Capítulo 12

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Se quedó esperando bajo la lluvia. Espero hasta que asumió que Abbi tardaría bastante en salir y si salía. Se fue a casa, con la sombra de ser de nuevo el perdedor en aquella historia rondando. Cuando llegó se fue directamente a la cama. Antes echo un vistazo por la ventana. La luz del cuarto de Henry estaba apagada y el único movimiento que veía era el agua de la lluvia caer cada vez con más fuerza. Se pasó horas dando vueltas, incapaz de ubicarse en su propia cama. Estaba nervioso. No podía dormir y aunque pudiera, no quería. Abbi le dijo que lo llamaría, pero nunca se habían dado los números. El podría haber tenido el suyo al a través de su ficha de empleada pero no lo hizo, no quiso tener tan a mano la tentación. Así que solo quedaba la opción de que se presentara en su casa y debía estar atento. Pero a medida que pasaban los minutos, que se le hacían largos como horas, la esperanza de que ella apareciera en el umbral de su puerta se disipaba. Al principio entendía la tardanza. Tenían mucho de qué hablar. Pero después, las ideas más derrotistas lo inundaban. Eran muchos años de relación. ¿Eso podía desaparecer tan fácilmente? Vivian juntos, Henry estaba completamente integrado en la familia de ella, cada uno era la vida del otro. Y lo que más le angustiaba ¿podía Abbi dejar de amar a Henry? Lo que decía sentir por él, podía ser solamente una confusión momentánea debido a la difícil situación la que estaban pasando en su relación. Cuando ya se estaba dando por vencido el timbre de la puerta lo alertó. Se levantó velozmente y sin ponerse las zapatillas bajó corriendo por las escaleras.

Al abrir la puerta, una Abbi completamente empapada lo miro. Tenía el pelo y la ropa pegadas. Respiraba con dificultad a causa de todo lo que había llorado. A Sang Jae jamás le había hecho tan feliz verla. Sin dudar un segundo la atrajo hacia él para cobijarla entre sus brazos.

Abbi inmediatamente se sintió reconfortada.

— Te voy a mojar —dijo con la voz ahogada en su pecho.

— ¿Qué ha pasado? — Ella levantó la cabeza para mirarlo y vio lo hinchados que tenía los ojos.

—No he podido hablar con él. Se encerró en su habitación y mandó al señor Kim para que me echara de la casa — se mordió los labios y movió la cabeza intentando no llorar—. Logre decirle unas palabras a través de la puerta, pero no sirvió de nada.

El, la volvió a atraer tomándola de la nuca. Permanecieron así un rato, con los ojos cerrados.

— ¿Estabas dormido?

—No —dijo con los labios pegados a su pelo.

De pronto dio un respingo y se apartó para mirarla de arriba abajo.

— ¡¿Pero qué hago?! ¡Tienes que secarte o vas a enfermar!

Le pasó los brazos por los hombros para proporcionarle calor y la condujo escaleras arriba.

Entraron a lo que supuso era la habitación del joven. La estancia estaba bañada por una tenue luz cálida que daba una lamparilla que reposaba sobre la mesilla de noche. Sang Jae la dejo y apresuradamente entró por la puerta que tenía a su derecha. Abbi escucho el ruido de agua correr y el trastear de un par de puertas.

— ¡Quítate esa ropa mojada y date una ducha caliente! — Indicó a la vez que se acercaba al armario de donde saco unas prendas –. Toma esta ropa, para luego.

Ella la cogió, sonrió como agradecimiento y entró en el baño cerrando la puerta tras de sí.

Camino por la habitación con el ruido de agua de fondo. Espero paciente. Intentó sentarse cuando comenzó el del secador, pero los nervios le podían. Cuando Abbi por fin salió, con el pelo ligeramente húmedo, la camiseta gris que dejaba uno de sus hombros al descubierto y el pantalón de rayas de su pijama, sintió un fuerte arrebato de cogerla entre sus brazos y besarla. Pero se contuvo.

Recordé quien era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora