Capítulo Doce

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Miércoles al mediodía

Encontramos un lugar que estaba en frente del mar. Simplemente ¡perfecto!

Carlos sacó una toalla para que nos sentáramos; después sacó la comida.

Trajo sándwiches mixtos, de chorizo etc. Además de eso una galletas con pepitas de chocolate, huevo duro, queso y jamón. Era suficiente.

Al final, acabamos jugando como niños, como siempre. Yo le daba un trozo de queso a Carlos y él me daba una galleta; hasta que me gastó una broma. Iba a darme un cacho de sándwich y yo tenía la boca abierta y, de repente, se la comió él.

-¡Te has comido mi cacho de sándwich! ¡Serás comilón!-le grité-¡Ahora verás!

Me abalancé sobre él y le metí jamón en su boca como una loca. Pero la cosa no salió bien porque se lo tragó en cinco segundos. ¡Yo quería verle con la boca llena sin poder tragar durante dos minutos!

-¡Tú sí que te vas a enterar!-me dijo con un tono malvado.

Me tumbó en la toalla y empezó a hacerme cosquillas (era horrible para mí porque tengo cosquillas en todas partes).

-Ésta es mi venganza por lo del barco, por tratarme como a un empleado.

-Oh ¿te has enfadado? Pobrecito...-dije bromeando.

-Con que ésas tenemos. Vas a morirte de cosquillas.

-¡No! ¡Para, por favor!-mientras me reía.

Y me dio un beso en el cuello y después en los labios. Fue un beso largo, aunque a mí se me pasó volando.

Nos sentamos abrazados. Carlos se quedó mirándome.

-¿En qué piensas?-pregunté.

-En cómo he conseguido estar contigo-respondió.

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