Ni Idea

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—¿Ya te vas, _____?— preguntó Jasper cuando me levanté del suelo.
—Si, me dejaron a cargo de Jessica y tengo que vigilarla, pero tampoco aún no me quiero ir— dije agarrando mi bolso y poniéndome la chaqueta.
—¿Aún le hablas?— preguntó Alice.
—No tanto— dije secamente.
—Bueno, de todos modos esta atardeciendo, de seguro estas agotada— acertó Rosalie.
Me despedí de los chicos y salí de la habitación, camine por los pasillos oscuros de la gigantesca casa, pero me perdí.
Empece a buscar la salida por todos lados, lo difícil seguía siendo la oscuridad.
—¿Qué estas buscando?— preguntó una voz conocida detrás de mi.
Salte del susto y volteé a verlo. Y justo en ese momento la luz del pasillo se encendió.
—¡Edward! ¡Me asustaste!— logre decir con la respiración entrecortada.
—¿Qué estas buscando?— repitió acercándose lentamente.
—La salida— dije cortante.
Pude notar que la camiseta que Edward tenía puesta era color azul, el mismo color y tono que pude observar antes en la habitación de Alice, cuando Jasper se presentó.
—¿Nos estuviste espiando?— le pregunte cuando él se detuvo un par de centímetros de mi.
—No.
—Dime por qué nos espiabas— le exigí.
Se quedó en silencio, observándome detenidamente, mejor dicho, observando desde mi cuello hasta el cabello. Se cruzó de brazos, hasta que por fin se dignó a hablar.
—Tu sabes el por qué.
—No, en realidad no tengo idea— suspire.
—Si quieres te enseño la salida— cambió de tema.
—¿Y por qué pasaste de ser arrogante a ser servicial?— ahora yo me cruce de brazos.
—Eso no te incumbe.
Edward miró de reojo detrás de él, ahí se encontraba Alice con mirada desafiante y negaba con la cabeza.
—Tranquila, Alice. Eso no pasará— le avisó Edward.
—Yo la llevare a la salida— Alice se acercó y se paró junto a mi—. Si quieres regresa a tu habitación. Vamos, _____.
Alice me tomó del brazo y me llevó hacia el lado opuesto por la que yo me encontraba.
Rápidamente llegamos a la salida de la casa, Alice volteó a ver en todas direcciones, hasta que se detuvo.
—Me asustaste, _____.
—Fue tu hermano— me defendí.
—Tuve una visión, por eso aparecí ahí detrás de Edward— dijo preocupada.
—¿Qué viste?— pregunte asustada.
—Si te lo digo, no se qué pasara contigo después, además es muy difícil de entender— me asuste aún más.
—No entiendo ¿A qué te refrieres?
—Esto no se lo tienes que decir a nadie, sólo lo sabe Bella, mi familia no es como las dem...— fue interrumpida por otra voz.
—¡Alice! ¡_____!— la voz era del doctor Cullen—. ¡Hola, chicas!
Pero no estaba sólo. Estaba con una mujer de piel pálida y de cabello castaño claro, iba tomada de la mano con el doctor.
—Hola, padre, hola, madre— saludó Alice.
—Buenas tardes— dije tratando de tranquilizarme.
—_____, ella es mi madre, Esme, ella es _____, nuestra amiga— nos presentó Alice.
—Mucho gusto, _____— habló Esme.
—Igualmente— sonreí nerviosa.
—¿Interrumpimos algo, chicas?— preguntó Carlisle.
—No, estamos bien— dijo Alice—. Pero necesito hablar con ustedes.
—Yo tengo que irme, nos vemos, mucho gusto— me despedí.
—Hasta pronto— dijeron los tres al unísono.
Me aleje de los Cullen, llegue al auto y me subí a este, coloque las llaves en el contacto y cuando levanté la vista pude observar a Edward Cullen observándome desde uno de los pasillos de la segunda planta de la casa. Mejor decidí salir de ahí.

Así pasaron los días, una semana para ser exactos: ir a la casa de los Cullen a pasar tiempo con Alice, Jasper y Rosalie, nos volvimos más unidos, que antes. Jess me pidió perdón por sus comentarios del otro día en el centro comercial. Edward aparecía de vez en cuando. En resumen: íbamos bien.
Regrese a mi casa completamente agotada, había estado casi seis horas con Alice, Jasper y Rosalie. Recuerdo que un rayo de luz solar entró a través de la ventana de la habitación, y se posó sobre la mano de Jasper, pero en vez de quedarse así, pude ver que la piel en contacto con el sol de su mano empezó a brillar ¿acaso ya me había vuelto loca?
Subí a mi habitación y encendí mi computador, tenía un par de correos sin leer, empece a leerlos, el primero era de una de mis amigas de California, el segundo me lo había mandado Angela, era una fotografía de hace dos años en la cual aparecíamos ella, Jessica y yo en La Push.
De pronto mi celular comenzó a sonar dentro de mi bolso, lo saque de este y sonreí al ver el nombre de Alice.
—¿Hola?— dije rápidamente al contestar.
—Hola, _____ ¿eres tu?— no era Alice.
—Si soy yo, Edward ¿por qué me llamas del celular de tu hermana?— pregunte fría.
—Mañana, te veo una cuadra antes de llegar a la Escuela Forks. A las diez de la mañana.
—¿Por qué?— dije atónita al escuchar su orden.
—No preguntes, sólo tienes que ir— él terminó la llamada antes de que pudiera contestar.
Bufe.
Coloque el celular a un lado del computador para seguir revisando mi correo.
Diez minutos después me llegó otra llamada de parte del mismo número, pero ¿sería Edward tratando de molestar o esta vez si sería Alice?
—¿Hola?— dije al contestar.
—Hola, _____— saludó Alice— escucha ¿recuerdas qué hace una semana te iba a contar lo que sucedió ese día en mi casa?
—Si recuerdo ¿qué sucedió?
—Mañana, nos vemos en mi casa, después del mediodía, te contare todo, todo lo que deberías saber. No te quiero ocultar esto.

La hermana de Jessica (Edward Cullen y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora