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Ryan había pasado toda la noche rondando a Peter

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Ryan había pasado toda la noche rondando a Peter. Estaba más dormido que despierto y un así se esforzó por ver "El guardaespaldas" y fingir que le gustaba para sentarse a su lado en el sillón.

Después Peter perdió el interés en la televisión, concentrándose en su teléfono, pero sin moverse de su sitio. Esto le dio a Ryan la oportunidad de ver por milésima vez "Solo en casa" mientras disfrutaba de la presencia de su amor platónico y finalmente los dos coincidieron en gustos cuando la televisora decidió transmitir "El Grinch".

A las altas horas de la madrugada Peter se levantó sin decir nada y se encerró en el cuarto. Ryan ni se molestó en tocar, simplemente se dejó caer en el sillón y se quedó completamente dormido.

Al día siguiente despertó con un terrorífico olor a dulce inundando la sala, la música de las series navideñas encendidas y la sensación de que algo estaba fuera de su sitio.

—¡No voy a besarte! —escuchó gritar a Peter en la cocina. Ryan se dirigió rápidamente hacia el origen del sonido y se encontró con una escena de lo más extraña.

—Pues ven acá y deja que yo te bese a ti —reclamó Frank, forcejeando con su hermano quien empleaba todas sus fuerzas para zafarse, aunque sin mucho éxito.

—Suel-ta-me —masculló antes de ser vencido y recibir un ruidoso beso en la mejilla, que Frank coronó con un "mua"—. ¡Acabo de recibir un beso de judas! —exclamó frotándose como si le hubieran puesto lodo en la piel.

—Llorón.

—¿Desde cuándo hay muérdago en la casa? —preguntó Ryan, cuidando de no pasar por la puerta al mismo tiempo que los demás. Frank se quedó en silencio, pero le miro como diciendo "¿Cuándo crees idiota?"

— ¡¡Soy el rey del muérdago!! —exclamó Sam entrando a la cocina desde la puerta que daba al patio. El chico llevaba una corona de muérdago navideño, mientras imitaba la pose de Leonardo Dicaprio en Titanic. Según Ryan aquella cosa estaba hecha con las sobras de lo que utilizaron para adornar las puertas, de otro modo, no había explicación para que fuese tan fea—. Y tú serás mi reina...O yo seré la reina, como prefieras —Aclaró riéndose mientras le colocaba una igual a Frank en la cabeza.

—Yo soy el rey —aseguró, ajustándose la corona— Y todo el maldito reino está bajo mi poder —exclamó, levantando un puño al cielo. Ryan no pudo evitar poner una mueca de desagrado. Aquellos dos le daban nauseas.

Él estaba muy acostumbrado al Frank hosco y aburrido que le hubiera pegado un puñetazo a cualquier imbécil que hubiese osado a llamarle "Reina" aunque fuese solo en broma. Él también estaba acostumbrado al estúpido Sam cuyos temas de conversación se limitaban al futbol, a los por menores de ser un joven no-asalariado y a los sándwiches de mantequilla de maní.

Ninguna de esas cosas se conservaba intactas desde que comenzaron a salir. sobre todo, cuando aquellos dos se encontraban en la misma habitación. Frank era extrañamente amable y permisivo con Sam, lo dejaba tratarle como no dejaría a nadie más y no podías decirle nada al mocoso sin que te dedicara una mala mirada como mínimo.

Navidades con los MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora