1

34.2K 749 218
                                    

Me gusta la ciudad. Sentarme en el segundo piso del autobus y mirar mi propio reflejo en el cristal. Aunque todo lo que veo es lo mismo de ayer, lo mismo de mañana. La rutina se apropia de mi.
Quiero ser algo, algo más que una chica que vino al mundo, vivió, tuvo hijos y conoció a un chico bueno, disfrutó la vida, tuvo buenas experiencias y murió. No quiero ser eso. Quiero ser la locura de alguien, joder su rutina.

Y por eso a veces me pierdo por la ciudad, me pierdo, pillo el metro, sin destino. Leo por horas para que todo pase más rápido. Ando por las calles que nunca había conocido.  Y en uno de esos días donde salgo de la rutina te encuentro.

Desde ese día intento aparecer por tu trabajo casi todos los días, una cafetería pequeña que da esquina.

Trabajas de barista. Tu pelo es rubio platino, pero tus raíces más oscuras. A veces pienso si lo haces a propósito, si te gusta tener los dos colores. Tu manera de mascar ese chicle me dice que te importa una mierda ese tipo de cosas.

Nunca me miras a los ojos, tu mirada siempre hacia abajo. Tratas a todos por igual y eso me frustra. Quiero que al menos me preguntes como va mi día o no sé, cosas de desconocidos. Al menos pretende que existo.

No quieres estar aquí, tu cara es de amargada y perdón por describirte de esa forma pero es que es así ¿ Y entonces donde, donde quieres estar? Porque yo quiero estar aquí, me gusta mirarte. Suena un poco mal, ya que no te conozco. Lo único que hemos hablado es:

" Café latte mediano, por favor"

"2.85" Joder, que caras son las cosas en Londres. Me encantaría que me dijeras algo más que un numero 'Alba', leo el cartelito en tu delantal.

Después me siento, este momento es clave. Porque si me voy muy al fondo no te veré ni el pelo y si me voy demasiado cerca vas a notar que te estoy mirando. Me saco el portátil y me pongo a hacer las cosas de la universidad. Me pongo a escribir, pero a veces alzo la mirada y me quedo pensando en que edad tendrías o en lo rápida que eres en tu trabajo.

Algunas veces sólo me encuentro sentada en el mismo sitio por horas, con la mirada fija en nada, pensando en nada, sintiendo nada y lo que más me da miedo es que no me importa nada.  Y tu en ese momento te me quedas mirando raro y te ríes para ti misma. A mi esto me parece triste y a ti mi tristeza te parece graciosa.

Te quitas el delantal y te vas por la puerta trasera ¿Era tu hora de salida? Creía que te ibas más tarde, sólo son las 8, aunque aquí anochece rápido.

Decidí irme también, ya había pasado bastantes horas. Me fui cogí una esquina y al doblar te vi, estabas intentando encenderte el cigarro, pero el mechero no te encendía. Te estabas desesperando un poco ¿Tanta necesidad tenías de fumar?

Me acerqué a ti para ofrecerte el mío. Estaba nerviosa, me esperaba que fueras borde, la actitud de una niñata amargada. Ya te conocía un poco.

Me viste venir y tu cara era sería, tu expresión no cambió. Te costaba sonreír y eso me preocupaba.

Pareces triste, tu cabeza apoyada en la pared, tus ojos cansados ¿Qué parte de tu vida te hace estar así? Quiero borrarla, cambiarla por algo que te haga feliz. Me intriga como sería una sonrisa verdadera en tus labios. Intento imaginármela, pero mi cabeza no llega a tanto.

Me acerqué a ti, más o menos a un metro. Las distancias matan. Te pude ver mejor, la luz de la farola te quedaba bien. Dios...de Londres a España, de España a África, de África a la Luna, De la Luna a Venus, de Venus al infinito y vuelta aquí. Eras más preciosa que toda esa distancia en total. Nunca había visto algo así, algo tan perfecto como tu.

Te ofrecí el mechero estirando mi mano. Lo cogiste, me dijiste "gracias" mientras tenías el cigarro entre tus labios y te lo encendías. Puedes mirarme sabes ¿Por qué bajas la mirada?

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora