Capítulo: 22

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La primera reacción de Hoseok fue aventar a Taehyung con sus brazos y después con sus pies, el castaño cayó de culo, iba a soltar una queja cuando escuchó la voz de Jimin más cerca.

Sus ojos se abrieron en alerta y se arrastró hasta el baño, cerró la puerta con seguro y se recargó en ésta. Era un cobarde.

Hoseok se levantó de la cama y envolvió una toalla en su cadera tapando su desnudez, quitó su playera y buscó su otra toalla blanca y cuando la encontró la envolvió en su cabello. Estaba bastante agitado, jamás había sido alguien de mucha actividad física y la adrenalina junto a la excitación lo habían agotado, bastante extraño.

-Hey, Hoseok - Saltó en su lugar al escuchar la voz de Jimin, se dio la vuelta y la observó. Tan imponente como siempre, con ese aire de superioridad que la caracterizaba -¿Dónde está TaeHyung?

-Uh... Bueno, yo no sé ¿Por qué tendría que saberlo?

-Pues porque vives aquí y su auto está abajo, ¿No lo has visto?

-No... yo llegué hace poco y vine directo a la ducha.

Jimin torció su boca y lo miró con una ceja alzada, se encogió de hombros y sonrió. Se acercó a él y se hincó. Sus manos, sin preguntar, fueron hasta su vientre.

-¡Pero mira que grande está mi nena! - Dio un beso ahí y Hoseok quería que la tierra lo tragara, era bastante incómodo - ¿Me extrañaste, princesa? - El chico mordió su lengua para no soltar algo sarcástico - Porque yo sí, bebé. Te traje muchísimos vestidos, todos rosas. Te compré pulseras y una cadenita con tu nombre, todo te quedará perfecto.

Dio otro beso y se levantó sonriendo, él y Hoseok se quedaron mirándose unos segundos, el gestante corrió su cabeza no soportando la mirada ajena. Jimin rió. Salió del cuarto y Hoseok suspiró, todo era muy extraño. Iba a caminar al baño pero la voz de Minnie lo frenó.

-Te traje un regalo, hobari - El menor aguanta la respiración un momento, ese apodo era el que Jimin usaba en preparatoria para él.

Cuando pasar todos los días juntos no les bastaba y sabían todo del otro. En esos días donde muchos les decían que parecían más novios que amigos, había pasado tanto ya.

Las lágrimas amenazan con salir, Hoseok suspira y se voltea. Jimin tiene un par de zapatos negros fiel al estilo del más bajo. Sus ojos se iluminan. El chico sonríe al ver la mirada del que alguna vez fue su amigo. Si las cosas hubieran sido diferentes, si Hoseok no se hubiera metido con el maldito amor de su vida, si hubieran... lamentablemente el hubiera no existe.

-Recuerdo que cuando entramos a la universidad dijiste que ibas a comprarte unos zapatos de esta marca, no sé por qué no lo has hecho pero bueno... aquí están, es algo así como de agradecimiento - Se acerca y deja los zapatos y la caja en la cama, se miran de nuevo y Jimin quiere abrazarlo, en todos estos años ha tenido de todo menos una amistad sincera, suspira y aparta la mirada. Muerde su labio inferior y camina hasta la puerta, toma el picaporte y observa a Hoseok de nuevo -. Cuando termines de cambiarte puedes venir a mi habitación... si quieres puedo mostrarte la ropa - Una pequeña sonrisa de labios es su despedida.

Hoseok camina a la puerta y le pone seguro, recarga su frente en ella y llora, extraña tanto al Jimin de antes. Aquel que lo defendía de todo y de todos, el que peinaba su cabello hasta que él cayera dormido en las pijamadas que eran exclusivas de ellos dos. El Jimin dulce que siempre sabía qué decirle, el chico que acaba de salir de su cuarto es otra persona, no sabe qué pasó. ¿Qué hizo mal? Cada acción del chico era como una daga a su corazón, se sentía como un barco a la deriva. Cuando eran adolescentes, Jimin era su pequeña brújula.

Él siempre fue una persona débil de carácter y cuando alguien intentaba aprovecharse de eso, ahí estaba Jimin. Protegiéndolo, susurrándole lo que necesitaba escuchar y alentándolo a mejorar.

¿Me prestas tu vientre? [Taehope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora