6. "Estas disfrutando esto, ¿no?"

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Artemis 

Un golpe.

Y otro.

Y otro.

Mis manos empuñadas y cubiertas de tiras de tela hacen contacto con el saco de arena frente a mi mientras lo golpeo una y otra vez, cada vez con más fuerza. El sudor baja por mi cuello hasta mi pecho, mis abdominales; mis biceps se tensan cada vez que ataco el saco. Sin embargo, mi mente esta en otro lado.

—Yo...— Claudia se separó de mi luego de abrazarme, incomoda, sus ojos hinchados por las lagrimas evitándome,—Lo siento, yo—

—No tienes nada porque disculparte.— le aseguré, dandole una sonrisa cálida.

Ella se aclaró la garganta, aún sin mirarme,—Debo irme.

Golpeo el saco de boxeo repetidamente, recordando lo tenso de sus hombros, de su postura después de que se recuperó pero sobretodo recordando lo bien que se sintió tenerla en mis brazos, su olor sigue siendo tan familiar para mi y eso me enfurece. Ella no debe interesarme de esa forma, ella es parte del pasado además, tengo novia.

—Claudia.— la llamé antes de que se fuera, pero ella solo me dio una sonrisa amable.

—Gracias por...— ella pausó, —Gracias.

Y con eso, se fue dentro de la casa, terminando nuestra interacción de anoche.

¿Por qué tan incomoda conmigo? Actúa como si fuéramos dos extraños, tal vez lo seamos, pero tenemos historia. Mis puños se aprietan aún más para dar golpes más letales, el saco danzando con cada embestida, recuerdo como se veía con Apolo cuando entré a su habitación, ella se veía tan relajada, cómoda con él. ¿Desde cuando ellos dos son tan cercanos? ¿Por qué tan tranquila con él y tan tensa conmigo?

Debo dejar de pensar en ella.

Me detengo, agarrando el saco de boxeo, recostando mi frente contra el mismo, mis respiración acelerada por el prolongado ejercicio. A este punto, todo mi cuerpo esta cubierto de sudor, solo tengo puestos unos shorts.

Tomo una toalla, me seco un poco y la cuelgo alrededor de cuello para salir del pequeño gimnasio de la casa. Estoy a punto de subir las escaleras pero me detengo, cambiando de opinion, sintiéndome en el humor de molestar a Claudia un poco, es lo mínimo que puedo hacerle pasar después de que ella ha estado en mi cabeza toda la jodida mañana.

Al entrar a la cocina, me dirijo directamente a la nevera, saco una botella de agua y me dispongo a bebérmela. Claudia termina de lavar una olla y cuando se gira para secarla, me ve, —Oh.— se le cae la olla, sorprendida, —Me sorprendió, señor.

¿Vuelve a hablarme formalmente? ¿Por qué?

Recoge la olla y cuando vuelve a estar de pie, sus ojos bajan por mi pecho, mi abdomen y el rubor cubre sus mejillas rápidamente. Una sonrisa arrogante se forma en mis labios, pero no digo nada.

Ella me pasa por un lado, sus ojos echándole vistazos a mis músculos discretamente. Se que soy atractivo, no lo digo de forma arrogante, solo lo se, y he trabajado mucho en mantenerme en forma. Me gusta hacer ejercicio y comer lo más sano posible, cuando tengo tiempo, por supuesto. En eso creo que mis hermanos y yo somos muy parecidos. Ares siempre ha sido muy inclinado a los deportes y Apolo usa nuestro gimnasio de vez en cuando.

Claudia vuelve a pasarme por un lado después de guardar la olla en el gabinete que corresponde, —¿Tiene hambre, señor?

La observo, aprovechando que esta de espaldas,—Si.— su cabello en trenzas me deja ver su cuello, mechones rojos rebeldes que han escapado, haciendo contraste perfecto con su blanca piel.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora