52. Una maldición

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Dasha

Miro al techo del cuarto del hotel en el que estoy atrapada, pero ya no forcejeo con las sogas, que ahora sostienen ambas manos, solo me quedo observando allí. He pensado demasiado encontrándome aquí, ya estoy aturdida ¿Y dónde está Kyle? No es que lo extrañe, pero han pasado horas y eso para su obsesión es un milagro.

Oigo la llave y la puerta se abre ¿Lo habré llamado con el pensamiento?

La tranquilidad se va, cuando para mi sorpresa, no es el obsesionado el que entra.

—Hola, hija —Sonríe el señor Collins como si nada.

Respiro agitada y por acto reflejo forcejeo con la soga.

—Aléjese ¿Qué hace aquí? —expreso muy nerviosa.

—¿Qué juegos raros hace tu hermano contigo? —opina mirando las cuerdas de mis manos —Parece que se divirtieron —Se ríe.

—¡¿Qué mierda quieres?! —grito asustada —¡¡Tú deberías estar muerto!! —exclamo por la desesperación y lo irracional que parece todo esto.

—Yo también pensaba lo mismo, querida —Se acerca hasta mí y me tenso, se sienta a mi lado, apoyando su mano en mi pierna —pero cuando me desperté en el hospital, me di cuenta de que sobreviví a tantas puñaladas, por una sola razón, un milagro.

—Una maldición —lo corrijo con asco.

—No blasfemes, Dasha —Apoya su dedo en mis labios —. No con esa bella boquita.

Le muevo la cara para que no la toque, pero permanece con su mano acariciando mi mejilla.

—¿Te... ¿Te volviste religioso ahora? —Intento no mirarlo.

—Desde que me apuñalaste por la espalda, he visto las cosas muy diferentes a las que conociste en ese entonces —Se inclina hacia mí y siento que voy a vomitar, agarra mi rostro entonces me obliga a observarlo, su boca está a centímetros de la mía —¿Tanto miedo me tienes? Pensé que eras más valiente ¿No fuiste tú quién me atacó en primer lugar? Responsabilízate.

Mis ojos se humedecen.

—Tú estás muerto, yo te maté, esto solo es una pesadilla.

—Te asusta ir en mi contra, porque nunca has podido desobedecerme —explica y sigue acariciando mi mejilla —pero no te preocupes, eso está bien, soy tu padre, me debes devota sumisión, no te aflijas por eso, es la ley de la vida.

—No eres mi padre —le aclaro aún temblando —ese me abandonó, pero prefiero elegir ser huérfana, que admitir sobre un papel que dice que soy tu hija ¡No quiero serlo! —grito cuando me tira del cabello furioso —¡Ay! —Forcejeo aunque con las sogas es imposible —¡Déjame!

—No me hagas enfadar, Dasha. Sabes perfectamente que pasa cuando me enfado —amenaza.

—¡¡Suéltame!! —chillo desesperada, sintiendo el dolor, ya que me sigue tironeando del cabello —¡¡No!! —Sigo gritando —¡¡Kyle!! —llamo al obsesionado cuando recuerdo que vino por mí cuando me habían secuestrado.

Aunque esta es una situación muy distinta, en esta realmente lo llamo porque estoy horrorizada, la desesperación me ataca.

—No va a venir —El señor Collins me avisa, entonces lo observo sin entender —está inconsciente en el suelo del pasillo, por eso pude tomar sus llaves y entrar aquí. No te preocupes, pronto tú también lo estarás —Saca una jeringa del morral que lleva y me alarmo —. Tranquilízate, no te haré daño, ni a ti ni al bebé, no hay porqué inquietarse, solo se una buena niña como siempre lo has sido, ¿de acuerdo?

Su último marido (R#8)Where stories live. Discover now