Una discusión tras otra.

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Unos minutos más tarde, en el aula quince...

El castigo que les ha puesto el director Bloom es de esos en los que prefieres estar encerrado en un salón de clases escuchando palabras aburridas de un profesor que permanecer en soledad en un aula con el aire acondicionado apagado.

El aula quince es un salón algo más grande que el resto, casi nunca se usa y está pintado con paredes azul oscuro y piso de granito, tiene un ventanal en una pared que deja ver el exterior, aunque ahora está cerrada con cortinas y sólo dispone de dos sillones, uno violeta y uno verde esmeralda. Usualmente se usa para practicar obras sencillas de parte del club de teatro, hoy le toca ser el sitio de castigo de Annabeth y Percy.

Según el director, pasar un rato juntos no les vendría nada mal, pero Annabeth no le ha querido dirigir la palabra al pelinegro, está enfadada y no quiere estallar su ira contra el pobre chico que no ha hecho nada. Por otro lado, Percy aún no puede sacarse de la cabeza que Annabeth tiene una cita con alguien más y por eso está tan guapa. Solo quiere saber quién es ese chico para ir a partirle la nariz.

La rubia se sienta en el silloncito violeta y saca un libro de su mochila. Percy permanece en pie, observando a la rubia y pensando en que se ve muy tierna con el ceño fruncido y la cara roja de enojo. ¿Annabeth está enojada con él? No le sorprendería.

La puerta del salón se vuelve a abrir y entra el imponente director.

—Bien, chicos, pasará lo siguiente. Van a estar aquí hasta el final del día, ninguno de los dos intentará irse porque si uno lo hace, los dos serán castigados de nuevo. —El director los mira por un segundo más y sale por la puerta.

Annabeth suspira y sigue leyendo su libro.

Percy se deja caer en el sillón de al lado, el verde esmeralda. Ellos se mantienen en total silencio. Annabeth finge que él no existe y Percy empieza a sentir que esa habitación es muy pequeña para los dos. No puede soportar la presencia de la rubia a su lado sin evitar pensar en lo mucho que le ha mentido. Pasan al menos tres minutos cuando Percy agarra su mochila y se pone de pie.

—¿A dónde vas? —pregunta ella cuando él agarra el pomo de la puerta.

—A mi casa —dice él como si fuese lo más obvio. No quiere seguir soportando esa tortura.

—No, no te irás. —La chica también se pone de sobre sus pies y lo mira seriamente.

—¿Y por qué he de quedarme? —interroga el muchacho alzando una ceja, queriendo escuchar que la listilla le diga que porque lo ama y no puede vivir sin él.

—Porque nos van a castigar a los dos si te vas —responde Annabeth, fastidiada. Eso dolió justo en su ego.

—¿Es la única razón? ¿Segura que no quieres que me quede por algo más? —pregunta él con una sonrisa presumida.

—Perseus Jackson, no te vas a ir —le ordena la rubia cruzándose de brazos.

—Oblígame —la reta él abriendo la puerta para irse, Annabeth le agarra la mochila causando que ésta se abra de algún modo, y la rubia ve un destello de verde dentro que hace que ella suelte de golpe la mochila. ¿Sus ojos la engañan o acaba de ver una gorra verde? ¿La misma que vio en el chico de la biblioteca? Es imposible, no pueden ser los mismos.

Percy nota la consternación de la rubia pero no se pregunta a qué se debe. Él sale del aula quince cerrando la puerta detrás de sí.

Al salir, el chico se encamina por el pasillo dispuesto a marcharse. Pero al cruzar la esquina ve al director charlando con un profesor en el pasillo. ¡No puede ser! Percy no pierde el tiempo: da media vuelta y corre para volver al aula de castigo antes de que el director lo pille. Ese hombre tiene ojos en todos lados.

Te quiero (Como te odio, Percy #1.5) ✔Where stories live. Discover now