¿Donde estoy?

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Mi nombre, es Miguel Rivera...

Y esta es la historia, de mi muerte...

JAJAJAJA ¿te crees? Nooo, esta es la historia de cómo me casó, bueno el matrimonio y la muerte suelen ser lo mismo. Pero después de conocer a esa persona... Simplemente siento que quiero estar a su lado por el resto de mis días...

~ Ah, creo que es mejor si comenzamos por el principio...

...

El sol ardía como lumbre sobre la piel del Charro que yacía en el suelo. El intenso calor le había hecho despertar de su sueño. Probablemente debió pasar la noche ahí, pero sus recuerdos eran demasiado vagos y para colmo le empezó a doler la cabeza.

Miro hacia arriba, abajo, derecha e izquierda buscando una señal que le dijera en donde diablos estaba, pero no parecía haber indicio de esta. Su garganta estaba completamente seca y podía persivir un pequeño aroma a alcohol mezclado con el sudor de su frente. ¿A caso había caminado borracho hasta el desierto?

No... No había manera de que eso pudiera suceder, estando la boda tan cerca...- ¿Boda? ¿Pero de quién?- pensó para si mismo.

Sintió como que se le olvidaba algo y empezó a rebuscar entre su traje a ver si encontraba alguna pista sobre lo que le habia pasado o lo había dejado así. Su mano llegó hasta la parte interior de su sombrero y sus ojos se abrieron sorprendidos en reacción al haber tocado algo.

Del sombrero sacó dos especies de tarjetitas. La primera era la carta de presentación de un bar:

"Bar: LA ADELITA"
" Abierto desde la media noche
* Promociones todos los domingos 7
Ubicado a un lado de la carretera rumbo a Guanajuato"

- ¡¡¡¡Guanajuato!!!!- Grito a los cuatro vientos porque ¿Quien se iba de peda a Guanajuato?, No, aún más razonable... ¿Quien madres lo había llevado ahí? Y ¿¡Como haría para volver a casa!?

Aún con el Jesús en boca Miguel procedió a ver la siguiente tarjetita y fue entonces cuando sintió el verdadero terror...

Esta decía:

"Esta cordialmente invitado a nuestra boda"
" Si recibe invitación... Es porque es compi jajaja"
" Lo esperamos este Domingo 3 de febrero a las 12:00 hrs en la iglesia de Santa Cecilia. Luego la fiesta se llevará a cabo en la plaza de la ciudad"
"Esperamos su asistencia"
"Atte: M.R & M.C"

- ............ Verga...- Dijo al darse cuenta de que esa, era su boda.

Se recostó de nuevo en la tierra y se refugió bajo la sombra de un nopal. Se puso el sombrero en la cara para recuperar fuerzas e idear un plan para mínimamente llegar a casa. Ignorando por completo el gran shock que había sufrido segundos atrás.

Maldijo en su cabeza porque ni siquiera podía recordar el nombre de la persona con la que se había comprometido. Podía no recordar nada, pero el sentimiento aún estaba latente, algo en su interior decía que la amaba... Y mucho. Que descaro de su parte olvidar su nombre, -¿que hombre tan despreciable podría hacer algo como eso?- pensó.

El suave susurro de una brisa llegó hasta su rostro y lo arrullo en cuestión de instantes.

Tenía que recordar quien era esa persona, tenía que levantarse...

Pero de repente se quedó dormido.

...

Cuentan por ahí, que en un pequeño pueblito llamado Santa Cecilia. Habita el más guapo de los charros. Con su guitarra y corcel en mano sale todos los ocasos... Para llevar serenatas a las jóvenes que calleron bajo sus encantos, y es que no solo sabía bailar, cocinar, tocar la guitarra y... Bueno, todo lo demás. Si no que poseía una voz hermosa. Tan preciosa que el día de su bautizo en vez de llorar cantó en clave de sol...

Miguel Rivera... Ese era su nombre. La pesadilla de todo padre y el sueño de toda chica. No es que fuera malo, pues en realidad era un muchacho de lo más respetuoso y amable. Pero el problema de Miguel era, que le gustaba la mala vida. Semana tras semana, mes tras mes, he incluso en su mejor racha, día tras día. Iba cambiando de jovencita en jovencita, muchas de ellas conocían bien los gustos de Miguel y sabían que aunque fuera prácticamente el material perfecto de esposo a Miguel no se le podía mencionar junto con la palabra compromiso en una misma oración, era casi como si la simple idea de ello fuera en efecto, imposible. Gracias a esto él se ganó cierta fama de don Juan entre los habitantes del pueblo. Y estaba bien para las chicas pues era de todas o de nadie... O al menos eso pensaban.

Si bien no sé necesitaban muchos requisitos para estar con Miguel, no cualquiera obtenía un beso... Porqué bueno, podrá ser un gato, pero es un gato con clase. Se la pasaba susurrando cosas bonitas al oído, cantando boleros a la luz de la luna mientras posaba sus preciosos ojos almendra sobre su objetivo, ¿pero un beso de Rivera? Solo en sueños.

Muy pocas chicas del pueblo habían tenido el placer de robarle un beso al cantante, no sin antes perder algo más que eso... Pero descuiden, Miguel no era ASI de galante, solo le gustaba tentar a las damas.

Todo cambio el día en que un cazador de talentos llegó al pueblo y tuvo la dicha de escuchar cantar al tan prodigioso chico. No mucho después había conseguido su primer contrato para hacer una gira por todo México.

Con gran tristeza y a la vez emoción se despidió del pueblo que lo vio nacer, para embarcarse en una nueva aventura músical a través del país, junto con su abuelo Héctor y unos cuantos primos...

Podría decirse que su viaje de un poco más de un año fue bastante tranquilo. De no ser por los cientos de corazones rotos que el chico había dejado a su paso. Su abuelo se había enterado de unos cuantos, pero sabía que Miguel había encontrado a alguien más que un simple romance, se notaba en la forma en la que cantaba sus canciones, la mirada que dirigía al público, obviamente el chico se había enamorado.

Cuan grande fue el error de su abuelo al preguntar por la afortunada jovencita (pensando regresar en un futuro cercano para  sorprender a su nieto), y cuál fue la gran sorpresa de descubrir que el chico no se había enamorado de una... ¡Si no de cinco muchachas al rededor del país! En ese momento casi le da el patatus, pero sabía que Miguel no mostraba tanto apego emocional por alguien que no valía la pena. Así que recogió su frágil corazón de abuelo y lo pegó con una buena dosis de orgullo familiar, pues le recordó a su juventud. ¿Quien dice que no te puedes enamorar cinco veces?

Miguel se sintió aliviado de que su abuelo no hubiera muerto de un infarto... Pero no lo suficiente como para decirle que esos cinco amores no habían sido unas muchachas...

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Las cartas de Miguel:

" Hola mi amor.

Sé que es muy pronto para mandarte una carta, ya que la última probablemente te llegó hace apenas unos días.
Es solo que no puedo sacarte de mi cabeza.
¿Recuerdas cuando nos enamoramos?
Aquella vez que regresé a Santa Cecilia de la gira de un año y medio, me dijiste que había cambiado, y es que si bien admito que tuve uno que otro romance, tú, fuiste quién más me marco a través de éste.

Con esas cartas secretas... No era necesario ocultarte.
De todos modos espero regresar pronto. Esta gira no es muy larga. Ya quiero verte...

Te extraño.

Atte: M.R "

***

Primer capítulo de esta loca historia, ¿De quién es el pastel?


Charro Herrante: Las mil y una lunas de MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora