Capítulo 7: Adictos.

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Chester

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Chester.

Soy un imbecil.

¡Tiene una maldita novia!

Y aun así tengo su entrepierna pegada a la mía y mis dedos enredados en su estúpido cabello rojo.

Y, en vez de sentirme traicionado, dolido o incluso enojado, estoy más excitado que nunca.

Me importa una mierda haberlo visto besándose con su supuesta novia, y eso me hace en un maldito egoísta.

De hecho, lo que más me había molestado era haberlo visto bailando de aquella forma con aquel chico castaño, el que siempre andaba pegado a él o a Brett. Parecían tener cierta conexión, y eso me hacía pensar en que yo quería ser aquel chico.

Pero no me mortifico pensando en eso en este momento. Ya tendría tiempo.

Sus manos empiezan a recorrerme la espalda por debajo de mi camiseta, sus dedos acariciando mi columna envían estremecimientos a cada nervio de mi cuerpo.

Nuestros besos no paran, y nuestras manos por todo el cuerpo del otro tampoco. Mi lengua intenta seguirle el juego hasta que sus dientes en mi labio inferior me hacen jadear.

Abandona mi boca dejándome los labios con un cosquilleo delicioso. Cuando creí que pararía ahí y eso es todo lo que haríamos me sorprende quitándome la camiseta, tirándola al suelo y arrodillándose ante mí; de forma que mi abdomen queda a la entera disposición de sus húmedos besos.

Enrosca la lengua en mi ombligo y a mí se me corta el aire, me tenso por el repentino contacto y extiendo mi cabeza hacia atrás. Cuando vuelvo la mirada hacia abajo me encuentro con sus ojos verdes llenos de lujuria y clavados en los míos.

No me está mirando como pidiéndome permiso para continuar, me mira con tal intensidad que me previene acerca de lo que está a punto de hacer.

Su lengua baja hacia mi entrepierna dejando un camino húmedo tras ella. Los jadeos se escapan de mi boca en consecuencia de sus acciones.

Ya no soy consciente de mis acciones, olvido donde estamos o como hemos llegado aquí. Solo tengo en mente al pelirrojo que esta arrodillado enfrente mío. Me dejo llevar.

Sus ya conocidos dedos exploran las zonas de mi cuerpo que tantas veces tocó.

Mis manos van a su cabello cuando él tira de mi jean. Lo baja del tirón junto con mi ropa interior, los cuales deja a la altura de mis rodillas. Mi gemido agudo resuena en la habitación cuando su lengua recorre mi extremidad.

Cuando tiro de su cabello empieza a gemir con su boca llena, de arriba hacia abajo alcanzándome más al límite. Sus dedos se clavan en mi cintura acercándome más a su garganta.

Es fantástico. Como todas las otras veces, él nunca me decepciona.

Mi mente está completamente en blanco, no intento controlar más los sonidos que se escabullen de mi boca. Lo único en lo que podía pensar es en su lengua.

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