30. ¿Estás coqueteando conmigo, Artemis?

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Siempre lo he admirado pero creo que nunca se lo he dejado saber, creo que nadie le ha dejado saber lo inspirador que es y por eso en este momento, esta dudando.

—Alex.— le digo seriamente, —¿Crees que te he recomendado a mi padre porque eres mi amigo? ¿Crees que no puedo separar las relaciones personales de las laborales? ¿O que pondría en riesgo la empresa de mi padre solo porque eres mi amigo?

Alex no dice nada.

—Si te he recomendando es porque sobrepasas los requerimientos porque no he conocido a nadie más trabajador y dedicado que tu. Porque has luchado para escalar laboralmente en esta empresa, dejando un camino impecable de trabajo bien hecho. Porque te lo mereces, Alex. Este no es un ascenso por amistad, es un ascenso bien merecido.

Sus ojos se enrojecen ligeramente pero él me sonríe para ocultarlo con sus bromas como siempre.

—¿Estás coqueteando conmigo, Artemis?

Le devuelvo la sonrisa.

—No más dudar de ti mismo, ¿de acuerdo? Serás el jodido gerente de este lugar, y empieza a celebrarlo.

—Si señor.

—Ahora, a trabajar.

Comenzamos a repasar los papeles sobre mi mesa: adquisiciones, posibles proyectos, contratos, contrataciones de empresas externas, etc. Se nos va el día con todo esto, hasta el punto de que ya no estamos en el escritorio, nos hemos movido al sofá, con todo nuestro desorden de papeles en la mesita frente al mismo.

Ya nos hemos quitado las corbatas y las chaquetas de nuestros trajes, solo quedando en nuestras camisas blancas y pantalones negros.

Un toque en la puerta nos interrumpe y le digo que pase.

Es la secretaria de Alex, viéndola de frente me doy cuenta de lo joven que luce aunque lleva puesto un traje rosado de falda que llega a sus rodillas, camisa blanca y blázer rosado. Su cabello cae ondulado alrededor de su rostro. Ella tiene una bolsa en la mano.

Ella se aclara la garganta.

—Di-disculpen,— ella empieza, nerviosa, —señor.— me saluda con respeto, y yo le sonrío en un intento de calmarla, he olvidado lo mucho que teme todo el mundo.

Alex sigue revisando sus papeles sin mirarla.

—¿Qué pasa?

Las pequeñas manos de la chica aprietan la bolsa frente a ella.

—Yo... salí al almorzar, y... pensé, bueno, les he traído almuerzo,— dice, lamiendo sus labios, —cuando llamé al secretario del Sr. Hidalgo me dijo que no habían comido así que pensé... espero no molestar.

Me enderezo en el sofá.

—¿Cómo te llamas?

—Chimmy, quiero decir Chantal, es que mis amigos me dicen... es Chantal, señor.

Es adorable, me recuerda a la novia de Ares.

—Mucho gusto, Chantal.

Alex sigue sin mirarla cuando le responde:

—Pon el almuerzo sobre la mesa, Chantal y puedes irte.

Puedo ver la decepción en la cara de la chica.

—Si señor.

Le doy una mirada fría a mi mejor amigo pero le sonrío a Chantal cuando la veo poner el almuerzo sobre la mesita.

—Muchas gracias, Chantal, gracias por pensar en nosotros, es muy amable de tu parte.— le digo honestamente.

La decepción en su rostro se desvanece y su pequeño rostro se ilumina.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora