CAPÍTULO 7

6.9K 372 40
                                    

El dolor que se apodera de mi cabeza hace que me sienta como si en cualquier momento esta fuese a explotar del mismo dolor. Conozco este dolor, es mi querida resaca. Ni siquiera puedo abrir los ojos, mi cerebro no puede mandar ninguna orden de movimiento a mi cuerpo. Me encuentro inútil.

«Esta va a ser la última vez que me emborracho», el pensamiento que siempre aparece en mi cabeza tras una resaca vuelve a adueñarse de mi mente, pero como las otras veces, sé que mi pensamiento no se va a cumplir. Es inútil.

Los rayos de sol que entran por la ventana tampoco ayudan, pero después de varios intentos, consigo abrirlos logrando visibilizar una borrosa visión. Froto mis dedos contra mis ojos cuidadosamente tratando de mejorar mi visión, pero no es hasta después de varios minutos que consigo recuperar la vista.

Oigo a alguien bostezar cerca de mi, confundido, giro mi rostro para encontrarme con una chica desconocida tumbada en mi cama. Su melena rubia con mechones rosas se encuentran completamente desordenados sobre su rostro así que no logro apreciar su rostro, no obstante, sus mejillas rosadas con pecas captan mi atención, intento recordar la noche pasada, pero no logro recordar nada. ¿Cómo ha podido llegar ella hasta aquí? ¿La he traído yo?

Por mucho que lo intento, mi mente no se aclara e impide recordar cualquier momento de la noche pasada, rendido, me levanto de la cama y recojo mi ropa que se encuentra tendida en el suelo.

—Buenos días —la voz de la chica desconocida suena en un tono suave. Giro mi cuerpo volviendo a visualizarla, su cabello esta vez se encuentra colocado. Sus ojos azules brillan de una forma sorprendente, a diferencia de sus sonrojadas mejillas, se encuentran completamente blancos, algo que seguro mis ojos inyectados en sangre envidian.

—Buenos días... —le dedico una sonrisa avergonzada al no recordar su nombre.

—Rachel, mi nombre es Rachel —suelta una carcajada, no parece molesta—. Vaya, si que ibas mal.

Tiene razón. He estado alcoholizado demasiadas veces, pero creo que es la primera vez que he conseguido olvidar toda una noche.

—¡Coco! ¡Fuck off! —oigo otra voz femenina sonar desde el exterior de mi habitación. Salgo de ella dejando a la chica completamente sola dentro de la habitación para encontrarme con otra chica de melena castaña saliendo de la habitación de Coco. En sus manos sujeta unos tacones mientras que en su rostro se visualiza cierta molestia.

—¡Amelia! —la voz que anteriormente se ha presentado en mi habitación ahora suena detrás de mí, Rachel, al igual que yo, ha salido de la habitación.

—¿Qué está pasando? —pregunto al no entender el alboroto que hay en el ambiente a primera hora de la mañana, no obstante, desconozco la hora que es.

—¿Por qué hay tantos gritos? —la voz de mi madre se une a la conversación, al igual que yo, con un tono confuso.

Coco sale de su habitación casi desnudo para seguir a la chica junto a Rachel, ambos pronunciando su nombre repetidamente para captar su atención. Ella los ignora mientras baja las escaleras. Miro a mi madre e intento remitir con la mirada que desconozco la situación en la que nos encontramos, al igual que ella, sigo sin entender nada de lo que está pasando. Ella pone los ojos en blanco antes de volver a meterse en su habitación antes de seguir ignorando los gritos que proceden de la planta baja de la casa. Bajo las escaleras volviendo a encontrarme con Coco y las chicas, él intenta acercarse a la chica cuyo nombre aún desconozco, pero ella omite sus palabras y agarra la mano de la rubia para salir de la casa haciendo desaparecer sus presencias dejándonos completamente solos. Coco deja escapar un gruñido de frustración y se acerca a las escaleras con la mirada agachada, chocando con mi cuerpo antes de dar un paso nuevo.

—¿Qué acaba de pasar?

—Chico, eres una máquina de atraer mujeres —la frustración desaparece de su voz convirtiendose en un tono gracioso—. Creo que te puedes imaginar lo que pasó cuando salimos de fiesta.

—No logro recordar nada. Sigo sin entender qué es lo que acaba de pasar.

—Amelia —se encoge de hombros antes de esquivar mi cuerpo para empezar a subir las escaleras del piso—. La conozco desde hace tiempo, le dije que trajera a una amiga para acompañarte y ayer nos acompañaron a la fiesta.

—¿Se puede saber porque está enfadada? —pregunto girando mi cuerpo para subir las escaleras yendo detrás del chico.

—Celos, ya sabes. Ha encontrado unos mensajes antiguos en mi móvil, ya lo solucionaré. ¿Cómo te ha ido a ti con Rachel, granuja? Ligaste demasiado pero ya veo que decidiste volver con la amiga de Amelia —su mirada se muestra llena de humor al igual que su tono de voz—. Eres todo un coqueto, te las sabes todas.

—Realmente no recuerdo nada, Coco. Ni siquiera recordaba su nombre.

—¿Y no se ha enfadado? —sus pies se detienen delante de la puerta de su habitación para mirarme con una ceja alzada. Niego con mi rostro—. ¿Por qué estas cosas no me pueden suceder a mi?

—Bueno, supongo soy una máquina para atraer a las mejores mujeres, ¿no? —el cuerpo de Coco se agacha para coger entre sus manos una almohada que se encuentra en el suelo de su habitación para a continuación tirarlo hacia mi dirección mientras ambos reímos, consigo atrapar la almohada entre mis manos antes de que esta chocase con mi rostro, consiguiendo una mirada fulminante por parte de Coco antes de que su pierna empuje la puerta de su habitación para dejar mi presencia a solas en el pasillo.

[...]

La mañana pasa rápido, nos la pasamos tirados en el césped del pequeño jardín de la casa mientras soportamos el dolor de cabeza que nos trae como recompensa la diversión olvidada de la noche anterior. Mientras tanto, mi madre ha decidido salir a dar un paseo para investigar algo más sobre la ciudad y sobre mi padre. Aunque el día de hoy no la pueda acompañar con la búsqueda, he conseguido convencerla de que se lleve el móvil en el caso de que tenga algún problema o algo semejante. Australia parece un mundo diferente, te encuentras seguro en una cafetería y de repente te has perdido en el bosque. Son cosas que solo pueden suceder en Australia, estas cosas le dan su toque.

—¿Coco?

Miro a Coco confuso al oír su nombre siendo pronunciado por una voz desconocida. Coco enseguida levanta su cuerpo para buscar con su mirada la voz que parece venir del interior de la casa.

—¿Qué haces aquí? —Coco se levanta rápidamente y se tambalea. Abro los ojos para girar mi cabeza y encontrarme con una chica de corta melena teñida de blanco.

—¡No has contestado mis mensajes! ¿Me has bloqueado?

—No, Kristen. No he estado muy atento al móvil.

—Te he visto en línea.

—No he estado muy atento, no te enfades por eso —repite el chico acercándose a ella—Mira, Edward. Ella es Kristen, mi prima.

Saludo con mi mano a la chica sin levantarme ya que, si lo hago, puedo obtener la misma respuesta que ha obtenido Coco al hacer un simple movimiento como levantarse de un lugar. La chica me devuelve el saludo y dedica una sonrisa antes de volver a poner su atención en su primo.

—Te había pedido un pequeño favor. ¡Un simple favor! Venir a buscarme en el aeropuerto —río al escuchar el regaño—. Y cuando no te he encontrado allí, he pensado: ¡Él no me responde los mensajes, ha podido suceder algo! ¿Y con qué me encuentro? —la chica hace una larga pausa que irrita a Coco, quien se encuentra mudo y con la mirada agachada—. ¡Me encuentro con mi primo tirado en un puto césped!

—Mhm, tu habitación se encuentra ocupada.

—¡Lo sé, yo leo tus mensajes, cosa que tú no haces! —exclama la chica frustrada dejando escapar toda su ira en palabras—. Y no pasa nada, no tengo problema con eso.

—¿Segura? Te veo molesta.

La prima de Coco deja escapar un largo suspiro.

—¡No estoy molesta!

Coco abre sus labios para decir algo, pero tras pensarselo mejor, decide mejor callarse y ocuparse de las maletas de su prima para recompensar su propio despiste.


SECRETS. NJALO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora