El solo de Lily.

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Viernes por la mañana.

Casa Manoban Kim.


— ¡Mamáaaaaaaaa!

Jennie estaba preparando un perfecto desayuno familiar justo cuando escuchó el grito exageradamente aterrador por parte de sus cinco hijas. Desde que Lily había empezado a utilizar el baño más seguido para sus reacciones naturales, todas las mañanas en casa eran iguales; o al menos lo eran las mañanas que eran escolares. La empresaria miró a una ya sentada en su pequeña silla a Brooklyn y suspiró justo cuando fuertes golpes de pies se sentía venir desde la escalera.

—No crezcas nunca, cariño —la empresaria besó la pequeña cabeza de su hija menor al mismo tiempo que Rhode aparecía con Mía agarrada de una de sus manos.

—No puedo hacerle las trenzas a Mía si no puedo entrar al baño a usar el espejo y si no tengo acceso a ningún cepillo o coleta, o algo —se quejó la mayor de sus hijas. Mía acompañaba el relato de su hermana con pucheros en su boca—. Ni siquiera puedo arreglarme yo misma —suspiró la joven—. Sabes que le tengo paciencia, pero hay veces que me dan ganas de matarla...

Jennie admiró el control y la paciencia que Rhode había adquirido aún en sus peores años de adolescencia—. Cariño...

— ¡Mamáaaaaa! —London, que sin lugar a dudas se había ganado hace rato el trono a la heredera suprema del carácter Kim, fue la tercera en irrumpir en el lugar.

Autumn seguía a London de cerca igual de ofuscada, pero más tranquila. Jennie tuvo que aguantar la risa ante el desaliño que portaban todas sus hijas. Era una evidencia ante la clara falta de baños en la casa. La empresaria iba a tener que hablar con su esposa acerca de un futuro cambio de casas.

—Esto así no se puede —recriminó la niña de doce años, volviendo a llamar la atención de su madre—. Me pediste paciencia...

— ¡Nos pediste paciencia! —Alex se sumaba y sumaba su molestia a la mañana.

London miró a su hermana y asintió—. Eso. Nos pediste paciencia, pero esto ya es demasiado, así no se puede. Es la número no sé cuánta vez que tenemos que hacer cola en el baño —protestó la melliza, recibiendo el apoyo de su hermana.

—Niñas... —Jennie entendía a la perfección a sus hijas.

—No, mamá —esta vez fue Alex la que tomó la palabra—. No nos pidas más paciencia ni mucho menos tranquilidad —a la empresaria le impresionó el nivel de enfado de Alex, si London era la archienemiga declarada de Lily, Alex era todo lo contrario—. Hoy puse el despertador una hora antes para tratar, ¿sabes? Una hora antes para tratar de llegar al baño antes, pero... pero... —la jovencita cerraba los ojos, tratando de calmarse—. PERO LILY YA ESTABA AHÍ —no fue útil la técnica de yoga que su abuela Casandra le había enseñado—. No es justo —terminó cruzándose de brazos, enfadada.

—Además, hace unos ruidos bien raros —Mía era demasiado pequeña para entender.

Rhode miró a su madre con súplica. Algo había que hacer.

—De acuerdo —Jennie aceptó—. Pueden usar el baño de mi habitación mientras yo— ¿qué? —sus hijas se habían mirado entre sí.

—Mami Lis está ocupando el otro —la personalidad de Autumn era totalmente distinta a la de su melliza, pero aun así no le impidió hablar aunque su cara se sonrojó de inmediato. Jennie acarició a su pequeña para animarla al mismo tiempo que giraba los ojos, pensando en su chica.

No soy para ti → jenlisaWhere stories live. Discover now