13. 'Ellos ya están grandecitos, van a estar bien'

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Claudia

Mi vida ha vuelto a su rutina.

Si, esa rutina automática de siempre, a la que estaba más que acostumbrada, la que no me molestaba en absoluto hasta que...

Hasta que Artemis llegó a esta casa y revolvió mi vida para luego salir de ella de la peor manera.

Ahora al parecer, mi rutina no parece ser suficiente para mí. No me siento conforme, y lo culpo a él por arruinarla en primer lugar. No puedo pensar en él sin enojarme, sin sentir un apretón en el pecho. Me ha herido, decidí admitirlo hace unos días.

Le dejé entrar, fui vulnerable y me hirió.

Tal vez en su mente torcida, ahora estamos a mano después de haberlo rechazado aquel 4 de Julio. Aún así, no me parece justo, yo no jugué con él de ninguna forma, fue directa, lo rechacé a la primera, no lo dejé avanzar para restregarle en la cara otra persona.

Él parece estarme evitando también y se lo agradezco, aunque viviendo en la misma casa es casi inevitable encontrármelo.

Como pasa justo en este momento.

Voy saliendo del pasillo de la lavandería cuando Artemis viene entrando por la puerta principal. Su traje implacable se ajusta al cuerpo definido que se que esta debajo de esas ropas, el recuerdo de mis dedos trazando su pecho y sus abdominales viene a mi y maldigo mi mente por recordar todo con tanta exactitud.

Su mirada encuentra la mía y quisiera decir que hay tristeza en ella pero me importa muy poco, estoy más que enojada con él. Una parte de mi quiere reclamarle pero no me voy a rebajar de esa forma, no le voy a dar la oportunidad de decirme que 'Él nunca me dijo que quería algo serio' y toda esa mierda que he visto a Ares hacer muchas veces.

Yo recojo unas bandejas de aperitivos y unas copas que dejó la señora de la casa aquí en la sala hace rato.

Artemis camina hasta las escaleras pero se detiene justo frente a ellas, como sino estuviera seguro de subir o no.

Con todo en las manos, me dirijo a la cocina a dejar las primeras cosas cuando vuelvo a la sala, quiero golpearme a mi misma por la desilusión que me invade cuando lo veo subiendo las escaleras ya casi llegando al final.

¿Ni siquiera una disculpa?

¿Nada, Artemis?

¿Qué esperabas, Claudia?

Esa noche, soñé que golpeaba a Artemis justo donde el sol no brilla y como me lo disfruté.

-

Dejo salir una larga respiración y me bajo de la ruta del bus, enfrentandóme al gran asilo frente a mí, es Domingo así que día de visita a una persona muy especial en mi vida.

La enfermera de turno me recibió con una sonrisa, guiándome a los jardines que he aprendido a conocer estos pasados dos años. Este no es un asilo común y corriente, es bastante elegante y costoso. Las instalaciones son implacablemente limpias, el personal muy bien uniformado y gentil. Las habitaciones espaciosas y parecen de hotel lujoso. Es exactamente lo que necesita ser: Un asilo para ancianos con mucho más dinero del que pueden gastar en lo que les queda de vida.

Camino entre hermosas flores que ya están perdiendo su vida debido a la cercanía del invierno, en la distancia puedo verlo sentado en una banca al lado de un árbol alto y frondoso frente al lago.

Una inevitable sonrisa se esparce por mis labios al acercarme a él, —¡Buenos días, señor!— hago una reverencia frente a él de manera juguetona y su rostro se ilumina al verme, haciendo sus arrugas mas notables.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora