Con 22 años, Travis Parker es un chico de solo un amigo. Su círculo de amistad es tan pequeño que cuando lo conocí, jamás pensé que yo sería aquel al cual Travis pudiera llamar el amigo número 2.
Sus ojos color verde y su cabello rubio desordenado...
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Travis y Camilo giraron sus miradas sorprendidos cuando la alarma de un automóvil empezó a sonar, el chico que les estaba comprando pastillas se dio media vuelta rápidamente y salió del corriendo para escapar, pero Travis al notar de donde venía el ruido se dio cuenta que Ethan estaba a un lado.
—Mierda —dijo Camilo con un susurro, sin que el castaño pudiera escuchar. Ethan simplemente cerró la puerta de su auto con un golpe rápido, mientras se moría de los nervios, guardó las manos en sus bolsillos de la chaqueta y salió apresuradamente del estacionamiento —¿Crees que haya visto algo? —preguntó Camilo, esperanzado de que todo siguiera bajo control.
—Obvio que sí —dijo Travis enfadado —Estamos jodidos, o tal vez.
—¡Va a delatarnos! —Exasperó Camilo, Travis rodeo la mirada con estrés mientras notó que Ethan ya no estaba —¿Qué vamos a hacer?
—No... no lo sé —susurró Travis —me quedé en blanco, pero voy a pensar en algo, tranquilo.
Ethan al estar un poco más lejos sacó las manos de sus bolsillos y corrió al cuarto, mientras su mente era un completo caos, tratando de no hacer hilos de ideas locas en su cabeza, se quitó la ropa que estaba usando y empezó a buscar lo que iba a ponerse en la salida con Rodrigo Bosh; lo que el castaño llevaba en ese momento era algo casual para ir por el cargador de su móvil solamente, sin esperarse que se encontraría con ese joven rubio del pasillo que tanta intriga le causaba.
Mirándose al espejo, respiró lentamente y sacudió su cabeza, intento olvidar lo que había visto. Pasó su mano por su cabello, el cual aún estaba algo húmedo y deslizó por sus piernas un jeans que estaba casi nuevo, tenía una de las rodillas rotas y un poco más abajo de la altura del cinturón se notaban unos parches amarillos muy estilo callejero. Con una remera café oscuro y una chaqueta negra que su Padre le había regalado hace un tiempo, Ethan se sintió cómodo al verse en el espejo, para él era importante la ropa, era la única forma que encontraba para sentirse él mismo. El último detalle fue arreglarse el cabello con aquella crema que a él le encantaba, y que mantenía su cabello fijo todo el tiempo, pero suave.
El reloj marcaba las 8:26 cuando Ethan estaba completamente listo, sus tenis color blanco se veían bastante bien con aquel color de jeans.
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