Epílogo

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Mis piernas se movían sincronizadas, un pie luego del otro. El sendero de la pradera se extendía delante de mí, podía sentir el sol tocar mi piel. Estaba descalza y la tierra inundaba mis pies, dándome la sensación de frescura gracias a la humedad. Me acerqué al trigo y lo toqué con mis manos, sintiendo sus espigas ásperas rozar mis dedos. El viento levantaba mi pelo y lo hacía volar. Junto al contacto de los rayos de sol, todo se veía mágico.
Pero eso no fue lo único mágico, sino el tacto de sus manos en mi cintura. Sonreí automáticamente y me giré para encontrarme con Lena frente a mí. Me sonrió con esa sonrisa hermosa que tiene, con sus labios carmesí y esos ojos verdes que cada día que pasa son como el sol que más fuerza me da en la vida. La abracé de la cintura y ella envolvió sus brazos en mis hombros solo para sostener mi rostro entre sus manos. La caricia de sus dedos fue como la droga misma y no me resistí en apoyar mi frente en la suya. Sonreí, pues me sentía la mujer más feliz del mundo.

Sentí que tocaban mi hombro y desperté sorprendida en la cama. Miré mi costado y me extrañé de verla parada a mi lado.

"¿Kaylee? ¿Qué sucede?"

"No puedo dormir, mamá."

Sonreí y me salí con cuidado de la cama. No quería despertar a Lena ya que estaba profundamente dormida. Una vez que salí de las sábanas, tomé a mi niña entre los brazos y salí de la habitación.

"¿Por qué no puedes dormir?"

Le dije mientras entrábamos en su habitación y me miró refregándose los ojos.

"Soñé que Ethan me lanzaba al espacio."

Me tenté y la recosté en la cama. Dejó que la arropara y me senté a su lado.

"Tu hermano no hará eso."

"¿Tú me protegerás, mami?"

Me acerqué y acaricié su rostro.

"Siempre voy a protegerte, Kaylee."

"¿Puedes contarme esa historia, mami?"

Acomodé el pelo en su rostro y le sonreí.

"¿Qué historia quieres que te cuente?"

"Cuéntame cómo nacimos."

No pude evitar largar una risa al escucharla.

"Ya te he contado muchas veces esa historia."

"Pero a mí me gusta."

Sonreí y sentí unos pasos entrando en la habitación.

"Nosotros también queremos una historia."

Dijo Ethan, sorpresivamente con Nia de su mano. Me acerqué y los tomé en mis brazos. Los metí a los tres en la cama y me senté frente a ellos. Ethan y Kaylee ya tenían 8 años mientras que Nia tenía 6.

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