30. ¿Estás coqueteando conmigo, Artemis?

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Artemis

Claudia no me respondió.

Ella no me dijo que también me amaba cuando lo dije y no me di cuenta lo mucho que esperaba que lo dijera y lo mucho que me importaba eso hasta que no lo dijo.

Con increíble exactitud, recuerdo como su pequeño rostro se estiró en sorpresa, como sus labios se abrieron ligeramente pero aún así nada salió de su boca y en ese preciso momento, Apolo tocó la puerta para decirle que su madre estaba preguntando por ella.

Y así se fue, desapareciendo de mi vista después de haberle dicho que la amaba.

Le doy vuelta al lapicero en mis manos, estoy en mi oficina pero mi mente sigue repitiendo esa escena en mi cabeza una y otra vez. Una parte de mi se alegra de que mis pensamientos estén enfocados en eso y no sobre la discusión que tuve con mi madre.

Me paso la mano por la cara, acariciando mi ligera barba y suspiro, echándole un ojo a los papeles frente a mi. Tengo tantas cosas que dejar preparadas antes de irme de la empresa, quisiera que fuera tan fácil como dejar de venir un día y todo estaría bien pero siendo el gerente, muchas cosas están bajo mi responsabilidad y para irme, tengo que hacerlo en un proceso lento y apropiado para que la empresa no se vea afectada de ninguna forma.

Aunque esta empresa no haya sido mi elección, aún así no causaré daños a mi padre y de alguna forma, después de estar este tiempo aquí, también tengo un sentido de pertenencia y de respeto. Este lugar fue uno de los primeros que mi padre levantó con su esfuerzo, sacrificio y dedicación. Gracias a este lugar, es que a mis hermanos y a mi nunca nos faltó nada y pudimos vivir una vida cómoda.

Así que lo respeto, y lo respetaré hasta el final.

Tomo mi teléfono y presiono el botón para conectarme con mi secretario. John responde con rapidez.

—¿Señor?

—Llama al gerente de finanzas, que venga a mi oficina.

—Si, señor, en seguida.

No puedo creer que este llamando a Alex, con lo molesto que es y lo que me costará que se vaya de mi oficina pero él y yo tenemos que hablar y ponernos al día con las cosas de la empresa.

Unos diez minutos después, estoy pasando una hoja del montón en mis manos para leer la siguiente cuando Alex entra, ajustando su corbata roja como si estuviera muy apretada.

—Señor Hidalgo.— me dice en tono burlón.

—No me llames así.

—¿Por qué? ¿Por qué suena como si fueras un anciano?— Alex se sienta al otro lado de escritorio, aflojando su corbata finalmente, —¿Para qué soy bueno?

—¿Cómo te preparas?

Alex suspira.

—Artemis.

Bajo mis papeles y pongo ambos codos sobre mi escritorio para mirarlo.

—¿Qué pasa?

—Mira,— Alex aprieta sus labios, —aprecio que me propusieras a mi ante tu padre para ascender al puesto de gerente pero la verdad, no creo que pueda hacerlo.

—¿Por qué? ¿No es un puesto que te interese?

—No es eso, sabes mejor que nadie que es el último escalón laboral en esta empresa y sería un honor pero yo... no se si tenga los requerimientos para esa posición.

Noto la indecisión en sus palabras, su inseguridad. Alex provenía de una familia de bajo recursos cuando entró a la universidad donde asistimos juntos, él con una beca por la que tuvo que mantener notas perfectas. Luego, hizo varias pasantías donde lo hizo fenomenal, sus cartas de recomendaciones no paraban de llegar. Él hizo sus pasantías aquí antes de convertirse en un empleo de tiempo completo, y escalar hasta ser el gerente de finanzas. Ahora tiene estabilidad económica y ayuda a su familia, aún recuerdo como él lloró de felicidad cuando pudo comprarle un auto a su madre que toda la vida trabajó muy duro pero nunca pudo comprarse uno.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora