– ¡Son cuentos gitanos! No viviré mi vida así, no tenemos que estar juntos solo porque nuestras madres hicieron un hechizo de amor cuando estaba en el vientre de mi mamá – Chillé sin observarlo, quería lanzarme al piso a patalear, rodar, lanzarme por la ventana. Thomas llegó hasta mí arrodillándose una vez más para tomarme las manos.

– Por Santa Sara, Iri – Lo observé restregarse el rostro con los ojos llorosos – la cagué, la cagué terriblemente, pero jamás, jamás he dejado de amarte un solo segundo desde que te alejaste de mí – Tomó mi barbilla para observarme – y sé – señaló su sien – y veo – señaló su corazón justo en el medio del pecho – que tampoco has dejado de amarme – sollocé, completamente desconsolada, desnudaba mi alma, dejándome completamente expuesta ante él – te pertenezco.

– Tommy – Me limpió la cara con las manos rodeándome el rostro para qué lo viera a los ojos.

– El cielo sabe que te amo, quédate conmigo.

– ¿Y Alfie, y Grace? – Se lamió la boca dejando caer un par de lágrimas desde sus ojos, observé hacia abajo.

– Vámonos, tomemos un par de maletas y lancemos un dardo al mapa. Vámonos de aquí, tomemos a Charles y larguémonos. Si estoy contigo no necesito nada más.

– No puedo dejar que le quites a su hijo a Grace, él no tiene la culpa – Se cubrió el rostro – yo jamás he dejado de amarte un solo segundo – Mi voz pareció deslizarse por el aire haciendo que se encogiera, su rostro se contrajo para contener el llanto que quiso escapar de su garganta haciéndolo caer sobre la alfombra quedándose allí sentado – pero nuestros caminos se han separado y no podemos ya volver atrás – escondió el rostro entre los brazos mientras se abrazaba las rodillas para dejar salir su llanto silencioso que hacía que sus hombros se agitaran – Estamos malditos.

– Maldita mierda – Se limpió rápido la cara para observarme desde su lugar, se movió por la alfombra llegando hasta mí, dejando su mano en mi cuello para acercar su boca a mi boca.

No me alejé, no me resistí, acaricié su muñeca libre con ambas manos mientras correspondía el cálido beso que se metía entre mis labios, acariciando mi alma, besando mi corazón para terminar de romperlo en mil pedazos, ambos continuábamos lloriqueando.

Se alejó apoyando su frente en mi frente, negándose a moverse un centímetro más pues sabía que si lo hacía debía ser para marcharse.

– Iri, perdóname – Apreté los ojos para hacerle saber que si lo hacía – realmente deseo que seas feliz, y que algún día puedes enamorarte de Solomons – otra puñalada directo a mi corazón, volvió a besarme, salió tan rápido del departamento que para cuando volví a abrir los ojos él ya no estaba, me deslicé hasta el suelo con la boca abierta aullando un alarido mudo.

Solo podía pensar en que Alfie no se merecía esto.

La tela de color rojo vino, dibujaba una hermosa caída de la larga y ancha falda con una abertura hasta arriba de la rodilla derecha, un ligero escote se deslizaba por el centro de mis pechos apagándose en un cinturón grueso.

La tela cubría mis brazos hasta las muñecas, desordené un poco mi cabello dejándolo suelto para terminar de maquillar mis pestañas, aún tenía los ojos un tanto hinchados, sonreí al sentir la masculina mano deslizándose por mi cintura dejando su dedo pulgar sobre la piel desnuda de mi espalda.

Cerré los ojos cuando bajó sus dedos metiéndose en el corte de mi vestido buscando la tela de encaje que formaba mi ropa interior dejé caer mi cabeza contra su hombro sintiendo la respiración suave en mi oído.

– Creí que no vendrías.

– Estaba haciendo negocios, linda – Dejó sus manos en mis caderas para girarme hasta él – estás preciosa.

– Y tú – Deslicé las manos por las solapas del hermoso traje de corte inglés – ¿Qué tal todo?

– He estado pensando – Tomó mi mano para llevarme hasta el sofá donde ambos tomamos asiento. Parecía no notar en mi rostro que algo iba mal – desde que me diste este hermoso anillo – Estiró su mano para observarlo – el matrimonio es algo serio, las parejas viven juntas, tienen propiedades, hacen cenas con amigos, tienen hijos y los hijos, que es a donde quería llegar, no pueden criarse en el ambiente que proporcionan nuestros trabajos – pasó su brazo por sobre mi hombro atrayéndome a él – he comenzado a hacer papeles para que Ollie se quede con todo y terminar con los negocios.

– ¿Acaso Thomas y tú se pusieron de acuerdo?

– ¿Thomas quiere vender? – Asentí.

– Quieren venderle a Gambino y quedarnos con los negocios lícitos, no sé si algo así se puede hacer en este tipo de trabajo.

– Gambino es una mujer bastante civilizada ¿Por qué no habría de aceptar? Una venta así les dejaría miles de millones de libras que el buen Tommy puede lavar ahora que es senador
– Lo observé acariciandole la barba.

– ¿Crees que Gambino acepte?

– Claro, es una mujer ambiciosa, con pretensiones, ¿que mejor que comprar el narcotráfico de toda Gran Bretaña? – asentí largamente.

Quizás Alfie tenía razón.

It was always about Thomas [{Completa}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora