su guardián mientras que sus brazos se encontraban extendidos de manera horizontal con su sastre tomando medidas de ellos. La verdad él no entendía porque tenía que volver a tomarse medidas cuando el viejo que se encontraba frente a él; el cual desprendía olor a agua estancada, lo había medido desde que tenía memoria.

— Sí alteza. — contestó el viejo mientras sacaba de su boca un alfiler para después darle la espalda anotando unos números en su libreta de cuero.

— Qué impaciente eres. — lo regañó Niall con ojos fulminantes mientras acompañaba al viejo a la salida pidiéndole disculpas por lo bajo mientras que el príncipe de Syldavia volteaba sus ojos dejando al mismo tiempo escapar un suspiro.

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