Vinilo

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Un mundo donde ser pobre quita posibilidades como enamorarte de quién quieras, es un mundo perdido.

Comprendí que no sería fácil el día que llegué a la gran ciudad, me cerraron tantas puertas que por un momento pensé que todo estaba perdido. Me fui de casa prometiéndole a mis padres que regresaría con mis sueños hechos realidad; pero lo único que recibía eran portazos en la cara.

No lo entendía. Sabía que podía trabajar de cualquier cosa, pero ellos solo veían a un muchacho que no sabía hacer nada.

Pasé hambre y frío, la escasez me hizo valorar todo lo que mis padres habían hecho por mí hasta entonces... Pero entonces conocí a Jay.

Ella cambió mi mundo y me hizo ver que tal vez, solo tal vez, no todos los ricos eran malos, y que no todos los pobres debían ser buenos. Después de todo, los humanos tendíamos a equivocarnos, ¿no?

Todo comenzó el día que llegué a casa y el casero me comentó que su hermano estaba buscando a alguien que lo reemplazara en su trabajo.

—¿Nombre? —preguntó el hombre mientras me paraba derecho para dar una buena impresión, había escogido mi mejor traje para la ocasión y estaba totalmente decidido a que sería un gran día.

—Vincenzio Rizzo.

—¿Estudios?

—Terminé la secundaria, pero trabajé con mi padre desde muy pequeño.

—¿Y en qué? —El hombre me miraba un poco serio, yo estaba sudando como un caballo.

—Bueno, tiene un taller de carpintería, y le gusta uhm, la caza

El hombre sonrió golpeteando la hoja con su lápiz. Raro o no, esa sonrisa me había dado un poco de seguridad.

—Y dime, Vincenzio... ¿Por qué debería darte el trabajo?

—Escuche, sé que no tengo experiencia ni estudios —abrí un poco las manos y respiré profundo—, pero tengo un sueño y estoy dispuesto a trabajar de lo que pueda para lograrlo. No me importa limpiar casas, chimeneas, baños o lo que sea. Es un trabajo digno después de todo.

—Vincenzio, me caes bien, tranquilo. El problema es que la señora quiere a alguien con experiencia.

Suspiré sintiéndome ligeramente derrotado, negué con la cabeza.

—¿No conoce a nadie que necesite de mí? —Me limpié el sudor de la frente. Ese traje era totalmente incómodo y para nada mi estilo, no sabía en qué estaba pensando en la mañana cuando decidí usarlo.

—Deja un teléfono aquí para comunicarme contigo, te daré mi tarjeta —mencionó él buscando dentro de sus cosas y me extendió un pequeño rectángulo—. Te llamaré si encuentro algo para ti.

—Muchas gracias, señor. —Sonreí escribiendo el número de mi vecina, una agradable anciana que me había tratado bien desde que llegué al edificio.

—Nos vemos pronto, Vincenzio. —Estiró la mano y la estreché con la esperanza de que llamaría.

Y lo hizo, un mes después cuando ya había conseguido un trabajo de medio turno en el bar que quedaba cerca de donde vivía.

Tenía que ir a una zona residencial en la parte más lujosa de la ciudad a cortar el césped, el señor Stevens me comentó que, si hacía bien el trabajo, eventualmente irían llamándome en más casas para hacer trabajos como ese.

Iba a ganar el doble que lo que me pagaban en el bar en solo cuatro días. Yo estaba alucinando.

Así que así fue cómo me volví Vini.

Todos en la zona me llamaban así gracias a una niña que gritaba cuando me veía llegar.

Eso sí, los vecinos me querían y lo sabíamos todos. Aunque el día que un vinilo se rompió directamente en mi cabeza cuando estaba podando el césped de los Smiths, lo dudé.

—¡¡Perdón!! —Oí de lejos a alguien gritar, pasos apresurados se acercaron a mí. Una chica con un rostro de terror y unos bonitos ojos verdes llamaron mi atención.

—Oh, la fuerza sí que está contigo. —Me reí tocando el lugar donde un futuro moretón habitaría, ella no aguantó la risa y eso me hizo sonreír.

—¿Viste las películas? —Ella se detuvo y luego negó con la cabeza—, perdóname, mi nombre es Jamie.

—Sí. Vi las películas, y hola. Yo soy Vincenzio, pero dime Vini, nadie aquí me llama así.

Ella solo asintió y luego hizo una graciosa mueca al ver el disco de vinilo en el suelo.

—Esto apesta, mi hermano querrá matarme.

—Jamie —llamé su atención y ella giró a verme desde el piso—, podemos decirle que estaba usando el sable de luz y chocó casualmente con su disco, ¿qué tal? —Intenté bromear porque estaba algo preocupada.

—No lo creo. —Se levantó con los restos ya recogidos y me miró—, no me creerá lo que pasó porque la señal de la fuerza no es tan buena aquí. —Soltó la broma tan seria que realmente pensé que lo decía, pero luego empezó a reír—. Es broma, sí hay buena señal.

—Bien, Jamie. Entonces supongo que tendremos que decirle que mi cabeza se estrelló con el vinilo.

—Me caes bien. —Sonrió asintiendo y alzó el dedo en forma de aprobación—. Llámame Jay, Jamie me dicen mis padres y los desconocidos.

—¡Jamie! —Gritó un chico más alto desde atrás, estaba cansado y respiraba con dificultad—. ¡¡Devuélveme el vinilo!!

—Y ese es mi hermano... Te veo pronto, Vinilo. —Guiñó el ojo y salió corriendo del lado contrario. Su hermano corrió tras ella y me empujó en el camino para poder pasar.

Y ahí estaba yo, sentado en el suelo mirando cómo de lejos se iban.

¿Me había llamado Vinilo?

OMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAI

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OMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAI. FINALMENTEEEEEEEEEEE.

Hello evribadi. Como ya expliqué en la introducción, este es un conjunto de relatos sobre los habitantes de Counterville (y familia jeje). Así que espero que les guste <3

Este relato participó como un adelanto en la caja de Pandora organizada por los embajadores este año (2018). Así que si se les hace que ya la leyeron, pues sí. Es por esa razón.

¿Qué opinan? ¿Se imaginan a Don Vini así de adorable? Para que vean que la gente cambia (?).

¡Dejen sus sugerencias sobre quién creen que debería ser el próximo relato!

Love ya all.

Baaaaaaaaaaai <3

*Actualización: ¡Hola! En la parte de multimedia podrán encontrar un podcast literario que hizo Maria Daniela (@maridaniee28 en Instagram), espero que les guste <3

Crónicas de CountervilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora