Capítulo 11

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Tamara:

*Una noche antes*

Retiro los platos de la mesa. Andrés salió corriendo a las escaleras para lavarse los dientes.

- ¡Te colocas el pijama y te acuestas! –alce la voz para que me escuchara.

- ¡Sí, mami! –me responde.

Dejo los platos en el lavaplatos para comenzar a tallarlos. Siento la mirada de Edgar en mí, yo no hago mucho caso. Esta semana ha sido muy tranquila, creo que tenía años sin saber lo que es tener la piel sin ningún moretón o dolor muscular.

- ¿Quieres que te ayude? –se levanta de la silla y se coloca a mi lado.

Lo miro y observo como se alza las mangas de la camisa hasta los codos.

- Hace años que no me ayudas con la limpieza de la casa. –le paso un plato y él comenzó a secarlo.

- Puedo comenzar hacerlo de nuevo. Necesitas ayuda y no te lo he dado.

- Algo ocurre contigo. –confieso.

- ¿Por qué lo dices?

- Tienes una semana y media actuando extraño. No lo sé, sigo sin confiarme de ti.

- Vamos Tamara, las personas podemos cambiar si realmente lo hacemos de corazón.

- No te ofendas, pero ¿realmente tienes corazón? –lo mire seria.

- Estoy tratando de ser paciente. –murmura sin observarme.

- ¿Ves? Si digo otra palabra que te ofenda me pondrás la mano encima.

- Lo siento. –suspira.

Nos mantuvimos en silencio durante unos minutos, hasta que terminamos de limpiar los platos y acomodar la mesa.

- Sé que no me tienes confianza después de todo... -murmura-. Pero quiero ganármela de nuevo, quiero que me ames como antes.

¿Amar? Esa palabra es prohibida para mí, no hay amor verdadero y no lo creo. La persona que pude amar me ha hecho sufrir más, prefiero no saber nada relacionado al amor, saldré lastimada de alguna manera.

- Lo siento, Edgar. No creo que lo puedas lograr.

Da unos pasos hacia mí y yo retrocedo un poco hasta chocar con la mesa.

- Podemos comenzar de cero. Puedo enamorarte, justo como te conquiste hace diez años atrás. Cuando nos conocimos en la discoteca yo te dije que caerías y míranos ahora.

- Yo te pensaba de otra manera. –murmuro.

- Lo sé y puedo ser esa clase de hombre que quieres. –Su mano busca la mía y cuando la encontró entrelazo nuestros dedos-. Solo dame otra oportunidad, no la desaprovecharé. Esta semana te he demostrado que puedo ser buen hombre para ti.

- Ya te dije que te la daba, pero que no te hicieras ilusiones.

El hace una mueca, pero su otra mano libre la levanta para acariciarme la mejilla.

- ¿Puedo demostrarte esta noche lo amoroso que puedo lograr ser?

Nuestros ojos se encontraron, yo quería negar pero tal parece que leyó mi pensamiento y volvió hablar.

- Quiero regresar a esa época en donde nos amábamos. Hay que amarnos como antes.

- Edgar... -comienzo pero las palabras se desvanecieron en sus labios.

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