Capítulo 46: Calma

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Todo a mi alrededor parece ir en cámara lenta, desde mis pisadas hundiéndose sobre la arena hasta las olas que alcanzan la playa, como si todo se pausara levemente a medida que nos acercamos más. Charles camina delante de mí, con pasos lentos, pero seguros. Tiene su sombrero en la mano, y sus palmas están recogidas en un puño. En mi dedo puedo sentir el peso del anillo que me entregó hace sólo unas horas; cada sentido y sensación se hace más consciente, hasta el punto de ser consciente incluso de mi propia respiración.

Sabía que este momento llegaría pronto, y las personas que nos esperan parecen grandes piezas de ajedrez, inmóviles alrededor de algo que no puedo observar en este momento, no porque no quiera, sino porque no me creo capaz. Trago saliva y siento un leve dolor en mi garganta. El silencio es abrumador, sólo cortándose con el sonido de las olas. La calma después de la tormenta; así lo describiría yo. La tormenta que pasó en la madrugada, y la tormenta que pasamos nosotros desde que llegamos a Laketown. Sí, definitivamente este es el momento de calma, y no resulta tranquilo, sino aterrador.

Papá me informó que llevarían los restos hasta la playa, y que de allí serían recogidos para ser llevados a examinación y reconocimiento de identidades. Cuando le dije esto a Charles, él se quedó paralizado, y luego puso su mano en mi mejilla suavemente. Sentí ganas de llorar, y una tristeza inmensa me inundaba, pero luego él se mostró tranquilo, y me pidió que camináramos hasta esa playa con lentitud, pues debía prepararse.

Y eso hicimos. Nos tomó un tiempo, pero llegamos. En el camino ninguno dijo nada, pero él mantuvo su mano unida a la mía todo el tiempo, y la apretaba como si temiese que yo fuera a salir corriendo.

Y aquí estamos, en la playa, donde él me soltó y comenzó a caminar delante de mí. Charles se detiene de repente, y yo estoy tan inmersa en mis pensamientos que no lo noto, y choco de lleno con él. Él voltea y me toma suavemente de los hombros, con una mirada serena, pero intranquila al mismo tiempo. Creo que no podría describir con exactitud el tipo de expresión en el rostro de Charles, es simplemente imposible. Lo observo fijamente, frunciendo el ceño. Sus ojos cristalinos me muestran un claro sentimiento de tristeza, pero sus labios rectos me muestran seguridad.

Baja el rostro un segundo antes de mirarme de nuevo. Cuando puedo ver sus ojos más de cerca, aquellos orbes azules, de repente soy yo la que tiene los ojos cristalinos.

—Es el momento que estábamos esperando —dice, dando un largo suspiro—. Sé que soy yo.

Por un momento me siento confundida ante sus últimas palabras, hasta que la conversación telefónica con papá vuelve a mi mente con la velocidad de un relámpago. Siento un nudo en la garganta cuando entiendo a lo que se refiere, pero no puedo comprender por qué lo piensa.

—¿Cómo sabes que eres tú el que falta? —inquiero, colocando también mis manos sobre sus hombros.

Él menea la cabeza por un segundo, sumergido en pensamientos que no puedo descifrar. Entonces voltea la mirada levemente, hacia el lugar donde varios pares de ojos nos observan con fijeza, y me toma de la mano, alejándonos un poco más de ellos. Entonces, colocando su sombrero contra su pecho, comienza a hablar en voz baja.

—Siempre me pregunté por qué de toda mi familia, yo fui el único que permaneció vagando en la tierra después de morir. —Su mano pasa sobre su cabello, en un acto de desesperación—. ¿Y si la respuesta es... esto?

El deje de tranquilidad que reposaba sobre su rostro ha desaparecido por completo, y toma mi mano, apretándola con fuerza que parece no notar. Hago una leve mueca de dolor, pero en su expresión puedo ver desesperación, confusión, un montón de emociones revueltas dentro suyo. La evidente respuesta a su cambio de humor está detrás de nosotros, reposando entre el equipo del Aqua, quienes nos observan con curiosidad.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora